Sigan las ideas, no sigan a los hombres

“Sigan las ideas, no sigan a los hombres que caerán al precipicio”, dijo alguien y el mundo siguió su camino de tumbos y trompicones. Es evidente que seguimos a los hombres. Vivimos en un mundo de palabra fácil y acciones homicidas, un mundo donde los buenos son los que menos hablan y los malos somos los demás. Cuando se dice que aquel tipo tiene una sonrisa cautivadora, ponte a cubierto porque de lo contrario te alcanzará la metralla. Hay sonrisas que matan y palabras más destructivas y voraces que el fuego en medio de una gasolinera.

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Vivimos en un mundo tan al revés que un día encontraré mi cabeza sobre los hombros de otro y mi corazón destripado en una charcutería. Somos un país tan conformista que mañana arderá y nos iremos de fiesta. Así somos.

 

Se dice que en los próximos comicios ganarán los mismos. Que ganarán los que nos roban a manos llenas, los que engañan a los niños con promesas de reinos de chocolate y tulipanes vacíos; nos dicen que ganará esa misma gente que auspicia fabriquemos barquitos de papel para hacernos al mar, aunque el mar sea territorio de tiburones. Dicen que ellos volverán a ganar porque son más altos, más fuertes y más canallas que nosotros, aunque permitidme guarde en la cabeza un trozo de mi yo más cuerdo.

 

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Decía mi añorado Eduardo Galeano: “El mundo es una gran paradoja que gira en el universo. A este paso, de aquí a poco los propietarios del planeta prohibirán el hambre y la sed, para que no falten el pan ni el agua”. Lo malo es que decía una verdad tan aplastante como estremecedora y, sin embargo, lo condenamos por loco.

 

Estamos tan hartos de no hacer nada que tenemos encallecidas la conciencia. Pasamos al siguiente capítulo cuando el primero ni abrió la boca y siempre queremos más. Nuestros gobernantes son tan perversos y tan mediocres, que esperamos que salga caperucita roja para que vuelva a moler de otra paliza a su estúpido lobo. Sentimos pereza por el nuevo día, por otro amanecer desconchado, por un anochecer tan uniforme que nos convertimos en idiotas bajo sospecha. Pero atended: esta mañana tocaron el cornetín y no apareció la banda. Orwell seguía detenido por mal profeta.


@butacondelgarci

Foto: Marga Ferrer

David Barreiro

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