La vida en una casa de muñecas

El ‘Hotel Ice’ de la artista novel Sara Sanz muestra los miedos y los prejuicios cotidianos bajo una estética pop-surrealista

Ó.D., Valencia. Dos alturas, dos niveles de proyección de los miedos que afronta una persona a lo largo de su vida. Dos soportes, pintura sobre vinilos y muñecos surrealistas de tela, cosidos como bocetos inspiradores de la muestra. Dos reflejos: la apariencia y la realidad, alejadas por la visión del que se enfrenta a miradas de pánico que esconden inocencia. Cuestión de profundidad de miras y de la asimilación de conceptos enfrentados, la ternura y la rabia, la inocencia y la osadía, la verdad y la mentira, el amor y el odio, el miedo y la valentía, el conformismo y la lentitud de la rutina que todo lo ralentiza en una casa de muñecas. La Galería La Nave de Valencia recoge hasta el 24 de julio la exposición ‘Hotel Ice’, de Sara Sanz, artista novel de origen zaragozano que presenta su segunda exposición individual como reflejo de las angustias personales que tanto ella como cualquier persona ha tenido que superar en la antesala del descubrimiento de sentimientos más agradables, menos ásperos que los inicialmente esperados, con la neutralidad del observador.

Las figuras presentadas por Sara Sanz en ‘Hotel Ice’ son el resultado de dos años de trabajo. En la planta baja presenta “una especie de bichitos como base del inicio de las cosas” (con títulos que evocan las clasificaciones científicas del latín). Figuras poliformes, construidas con telas o pintadas con tonalidades vivas. Características que no dejan indiferente al visitante, quien inicialmente aborda el nacimiento de las sensaciones a las que cualquiera debe enfrentarse: angustia, rabia, incertidumbre, miedo, intranquilidad, inquietud, ansiedad…, manifestaciones proyectadas en la primera fase de la muestra (coincidente con el primer nivel de la Galería La Nave) bajo una estética ingenua de influencia manga, muy colorista, de herencia popera y surrealista.

Desde la combinación de telas, colores y vinilos el segundo nivel espera la explosión de vida resultante de los interrogantes iniciales. Así, en el descansillo entre una esfera y otra de la sala, la artista, que acompaña a 360gradospress en su visita, avisa del cambio que se va a producir en la producción que acoge el resto de la muestra, donde en vez de hipotéticos animales coloristas encontramos las manifestaciones representadas en figuras humanas. “Cuento cosas que a mí me pueden preocupar y que yo siento; es algo personal que se convierte en social porque todos nos sentimos así”, matiza Sanz junto a un pulpo de tamaño natural con cara de pocos amigos diseñado con telas de predominantes negros que bajo esa apariencia de rabia esconde una inocente cría de color rosa. Unas telas que la artista utilizó inicialmente como los bocetos de su obra por falta de tiempo y de espacio para pintarlos y que han terminado convirtiéndose en el maridaje perfecto para sus cuadros.

En la segunda planta, sorprende la instalación de una casa de muñecas vacía, de estética victoriana, que proyecta la sensación de que ha sido habitada. La galería de arte se convierte en piso piloto de las sensaciones que contuvo algún día esa casa de muñecas, testigo del sentir de los personajes que la rodean en otro espacio cerrado, lo que hace reflexionar al visitante por el papel que juega dentro de la composición, rodeado de cuadros cargados de crítica hacia el conformismo, el egoísmo de los que maltratan la Tierra, la tibieza del tiempo, las dudas e, incluso, la alegría. Una figura en 3D sostiene un grito de alerta para avisarnos de que corremos el peligro de ralentizarnos, de conformarnos, de seguir dudando eternamente, de no escapar de la rutina que a otros personajes como a él les mantiene encerrados en esa casa de muñecas en el visual que acompaña, como desembocadura de la exposición, las interpretaciones acertadas o desacertadas de quien la aborda con espíritu crítico. “Intento presentar las cosas muy claras para que tengan un impacto limpio y claro porque el arte es un medio de comunicación más y se ha de entender”, afirma Sara Sanz.

Marga Ferrer

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