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Giros - página 9

No te creas lo que te digan

No te creas lo que te digan. Es el primer error antes de no poder volver atrás. Tú simplemente no te lo creas, porque finalmente no te va a servir de nada. Ni te va a reportar beneficios económicos ni mucho menos sentimentales, que de esos escasean últimamente por estos barrios.

Europa es el Edén de los usureros

El corazón de los gobernantes de Europa está tan podrido que dudo que ya tengan corazón. Los refugiados que tratan de alcanzar un trozo de paz y estabilidad en la vieja Europa se topan con una realidad hostil y miserable, casi tanto como los obuses y balas trazadoras que dejaron en el camino. Los refugiados tropezaron con guardias nada amistosos, alambradas de espino y una burocracia cuyas letras no hablan de la generosidad del hombre y se niega a repartir el maná heredado de antiguas generaciones.

El pacto de la vergüenza

Ese pacto. Todos saben al cuál me refiero. Ese donde una cosa con patas que respira es tratado de eso, de cosa.Lo siento. Te vamos a enviar a tu país que aquí somos muchos y sobras. Comete tú las bombas mías que a mi me da la risa.

Quasimodo, políticos redimidos y otras tonterías

Han pasado la Semana Santa y la Pascua, aunque en el País Valenciano aún nos queda por completar el ciclo pascuero con la celebración de San Vicente Ferrer. Eso sí, no somos los únicos que alargan la fiesta una semana después de la Pascua. Algunas localidades extremeñas también festejan mucho el Domingo de Quasimodo, que es como se llama el primer domingo después de la Resurrección.

Jurisprudencia en crisis

No me dejes más indirectas. Te lo estoy diciendo de una manera correcta, sino tendremos problemas. Para ya con las llamadas a destiempo y deja tus argumentos en tu casa, porque no te van a servir conmigo. O bueno, quizás sí.

El hombre no sabe si tiene corazón o una bomba

El hombre de estos días ha endurecido el corazón y trata de arrancarse el alma de cuajo. Le sobra el alma y apenas tiene indicios sobre la utilidad del corazón. El hombre de estos días deduce que existe algo en su interior que late y le arrecian las dudas; no sabe si es un reloj o una bomba.

La libertad no es esto

La libertad sólo reconoce la frontera del mar y las risas de los niños. La libertad no tiene rostros ni colores, solo la luz del día y el silencio fresco de la noche. La libertad es una mano abierta, el beso de las olas, el canto que nace del viento y que el viento suelta cada amanecer. La libertad eran los ojos gastados de mi abuela que nunca se cansaron de mirarme y siempre vieron amor más allá de las espinas.

El polémico invitado

El Euribor, el índice que mide el interés al que se prestan dinero entre sí los bancos más importantes de la zona euro, está en sus peores días; en esos en los que el médico te da fecha de caducidad y no hay tanta agua de Lourdes para curarlo.

Niño de aquí, niño de allí

Un niño de aquí sueña con los Reyes Magos, con Papá Noel, con San Nicolás, con la vuelta de un tío lejano que le traerá juguetes, con el regreso de papá después de una intensa jornada de trabajo, porque el niño de aquí sabe que papá, quizás mamá, guarda su beso más tierno, la mejor caricia de ángel, esa sonrisa tan luminosa que mañana, cuando vaya al cole, todavía le durará en sus mofletes. Papá o mamá, le contará un cuento tan real, tan mágico, que quedará sumergido en un sueño tan profundo y dulce como una colchoneta de algodón.

“Cualquier investigación en el ámbito de la imagen por ordenador revierte en la sociedad”

Quizás al lector no le resulte familiar el nombre de Diego Gutiérrez. A la NASA, al MIT y a Disney, sí. Laureado con el Google Faculty Research Award, este zaragozano que rechaza abandonar su tierra es uno de los mayores expertos mundiales en realidad virtual. Ahora va a sumergirse en el ámbito poco explorado de la interpretación de las imágenes y la luz por parte del cerebro y de cómo este percibe a través de ellas la información. Le mueve "el puro placer de crear conocimiento". Aunque no piensa en ninguna aplicación concreta, de sus hallazgos y trabajo surgen utilidades que a él mismo le sorprenden. Esto se debe a que la vida moderna es cada vez más dependiente de su campo de investigación. Proyectos como los suyos pueden repercutir en nuestro futuro hasta niveles que a simple vista no sospecharíamos.

Ni siquiera hemos empezado

Ni siquiera hemos empezado y tenemos fecha de caducidad. Así de claro, tal cual lo oyes. Tan frío como suena y tan verdadero como frío. Ahora que todo está empezando es cuando sé que esto no va a ser un para siempre, un eternamente juntos o un hasta que la muerte nos separe (para los más corderitos). No me llamen cobarde, mejor previsor. Nada es para siempre como diría aquel, el café se enfría, el cigarro se apaga, el tiempo pasa y las personas cambian pero contigo no habrá mucho tiempo para que se enfríe el café. Hazme caso.

Hay cosas que no nos acaban de llenar

Hay cosas que no nos acaban de llenar. Todos estarán de acuerdo conmigo, quizás porque seamos del sur, tengamos la sangre más caliente y seamos más simpáticos de lo normal cuando se nos acerca alguien qué ni siquiera conocemos. Pero oye, que igual también somos tontos.

Gaspar Rosety

La primera vez que vi a Gaspar Rosety fue en 1982, en la semifinal mundialista que jugaron Francia-Alemania y que se disputó un mes de julio en Sevilla. Los de Antena-3 no tenían cabina, y estaban al raso en lo más alto del voladizo de preferencia del Ramón Sánchez-Pizjuán.

No estás invitado

No estás invitado. En serio, puedes darte la vuelta e irte. No interesas a nadie incluso ni a ti mismo deberías interesarte. Y sí, soy yo quién te dice que no pintas nada aquí. Así que haznos un favor a todos y no nos molestes más porque no te queremos. No nos interesas.

Gandhi y los corazones cobardes

Decía Gandhi: "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena". Este escuálido y sabio gran corazón derramó estas palabras rodeado de miles de corazones atónitos y esperanzados en la abrasadora explanada de la universidad de Delhi.

Escenografia, olvidos, cambios semánticos y otros sarcasmos

Movido anda el panorama político a menos de una semana del debate de investidura, sin salir las cuentas con los votos, con un acuerdo entre PSOE y C’S y una ruptura de las negociaciones con Podemos, Compromís e IU. La cuerda se ha tensado demasiado por todas partes y al final me parece que Felipe González se va a salir con aquello de la gran coalición o similar, si la cosa no se pierde por el camino. ¿Dónde está el Pedro Sánchez que hace un mes afirmaba que "los españoles no entenderían que Pablo (Iglesias) y yo no nos pusiéramos de acuerdo"? ¿Y el de hace dos meses que decía "Albert Rivera, tendrás veinte años menos pero eres la misma derecha del PP"? ¿Por qué Podemos ha tenido tan poca paciencia y ha preferido dar un portazo? ¿Por qué Pedro Sánchez prefiere pactar con un partido a la derecha del PSOE con menos diputados que con uno a la izquierda del PSOE con más diputados?

No me mires, corazón

No me mires con esos ojos. Y menos ahora, que nos acabamos de conocer. Para, venga, por favor. No me hagas pensar cuando llegue a casa o darle el coñazo a la almohada porque diré que es tu culpa, que eso de señalar a otros se nos da de perlas. Por tanto, no me mires así porque ni siquiera ha pasado eso a lo que la humanidad llamó tiempo para cuantificar la cantidad de momento. Y contigo, momento, no hay.

El 23-F en El Correo, aquel año del 81

Ese día había perdido el autobús. No tenía dinero para gasolina y había dejado mi viejo seat 124 de color mostaza en una zona de aparcamiento en la esquina de mi casa. Caminé un largo trecho desde el Polígono San Pablo hasta el periódico, sorteando charcos y encarando de la mejor manera latigazos de frío y humedad. Yo tenía 24 años y estaba en la sección de deportes. Llegué a eso de las tres y pico de la tarde, la redacción aún no había comenzado a hervir. La radio sonaba alto, porque había una votación en el Congreso, cuando de repente escuchamos un sonido raro, interferencias, chispazos, tiros. Requenita, el jefe de nacional, salió escopetado hacia el despacho del director, Guzmán, el de sucesos, encendió un cigarrillo, dio una calada profunda y soltó, como Humphrey Bogart, volutas de humo en círculos. Al poco, el genial Sentrañita le dijo a José María Gómez: "Creo que la abuela fuma, porque veo humo en el despacho del director". Gómez le sonrió: "Aquí el único que echa humo eres tú, pero es cierto que está pasando algo fuerte, en el Congreso. Antonio, pon más fuerte la radio".

Montoro y los artistas

No lo digo yo, lo escuché por ahí: "Montoro es un sapo que come elefantes". Y quien lo dijo lo clavó. Pero no sirve para nada. Vivimos en una sociedad donde reinan las moscas y los leones se esconden detrás de las cortinas. Este es un mundo donde lo absurdo muestra fortaleza y la inteligencia es el arte de vivir en el alambre sin romperte los huesos en la caída.

Fatale: cita con Lovecraft

H. P. Lovecraft es un escritor prácticamente desconocido para el gran público. Sin embargo no hay aficionado a la literatura fantástica y de terror que no le deba un buen puñado de pesadillas. Desde Stephen King a su hijo Joe Hill, todos los escritores que han jugado al miedo están en deuda con él. Los de cómic, también. Por eso incluso los guionistas reputados con series premiadas y bien reconocidas a sus espaldas no tienen ningún problema en reconocer sin ambages las influencias del maestro. Y cuando se lanzan a escribir una historia de horror, como Fatale de Brubaker, deciden no andarse con remilgos y servirnos una generosa ración de terrores lovecraftianos.

Los hombres de la vieja Europa

Decía Goethe: "El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen". Yo creo que el gran maestro de las letras alemanas lo escribió pensando en mucha gente de nuestros días. La condición humana es una estatua de piedra que el tiempo, como una pertinaz gota de agua, va deteriorando a pasos tan agigantados que, de seguir a este ritmo de corrosión, nuestras almas desprenderán un hedor insoportable.

Utópico distópico

Creo en la utopía y deseo vivir en esa isla ideal inventada por Tomás Moro, que casi quinientos años después de darla a la imprenta sigue resultándome tan fascinante, tan deseada por el simple contraste con mi propia realidad social en un país a punto de sentarse, si no lo ha hecho ya, en el diván del psicoanalista.

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