Hay lugares mágicos en los que la lectura, la creatividad y la imaginación se dan cita; en los que los más pequeños prefieren leer que coger una tablet; en los que se sobrevive a una época en la que los aparatos tecnológicos se han convertido en el principal reclamo de los niños y niñas. Hablamos de las librerías infantiles, unas con varios años de trayectoria y otras que acaban de abrir sus puertas con toda la ilusión.
“Cuando estaba montando la librería, había un par de niños que se paraban en el escaparate a ver lo que iba poniendo. El otro día, un niño de unos 10 años obligó a su padre a entrar porque quería preguntarme sobre un par de libros y acabó llevándose uno. Hoy ya van dos veces que una niña ha pasado por delante con su abuela pidiendo un cuento. Otro ‘peque’ que se llevó un libro vino a contarlo el sábado porque le había gustado y quería compartirlo con los demás niños”, relata Marina Díaz aludiendo a la magia que envuelve a las librerías infantiles.
Marina abrió hace apenas dos semanas una librería infantil en Madrid, Turuletras. Comenta que desde niña había querido ser librera y soñaba con que le pagaran por leer. Las circunstancias le llevaron a estudiar periodismo, ya que “vivir de la librería parecía una utopía”. Esta valenciana se fue a vivir a la capital, donde descubrió otras librerías infantiles, y se percató de que en su distrito no había ninguna. “En nuestro barrio hay muchos niños y pensaba que podría tener una buena cogida. Y al final las circunstancias empezaron a ser favorables. Una cosa llevó a la otra y a la que me he dado cuenta he cumplido mi sueño: estar rodeada de niños y de libros“, afirma.
Ricardo Rendón abrió las puertas de Abracadabra en Barcelona hace ya siete años, en plena crisis, cubriendo así un nicho que creía necesario. Su compañera Laura Santervás explica que la evolución ha sido muy buena. “Hay un boom del libro infantil. continúa- Muchas editoriales han sacado libros ilustrados, una opción que casa perfectamente con el discurso de la librería, y que puedes encontrar de forma fácil y personalizada al ser un negocio pequeño”.
Esta apuesta por el álbum ilustrado, como se denomina, ha atraído a niños y jóvenes, impulsando así el libro infantil. Por eso, algunos best sellers infantiles son el Monstruo de colores o Salvaje, que fue galardonado con el Premi Llibreter de Álbum Ilustrado. De hecho, los monstruos están de moda, ya que otras librerías como la valenciana Leolo, que ya tiene cinco años de vida, recomienda Un monstruo viene a verme a raíz de la película que se está emitiendo en el cine. Esta misma librería participa, desde 2012, en la elección de los títulos de literatura infantil y juvenil más destacados del año, que publica ‘El País’.
Muchos se preguntan si iniciar la aventura emprendedora con una librería infantil es una locura romántica, ya que el 21% de las librerías en general han cerrado en nuestro país desde que comenzó la crisis, según informó en enero de este año la Asociación Colegial de Escritores de España. Las últimas cifras ofrecidas por el Mapa de las Librerías de España reflejan también que en 2014 cerraron dos librerías cada día en todo el país, concretamente, 912.
A Marina Díaz le costó decidirse en poner en marcha Turuletras, pero ha valido la pena: “Ni en mis sueños podrían haber sido mejores estos inicios. dice- Está claro que es muy pronto, pero en la inauguración el barrio se volcó. La gente que entra me da la enhorabuena por la iniciativa, me dicen que hacía falta algo así”.
Las librerías, además de infantiles, también cuentan con productos para los jóvenes. Ahora existen más editoriales, pero todos recordamos El barco de vapor como aquellos primeros cuentos cuando se es niño y novelas de la serie roja (para mayores de 10 años), después. Las librerías siguen apostando por este tipo de literatura. Por ejemplo, en Abracadabra cuentan con novelas para más mayores, así como novela gráfica y libros en otros idiomas, tales como inglés, alemán, portugués o italiano.
Además, estos espacios han introducido juguetes creativos y actividades para los más pequeños, como los cuenta-cuentos. En Turuletras los están realizando los sábados y, más adelante, van a incorporar un taller de mindfullness con una psicóloga, así como cuentos en inglés con una academia que hay en el barrio. Por su parte, en Abracadabra también apuestan por las lenguas extranjeras y el primer sábado de cada mes preparan un cuenta-cuentos en alemán o ponen marcha talleres de arte una vez a la semana.
De esta manera se ha dado una vuelta a las librerías más tradicionales y se ha hecho frente a las grandes superficies, con lugares de juego para que, desde bien pequeños, estén familiarizados con los libros, con su magia y fascinación, que ningún aparato digital puede sustituir.
Patricia Moratalla