La responsabilidad social de la arquitectura puede suponer un antes y un después para una población que acaba de pasar por un desastre natural. Esta semana 360 Grados Press viaja a la ciudad chilena de Chanco para conocer un proyecto que está ayudando a levantar de nuevo a una población devastada por los seísmos, aprovechando los materiales originales.
Como el ave Fénix se consumía por acción del fuego para luego resurgir de sus cenizas, también la arquitectura puede demostrar sus bases humanas y su responsabilidad social para aprovechar materiales aparentemente destruidos o en desuso con el objetivo de alzar paredes de servicio al más necesitado y dar un techo a personas que han pasado por alguna situación que desean borrar de su mente con pico y ladrillo.
La joven arquitecta valenciana Carmen Gómez tiene muy claros estos pilares de su profesión y lleva cuatro años casi ininterrumpidos en Chanco, una ciudad y comuna de la región de Maule, en Chile, haciendo posible pintar sonrisas en las caras de sus habitantes después de los años de tristeza acumulados tras el importante terremoto que sufrió el país en 2010. “Las personas están ancladas en un discurso de desesperanza que no permite que se avance todo lo que sería posible con otra visión; hay una falta de creencia en que se puede cambiar algo, que es justo lo que queremos modificar con nuestro proyecto“, valora Gómez.
La zona antigua de Chanco fue declarada Zona Típica en 2000 por el Consejo de Monumentos Nacionales, gracias a su coherencia y al interés arquitectónico de sus casas de estilo neocolonial. Pero tras el grave movimiento sísmico que azotó el país hace siete años, el centro histórico de la ciudad está viviendo una reconstrucción lenta, que obliga a sus habitantes a vivir hasta el momento en edificaciones gravemente dañadas o a tener que alojarse en otros lugares a la espera de volver a sus hogares.
Una esperanza que está regresando a sus corazones pausadamente, pero que, al menos, llega, a partir de iniciativas como la de Gómez a través de Reclaiming Heritage (Recupera Herencia), un equipo colectivo mundial, cofundado por la joven arquitecta, que trabaja en la exploración del potencial del uso de materiales de edificación recuperados para la reconstrucción tras un desastre.
Cuatro años ofreciendo una oportunidad para renacer
Movida por un profesor durante su estancia en la Universidad Técnica de Berlín y por su interés en la vivienda social y en la intervención sobre asentamientos humanos existentes, la creadora de Reclaiming Heritage viajó a Chanco, donde encontró “un lugar que no se parecía demasiado a la imagen colorida y romántica” que tenía de Latinoamérica, “un pueblo muy dañado por el terremoto, con gente cariñosa, pero pesimista, que no tenía claridad sobre qué iba a suceder a continuación y con muy poca confianza en el cambio“.
Allí construyó un prototipo de vivienda durante un mes y medio junto al grupo que formó. “Lo hicimos a base de materiales recuperados que se habían caído durante el terremoto, pero aparte también averigüé las posibilidades que tenían la casas que seguían de pie para su reutilización“, explica la arquitecta.
Actualmente centra todos sus esfuerzos en el Museo de la Reconstrucción, la restauración de una de las pocas viviendas que se mantiene con una arquitectura muy similar a la original con la que se construyó Chanco, en colaboración con la constructora local Scipion y la Municipalidad de la ciudad. Será el primer museo de Chile que trabaje de forma específica la cultura de la catástrofe para generar conciencia sobre la influencia de los constantes desastres naturales que azotan el país, así como las reacciones individuales y como sociedad de la forma de ser chilena y sus paisajes.
Una pequeña porción del rosco arquitectónico de ilusión por una vida mejor que desea llevar a cabo Reclaiming Heritage, acompañada del trabajo de fondo en educación de los chanquinos para que puedan reflexionar sobre la importancia de la motivación y del apoyo para que su labor no se limite solo a suplir una necesidad material básica. “Si la arquitectura por si sola diera siempre lo mejor de sí misma, observando con atención las insuficiencias de su entorno y tratando de responder de la manera más sensible a ellas, los cambios serían increíbles, pero si realmente queremos obtener los mejores resultados debemos trascender la disciplina y actuar en red con otros“, concluye Gómez.
José Manuel García-Otero