El fotógrafo canario Francis Pérez asegura que se inicio en la fotografía porque al observar el mundo submarino que permite descubrir la práctica del buceo sintió la necesidad de mostrar la belleza que vive bajo las aguas. Tras publicar su trabajo en prestigiosas revistas a nivel internacional, acaba de ganar el galardón “Pictures of the Year 2014”, que premia las mejores fotos submarinas del mundo.
Crítico con las prospecciones submarinas, amante de la naturaleza y capaz de captar con su objetivo el mundo que vive sumergido bajo las aguas oceánicas. El fotógrafo tinerfeño Francis Pérez se zambulle en busca de la riqueza subacuática, de especies muchas de ellas en peligro de extinción- y de arrecifes de coral para celebrar la belleza submarina. Sus instantáneas, que recogen la variedad y fragilidad de los océanos, han sido publicadas por National Geographic. Ahora, el fotógrafo español acaba de recoger en Las Vegas el premio internacional que organiza la Ocean Geographic Society, que pone el foco en las fotos no retocadas que puedan contar historias sin palabras.
Cuando te comunicaron que eras el ganador, supongo que sentiste una ola de emociones.
Yo estaba entre los diez finalistas y poco a poco me empezaron a llegar mensajes… Después me enviaron un correo diciéndome que estaba premiado. Pero no sabía si era el primer premio, mención… Y al final me llevé el primer premio en Porfolio.
¿Qué particularidad tiene esa categoría?
Es la más complicada porque hay que presentar diez fotos. Las demás categorías son individuales. Tener una foto buena al año es más fácil que tener diez. Yo tiro miles de fotos al año. Al final te puedes quedar con tres o cuatro fotos realmente buenas. De esas que dices “chapeau”.
¿Cuáles son tus inicios, tanto en buceo como en fotografía submarina?
En buceo empecé hace veinte años. En el año 2000 aproximadamente empecé a fotografiar porque me surgió la necesidad de mostrar lo que estaba viendo. Probé y me metí de lleno. Empecé a viajar y a fotografiar otros lugares.
En todo caso, la mayoría de tus fotos están tomadas en Canarias. ¿Qué características tienen esas aguas?
En Canarias tenemos agua por todas partes (risas). Aquí buceo todo el año y la temperatura del agua oscila entre los 17-18 grados y los 23-24 grados en verano. Es un lujo. Además, están las ballenas y el paisaje submarino volcánico. En Canarias tenemos las condiciones que tenemos porque relativamente lo hemos mantenido. El paisaje hay que cuidarlo. No debemos dejar que el mar se nos muera. También hago dos viajes al año para ampliar la perspectiva. Todos los sitios del mundo tienen algo. Galápago, por ejemplo, la diversidad.
¿Qué material utilizas cuando te sumerges en busca de imágenes subacuáticas?
El equipo autónomo de buceo y el equipo fotográfico. Llevo una cámara profesional metida dentro de una carcasa submarina. Aparte, flashes y algún foco. Para paisaje submarino uso un angular de 15 mm de Canon. Para macro, 100mm y lupas de aumento. Tengo una Canon 5D Mark III. No he pesado todo esto. Prefiero no hacerlo ¡En el agua no pesa! (risas).
¿Piensas en la foto que quieres tomar antes de meterte en el agua?
Siempre decides antes si vas a hacer angular, macro, peces
Porque no se pueden cambiar las lentes bajo el agua. Ahora soy más selectivo. Planifico la inmersión, busco la mejor hora del día, tengo en cuenta la luz… Todo esto lo pienso.
En alguna ocasión has dicho que estás espacialmente orgulloso de la foto que hiciste al tiburón Solrayo. ¿Qué tiene esa instantánea?
El cariño que le tengo es por la especie en concreto y no tanto desde un punto de vista fotográfico. Es la primera vez que publiqué en National Geographic, por cierto. Esa especie es muy difícil de ver. Vive entre los 700 y 1000 metros de profundidad más o menos y sólo sube en determinadas ocasiones; cuando las hembras están preñadas. Se sabe muy poco de él. Por eso le tengo especial cariño a la foto. La hice en el Hierro. Fue un lujo.
¿Has sentido miedo alguna vez al tener delante de tu objetivo a estas especies?
Miedo no. Miedo más que nada por la naturaleza. Por las condiciones, que pueden virar o por las corrientes. Por los animales, nunca. Un tiburón siempre está esquivo. No me da miedo, más bien tengo respeto a las condiciones del mar. En Canarias hay una población de cetáceos importante. Es fantástico tenerlos todo el año. Hay ballenas de 15 metros. Esas imponen un poco más (risas).
¿Cómo te mimetizas con el entorno para conseguir acercarte tanto a los animales?
Es imposible mimetizarse. El tiburón, por ejemplo, tiene un desarrollo olfativo impresionante. Y yo voy con botellas y burbujas… Siempre hay que acercarse con tranquilidad, sin sobresaltos y con serenidad. Si te notan hasta el más mínimo punto de agresividad se espantan. Y no hay que dejarse llevar por las emociones porque al ver a un animal de este tipo el corazón se acelera.
¿Cuánto tiempo pasas bajo el agua y qué profundidad alcanzas?
El tiempo, depende. Lo que te permite el buceo y la mezcla de botella. Mínimo estoy bajo el agua 50 minutos y máximo, 120 minutos con el buceo normal y una mezcla normal de aire. Y respecto a la profundidad, voy de los 0 a los 60 metros más o menos.
¿Qué consejo darías a aquellos que quieren zambullirse a fotografiar?
Ahora tenemos el lujo de tener las cámaras digitales. Mi consejo es disparar fotos y disparar fotos. Y ver mucha fotografía. No sólo de submarinismo; de naturaleza e incluso ver cosas de arte, composiciones de luz. Preguntar mucho. Lo principal es lanzarse al agua y disparar.
No podemos despedirnos sin preguntarte cómo se siente uno bajo la inmensidad del mar.
(Tarda unos segundos en contestar) Ingrávido… y en silencio. Bucear viendo un paisaje submarino es como volar sobre una ladera.
José Manuel García-Otero