El fanzine y su inagotable ciclo vital

Queda lejos de ser una novedad. Sin embargo, está experimentando un apogeo en el presente. Los más comedidos advierten que es cuestión de una temporada, mientras que los más optimistas apuntan que tiende a afianzarse. En cualquier caso, lo que no cabe duda es que este formato editorial no conoce la extinción: desde su aparición, ha crecido con menor o mayor timidez según épocas, pero no ha dejado de reproducirse. Esta semana en 360 Grados Press conocemos de cerca a una obra de artesanía en papel… ¿casi inmortal?

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La definición que más se entiende para mí es la menos elaborada: una revista hecha por un aficionado a algo, con todo lo que eso implica, es decir, pasión, libertad, conocimiento…“, afirma Mon Magán, editor de Pez. “Es cuando alguien tiene una inquietud por lanzar algo en formato libro, tratando temas propios“, amplía Elías Taño, homólogo de Arròs Negre. “Se basa en características como tiradas cortas, difusión limitada o experimentación formal con técnicas de impresión o encuadernación, así como con materiales y con diseño“, especifica el periodista y escritor Carlos Primo. “Debe ser una publicación totalmente alternativa e independiente, no sujeta a políticos ni entidades que puedan contaminarla“, concreta Antonio Garrido, artífice de Kristal. En definitiva, las palabras para aproximarse al concepto son tan variadas como las formas que éste mismo puede adoptar. Cada cual destaca unos matices, pero todos comparten un fondo y una razón para el fanzine: la necesidad de una vía de expresión tangible.

 

Dime cómo naces y te diré quién eres

Etimológicamente, el término responde a un magacín para fanáticos. En palabras de Martín López, dibujante y fundador de Ediciones Valientes: “Su origen se fecha en los años 40 en Estados Unidos a partir de una revista de ciencia ficción, pero en realidad hay muchas temáticas: literatura, poesía, fotografía… Porque ya no sólo se refiere a ser seguidor de algo, sino a ser ‘autoproductor’, es decir, el autor pasa a ser editor“. Se trata, por tanto, de una manera de controlar el proceso de publicación, evitando los cauces tradicionales y las limitaciones impuestas por la correspondiente industria. “El campo profesional asume a aquellos autores que más o menos destacan o que son compatibles con un mercado, mientras que cuando uno hace un fanzine no tiene esas ideas de comerciar con el producto“, prosigue Martín.

 

En consecuencia, los fanzines llevan de serie un marcado carácter independiente. De hecho, inicialmente también eran indisociables de lo underground o la contracultura en su sentido más estricto. “En los años 80 existía el movimiento del ‘Rock Radikal Vasco’ que nos descubrieron muchos y buenos fanzines. La música punk estaba viviendo un auge y las letras corrosivas contra el Estado y los políticos que nos gobernaban eran la forma más directa de protesta con la cual nos identificábamos“, ejemplifica Antonio. No obstante, este rasgo se ha ido suavizando con el tiempo. “Hoy en día siguen conservando una identidad alternativa muy fuerte, pero no hablaría tanto de contracultura como de ámbitos al margen de la cultura más comercial y masiva“, matiza Carlos.

 

¿Y ahora qué?

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Los fanzines se han mantenido en esencia, pero no han podido sobrevivir ajenos a la evolución propia de cada periodo histórico, sobre todo en materia tecnológica. “Antes la edición era más colectiva porque tenía cierta envergadura, pero actualmente es más barato y más accesible, por lo que priman los individuales o los de pequeños grupos de dos o tres personas. Se tiende, así, a una mayor especialización, mientras que hace años eran más como un cajón de sastre aunque tuviesen un único tema: se metía en ellos todo lo que cabía“, explica Mon. Clara prueba de esa disminución de los costes y de dicha facilidad de aproximación por parte de los lectores podría ser Kristal, que ha logrado llegar al presente publicándose gratuitamente durante más de 25 años y que presenta una media de descargas en formato PDF que oscila entre los 1.000 y los 2.000 ejemplares, según apunta su editor. Con todo, cada vez son más los artistas, los escritores o los fotógrafos que apuestan por este formato para dar difusión a sus trabajos, de ahí la acentuada diferenciación en contenidos.

 

Como si de esporas se tratase

La crisis del sector editorial, el gusto por el consumo de proximidad, la moda vintage, la idoneidad del medio para según qué creaciones… En resumidas cuentas, un cóctel de motivos han propiciado el presente crecimiento de los fanzines, dando lugar a un curioso fenómeno: incluso aquellas generaciones más jóvenes que no sabían de su existencia o que no tenían referentes están optando por ellos. Consecuencia y, a su vez, causa de esta situación son los festivales que se celebran por todo el país. Es el caso de Tenderete, en cuya organización participan Martín y Elías. “Es como un virus que se ha ido expandiendo por todas las ciudades. Muchos nos conocemos porque hemos participado en el festival del otro y así se ha generado como una pequeña red“, afirma el primero. “Se está configurando un tejido muy bonito. Siempre te sorprende, porque conoces a gente nueva. Es la forma de relación con el lector más transparente: no tienes que recurrir a ningún artificio de venta“, completa el segundo.

 

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Este evento forma parte de una lista que no deja de ampliarse: Autobán, Gutter Fest, GRAF o Libros Mutantes, entre muchos otros. Justamente, Carlos es coordinador de éste último, el cual se ha posicionado en el panorama nacional por su versatilidad. “Libros Mutantes ha evolucionado hasta convertirse en una feria editorial con vida propia, cuyas últimas ediciones se han celebrado en La Casa Encendida de Madrid, que dura todo un fin de semana y que da cabida a fanzines, publicaciones experimentales, revistas, libros de arte y editoriales independientes tanto nacionales como internacionales. También establecemos diálogos con otras disciplinas que comparten el espíritu de la autoedición: música, arte, talleres abiertos al público, gastronomía… Somos un equipo pequeño de unas tres o cuatro personas, porque creemos que hay que saber colaborar con otros profesionales en momentos puntuales para enriquecer el festival y ampliar sus perspectivas“, contextualiza.

 

¿Paradojas de la contemporaneidad?

Así, el fanzine está gozando de éxito en plena era digital. Mientras gran parte del mundo editorial no ha resuelto cómo afrontar el salto del plano offline al online que requiere el público, este género vive felizmente sin plantearse tal dilema. Cierto es que muchos se ofrecen en Internet, pero sin someterse a leyes ajenas: todos son fieles a una periodicidad imprecisa, a una exclusividad que no es lujo, a un desarrollo exento de masificaciones, a una producción a fuego lento, a una autonomía sin reservas… De este modo, el formato conquista al público poco a poco, pero certeramente; generando un vínculo diferente. Los hay que sostienen que la solución a la manida crisis del papel reside en esta ‘fórmula fanzinera’. “En un futuro, quien edite en impreso será porque lo ha decidido así, no porque no puede de otra forma o porque es más barato. Será justo al contrario: esa persona habrá querido crear un objeto que se pueda tocar“, concluye Mon.


@LaBellver

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