“El aprendizaje es permanente”

Una presencia arrolladora, una voz que desmonta las que le rodean y una trayectoria en cine, televisión y teatro que le avala como uno de los actores imprescindibles de nuestro siglo (y del pasado). Así es José Sacristán.

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Ver llegar a José Sacristán te deja por un rato con la misma sensación que cuando te planteas lo pequeño que eres en comparación con el tamaño del universo. Delgado, bien vestido, serio y dejando claro que lleva 60 años interpretando y relacionándose con la prensa. Pero es su voz, grave y firme, la que te rompe por completo y debilita por un segundo la tuya.

 

Con una extensa trayectoria en televisión, cine y teatro, Sacristán demuestra en cada uno de sus trabajos que sigue en pie. Y que continuará así hasta que, como él mismo afirma, sus actuaciones no se conviertan en una pantomima.

 

¿Cómo está siendo la acogida de Muñeca de porcelana?

Muy buena. Estoy satisfecho de una realidad que gusta desde el punto de vista de la escena, muy personal en comparación con la versión de Broadway; desde la confección de los actores formidable, y desde el reconocimiento y la satisfacción como ciudadanos a partir de la historia que se cuenta.

 

¿Qué destacas de tu personaje? ¿Te lo llevaste a tu terreno?

Mick Ross muestra el espejo en el que no es agradable reconocerse. Una radiografía que descubre las cloacas del poder. He trasladado el Ross de Al Pacino a mi estilo, aunque es un personaje universal; no ha habido que hacer un gran esfuerzo. Pero no lo he llevado a mi terreno tampoco, porque los actores no tenemos que hacer eso: tenemos que cumplir con el director, el personaje y lo que tiene que contar.

 

¿La historia se puede extrapolar a nuestra actualidad?

Sí. El que tiene el poder político y económico controla el pueblo, que se ve en medio de la incertidumbre. Como está pasando en Cataluña: hay un desplazamiento de la razón por la división de la patria, se forman dos bandos y en medio se quedan los ciudadanos. No hay diálogo. Hay gente a la que, si le quitan la bandera, se queda en pelotas. Está bien contar cosas que pasan cada día en la actualidad, pero tampoco hay que convertir el escenario en un púlpito.

 

¿Se sigue aprendiendo como actor después de 60 años de carrera?

El aprendizaje es permanente y pobre del que crea que ya lo sabe todo. Me queda todo por aprender. Con los años vas cogiendo seguridad y profesionalidad. Hay que estar siempre dispuesto a aprender, sobre todo, de los jóvenes, que tienen una formación diferente a la que yo tuve y que aportan tanto a la profesión.

 

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¿Qué balance haces de todos estos años de trabajo?

Creo haber encontrado mi lugar en el mundo trabajando como actor. Nunca he descuidado todo lo que ha tenido que ver con aspiraciones o conseguir logros, pero tampoco he sido idiota ni he pensado que esto pueda dar de sí más de la cuenta. En general estoy contento y sería miserable si me quejase. Las cosas están yendo por donde pensaba que iban a ir e, incluso, mejor.

 

Y si siguen las propuestas, ¿seguirás hasta el final de los días?

Mientras lo que haga ya no sea algo patético y el cuerpo me siga respondiendo, yo estaré ahí. Mientras pueda seguir jugando. Porque lo más importante que tiene mi profesión es el juego: ser un pirata, un gánster, etc.

 

¿Eres más de drama o de comedia?

Yo soy un actor de todos los géneros. Estoy abierto a hacer reír, llorar o pensar. Lo que sea.

 

¿Qué posibilidades brinda el escenario al compararlo con la televisión o el cine?

La continuidad de acción. De todos modos, le tengo mucho respeto y cariño a la cámara. Es igual de difícil hacerlo bien en cualquier medio y en cualquier género. Si me dan a elegir solo pido un buen papel, una buena historia y unos buenos compañeros. Lo demás me da lo mismo.

 

¿Qué es lo que más te motiva a la hora de escoger un papel?

El personaje, sobre todo. Pobre del que vaya buscando gustarle a la gente; te tiene que gustar a ti. Y, a partir de ahí, que le guste a la mayor cantidad de personas posible. Si después eso se traduce en que te dan algún que otro ‘monigote’, mejor.

 

¿Cómo fue volver a la televisión después de cerca de 20 años?

Bien, está uno ya acostumbrado a las rutinas y a las horas. Porque ya sabes que la televisión significa velocidad y ya no hay nada nuevo.

 

¿Cómo ves la salud de la profesión en la actualidad?

Como siempre, depende de quién te lo cuente. Ahora hay una fuente de contratación formidable en la televisión, donde se da trabajo a mucha gente, pero por los datos que manejo, no parece que está muy bien la salud general. También es difícil, porque hay mucha gente que acude a la profesión con el espejismo de la fama. Por eso hay veces que no sé si es solo cuestión de falta de trabajo o que la gente llega con unas expectativas equivocadas.

 

¿Hay más proyectos a la vista?

Estamos acabando la primera temporada de la serie Tiempos de guerra y seguiré con Muñeca de porcelana hasta junio del año que viene. Hay otras cosas de las que ya se hablará más adelante.


@casas_castro

David Casas

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