“No concibo mi vida sin el atletismo”

El atleta Juan Antonio Fernández Cantos se encuentra a un paso de cumplir con el sueño de su vida: participar en las seis World Marathon Majors, un reto que le convierte en un ejemplo de disciplina, esfuerzo, lucha y determinación y cuyos obstáculos no le apartan ni por un momento del camino hacia la meta.

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Aunque confiesa que puede llegar a ser “el deporte más ingrato del mundo”, Juan Antonio Fernández Cantos se desvive por avanzar un poco más en cada tramo de la carrera. El benidormense ha llegado hace tan solo unos días de su periplo por Tokio, donde ha participado en uno de los seis maratones más importantes del mundo, en el que ha corrido junto a otros 40.000 amantes del atletismo.

 

Se ha llevado un nada desdeñable puesto 187 – tercero de Europa y primero de España – que se añade a un palmarés lleno de triunfos como el primer lugar, entre los españoles, en el de Boston y el número 22 en el pódium general del de Londres. Lo haga a gatas, con la lengua fuera o a punto de desvanecerse, piensa llegar a cumplir con los dos retos mundiales que le restan – Chicago y Nueva York – para alcanzar la meta de su vida. Un sueño que le hace levantarse cada día y le pone raudo a entrenar y, sobre todo, a correr.

 

¿Cómo te iniciaste en el mundo del atletismo?

Fue en mi ciudad natal, Benidorm, en la pista de atletismo del Polideportivo Municipal Foietes, de la mano de mi maestro de Educación Física del colegio. Más tarde conocería a mi entrenador de toda la vida, Antonio Cruañes. Llevo practicando atletismo desde los 9 años y poco a poco se fue metiendo en mi vida. Ahora, pasados 23 años, es una forma de vida y, hoy en día, no concibo mi vida sin el entrenamiento ni sin el atletismo.

 

¿Qué te aporta este deporte?

El aporte es brutal, ya que me ha hecho crecer como persona y creo que mi vida sin correr no tendría sentido a día de hoy. Con el atletismo te das cuenta de que es como la vida misma: si trabajas obtienes resultados, aunque a veces llegue a ser el deporte más ingrato del mundo. Pero, gracias a él, conocí a mi novia, tengo infinidad de amigos y me he hecho un hueco en la vida. Me aporta felicidad y a veces es como una vía de escape a problemas y de desconexión.

 

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¿Cómo ha sido la experiencia en Japón?

Una de las mejores de mi vida, ya que realmente es otra cultura y otra mentalidad diferentes. Me ha impresionado el hecho de que tengan el tema “maratón” como una religión. Es realmente impresionante.

 

No eres un novato en esto de las competiciones internacionales. ¿Qué balance haces de estos años recorriendo el mundo con este deporte?

Afortunadamente he tenido suerte, aunque también he requerido de tiempo, comprensión y ahorrillos. Estoy cada vez más cerca de cumplir mi sueño: correr las seis maratones más importantes del mundo, las World Marathon Majors.

 

¿Qué ambiente se respiraba en Boston, un año después de los atentados de 2013, en cuanto a seguridad y a participación?

Tuve la gran fortuna de poder disputar la edición pasado un año de aquella brutal barbarie y, sinceramente, fue muy emotivo. En cada metro se sentían el apoyo y las muestras de cariño. Fue muy especial. La que corrí en Londres también tuvo motivos similares, mucho más frescos, ya que se realizó una semana después del atentado de 2005, al igual que el de Madrid, al fin de semana siguiente. Siempre lo recordaré.

 

¿Cómo te preparas cada maratón paso por paso?

Esta es sin duda la pregunta que más me gusta, ya que durante los 3 meses de preparación disfruto cada día como si estuviese dentro de una burbuja. El entrenamiento lo es todo: te encuentras con tu ‘yo’ disciplinado, meticuloso, sacrificado y exigente a diario y te hace vivir la experiencia de la maratón con un espíritu de lucha y de motivación increíbles. Es un periodo – los runners sabrán muy bien de lo que hablo – en el que a veces parecemos esclavos de nuestros entrenos. Nos volvemos anárquicos, le damos prioridad al entrenamiento por encima de todo lo demás. Parecemos antisociales basando nuestro día a día en entrenar, comer y descansar y, cuando nos juntamos, solo existe este tema de conversación. Pero a esta bendita obsesión debemos añadirle que todos trabajamos, tenemos familia, amigos y quehaceres. A veces no nos damos cuenta y condicionamos sus agendas. Por lo que, desde aquí, envío un sentido lo siento a que nos aguantan demasiado. No nos damos cuenta de que no vivimos de ello, sino que tan solo es nuestra pasión.

 

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¿Y en cuanto a la preparación?

A ello voy. Se compone de tres meses en los que hay dos macrociclos, que se fragmentan, a su vez, en seis microciclos. Suelo meter tres semanas de carga y una de descarga para asimilar todo el trabajo acumulado. Realizo entre 70 y 180 kilómetros a la semana que se acompañan de series cortas y largas, gimnasio, cuestas, escaleras, rodajes largos, días de doblaje, técnicas de carrera, sesiones de spa/masajes y mucha montaña. Tengo el privilegio de poder prepararme con un grupo de entrenamiento que siempre hace el esfuerzo más ameno. La alimentación también es muy importante: me cuido mucho con cinco comidas diarias en las que meto mucha pasta, fruta, carne y frutos secos.

 

¿Rituales o manías que tienes antes o después de correr?

Soy el atleta más maniático y con más rituales del grupo. Desde empezar por un pie para ponerme los calcetines a pasar por sitios concretos o tocar cosas. Pero es que mis rituales no solo son entrenando o compitiendo, sino también desde que me levanto: siempre lo hago apoyando primero el pie izquierdo, abro con la mano derecha el pomo de la puerta o coloco primero el pie izquierdo al pesarme, si hemos entrenando, y el derecho si no. Es de locos, pero mientras me siga yendo bien…

 

¿Qué vendrá como deportista después de haber participado en los seis maratones más importantes?

Las seis menos importantes, porque hay que decir que, aunque no tengan el sello Gold Race, las de Valencia, Rotterdam, Hamburgo, Zurich, Frankfurt y Madrid también me seducen mucho, y de estas sí que podría plantearme igual dos al año, ya que son muchas. Pero, bueno, tan solo son carreras y lo más importante es seguir haciendo lo que más me gusta y lo que mejor sé hacer que, en definitiva, es lo que más feliz me hace sentir. Y es correr.

Javier Montes

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