Las crónicas de Legión: Drácula reinventado

Escoger un clásico, un mito dentro de su género, y replantearlo más allá de todo lo que conoce el público sobre él es una auténtica temeridad. Sobre todo si el personaje tiene tal ascendiente que prácticamente no hay ser humano que no haya oído hablar de él. Por bueno que sea el resultado siempre corre el riesgo de que el público no lo encuentre a la altura del original. Y sin embargo, a veces hay alguna obra de este tipo que no sólo no desmerece al original sino que, además, resulta una contribución fascinante al género. Ese es el caso de Las crónicas de Legión, una reinvención completa y fascinante del mismísimo Conde Drácula.

El guionista Fabian Nury se rodea de un equipo de cuatro dibujantes para contarnos una nueva visión del mito del vampiro que entronca directamente con Marcos 5:9, donde Jesús libera a un hombre poseído de un demonio que dice de sí mismo: Mi nombre es Legión. Partiendo de esta cita bíblica, Nury revisa la historia de Vlad Tepes Drácula y construye una oscura trama familiar vinculada a una maldición ancestral que sobrevive a través de los siglos gracias a la sangre. Las crónicas de Legión sigue a los portadores de esa maldición a lo largo de cuatro momentos y cuatro lugares históricos –la Transilvania del siglo XV, México en el XVI, las guerras napoleónicas y el Londres victoriano– para desvelarnos poco a poco la oscura verdad que se oculta tras esa saga.

Con un aspecto gráfico sobresaliente, gracias al soberbio trabajo de los dibujantes Mathieu Lauffray, Mario Alberti, Zhang Xiaoyu, Tirso Cons y Eric Henninot –encargados cada uno de uno de los episodios históricos que componen la historia–, el cómic destaca también por el fantástico trabajo que han hecho los chicos de Yermo Ediciones con la versión española del álbum. El gran formato del volumen permite apreciar en todo detalle las minuciosas recreaciones que realizan los dibujantes de los periodos históricos que les toca ilustrar. A mí, personalmente, me ha gustado sobre todo el trabajo del español Tirso Cons que, con su recreación del Londres victoriano, ha logrado evocar en esta nueva visión del mito de Drácula a su homónimo clásico a través de las oscuras calles neblinosas de la capital británica.

Y es que, aunque Las crónicas de Legión reinventa en cierto modo la historia del personaje, no se puede negar que la sombra del conde transilvano es alargada y resulta difícil sustraerse a su embrujo. De hecho Nury, el guionista, no es ni de lejos el primer escritor de cómics que recurre a la figura de Drácula para construir un argumento. Como no podía ser de otro modo la historia canónica, la de Stoker, ha tenido innumerables adaptaciones a la viñeta. La última ha llegado a las librerías hace poco y está firmada nada menos que por la hija de Alan Moore. Pero el chupasangres más famoso de la historia también ha sido dibujado por insignes ilustradores del género del terror como Mike Mignola, que se encargó de la adaptación al cómic de la exitosa visión del vampiro de Francis Ford Coppola.

Mención aparte merece la serie que en los setenta publicó Marvel Comics sobre el personaje, que llegó a ubicar al conde dentro de su propio universo y lo enfrentó a algunos de sus personajes más conocidos, desde el Doctor Extraño hasta… ¡Spiderman! Es cierto que algunos de estos enfrentamientos rozan el ridículo pero en honor a la verdad la serie de Drácula que publicó Marvel –con el sugerente título de La tumba de Drácula– fue un auténtico revulsivo para el cómic de terror que revitalizó completamente el género.

Las crónicas de Legión están lejos de ese cómic de espíritu pulp y aspecto clásico. Es de hecho una obra mucho más espectacular y narrativamente más actual, emplea de manera eficaz la ruptura temporal para mantener el interés creciente a lo largo de la narración y logra un clímax bastante sorprendente. Sin embargo es también una recomendable revisión del mito y, al mismo tiempo, un digno homenaje a ese personaje oscuro y a lo largo de los siglos ha arrastrado la maldición dela sangre.

@elplumilla

José Manuel García-Otero