Nuestras esperanzas, en manos de Saul Goodman

Llegó el estreno de Better Call Saul, el cual plantea la duda existencial de si esta serie estará a la altura de las expectativas. ¿Opiniones?

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Reconozco que a punto estuve de abandonar Breaking Bad en sus inicios. La torpeza de su protagonista, que hacía exasperar en el asiento, y la decadencia del paisaje, que sumía al espíritu en un continuo ahogo, casi me hicieron poner los pies en polvorosa. Sin embargo, fiel a la máxima de dar una oportunidad más allá del piloto, seguí con el visionado y, ahora, puedo decir que ésa ha sido una de las mejores decisiones seriéfilas que he tomado en mi vida. Porque dichos factores, junto con la oscura evolución de Walter White, se tornaron tan adictivos como su propio blue sky. Hablamos de una obra maestra de la ficción televisiva que con su cuarta temporada alcanzó la cima y que, tras un bendito acuerdo entre AMC y Sony, ofreció además una quinta que la catapultó hasta el mismísimo Olimpo.

 

De semejante antecedente nace Better Call Saul, un spin off que empezó como una suerte de broma entre sus creadores, Vince Gilligan y Peter Gould, y que fue vendido antes, incluso, de ser una ‘idea cuajada’. Es más, la renovación para una segunda temporada de 13 episodios se ha producido previamente a su estreno. Todo ello, a partir de un personaje secundario redondo que, seamos sinceros, fue algo más que eso a medida que avanzó el guión de Breaking Bad. Así, el picapleitos que sirvió como contrapunto cómico en ésta ha sido teñido de drama en prácticamente su totalidad – tranquilos: han dejado algo de hueco para el humor – y descubre su trayectoria ante el espectador en una nueva producción que ha de guardar las similitudes necesarias y, a la vez, marcar las diferencias suficientes – ¡ahí es nada! –.

 

En definitiva, las preguntas “¿De dónde ha salido…?” o “¿Qué habrá sido de…?” que han asaltado a la mayoría de seguidores de Breaking Bad en más de una ocasión van a encontrar respuesta para con Saul Goodman. De hecho, la primera entrega empieza en blanco y negro evocando un anonimato futuro que, después de una breve intro – tanto como un pestañeo –, salta al color para situarnos seis años antes de conocer a Heisenberg, cuando el abogado todavía era conocido como Jimmy McGill. El dilema entre la decencia profesional y llegar a fin de mes desata otra transformación personal al más puro estilo Gilligan y Gould que promete. “Acabo de tener un caso con tres clientes: lectura de cargos, voir dire y juicio con jurado. ¿Sabes lo que me he llevado a casa? Setecientos dólares. Bien podría haber ido a los suburbios y vender plasma“, argumenta el propio Bob Odenkirk metido en su papel a su hermano ficticio, Chuck McGill, una de las incorporaciones de esta serie derivada. Y la conversación continúa:

 

– Estás representando a gente que no tiene dónde acudir. El dinero no tiene importancia.

– El dinero sí que tiene importancia. El dinero es la clave.

 

Por supuesto, las caras conocidas, como Mike Ehrmantraut, quien aparece poco después de empezar este primer episodio – un reencuentro con esa imperturbable mirada que ya hace que merezca la pena verlo –, se sucederán en un intento de fidelizar a los admiradores en potencia de Better Call Saul. Sin embargo, ¿hasta qué punto se alcanzará o se superará la calidad de Breaking Bad? La presión es máxima, pues somos muchos los que deseamos volver a sentir las mismas ‘mariposas seriéfilas’ en el estómago. Nuestras esperanzas, por tanto, están en manos de Saul Goodman y sólo hay una forma de confirmar el flechazo: dándole al play otra vez.


@LaBellver

Marcos García

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