Desobediencia tras el telón

Contar lo que sucede y cómo lo vive la sociedad con matices de comedia e ironía. Esta semana en 360 Grados Press hemos conocido de cerca a una compañía de teatro que actúa como si de un juglar se tratase, con una función política y social. La provocación, una de sus características inherentes, puede disgustar a algunos; pero lo que nadie pone en duda es su compromiso con este arte durante el último medio siglo.

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Hay quien realiza estiramientossobre el escenario, quien se relaja en el mismo sitio al ritmo de unaconversación sobre actualidad, quien apura hasta el último momento para ponerlas cosas en orden, quien se anima a trastear con algo de música…

Ellos son Els Joglars y ésta, su cuenta atrás paraque dé comienzo la función. Actualmente, ElNacional es lo que les está llevando sobre las tablas, una obra que hanrescatado del baúl de las creaciones. “Lahemos actualizado puntualmente, en ciertos momentos dramáticos, pero el corpusprincipal del texto es idéntico al original de 1993. Es un espectáculo con elque pasa algo muy curioso, pues parece que esté más de actualidad ahora quecuando se estrenó hace 18 años. Desgraciadamente, es muy real“, afirmaRamon Fontserè, director y actor de esta compañía de teatro.


Ciertamente, lo que ocurre con estaobra es un tanto particular, pues ElNacional versa sobre la crisis en los teatros, una situación con la quetodos los artistas tienen que lidiar en el presente. Aún en el caso decompañías como Els Joglars,caracterizadas por su rechazo a grandes estructuras o la opulencia escénica,los equilibrios están siendo considerables. “Capeamos la crisis como podemos. Ya estaba el asunto un poco mal yahora con eso del IVA… La verdad es que recaudar en un arte como el teatro meparece una grosería. Parece que la cultura no interesa“, confiesa Ramon.


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Sin embargo, si de algo saben en Els Joglars es de supervivencia: fundadaen 1962, esta compañía se trata de la más antigua de toda Europa. Quizá, laclave sea haber mantenido intacto aquello que les ha reportado tantas alegríascomo quebraderos de cabeza. Su esencia, en definitiva, que no la forma. Porquesus inicios estuvieron marcados por el mimo clásico. Las palabras se fueronincorporando poco a poco. Pero el carácter crítico con la realidad siempreestuvo ahí. Tanto es así, que en tiempos aún más difíciles que el presente, losde la censura, algunos de sus componentes fueron sometidos a un consejo deguerra. ¿El motivo? La torna, unaobra que abordaba la ejecución de Puig Antich y del polaco Heinz Chez a la parque denunciaba la manipulación de la opinión pública al respecto.


Fieles a este principio fundacional,las controversias, como no podía ser de otra manera, se han sucedido a lo largode los años. Políticos, artistas, escritores… Aquí no hay personalidad quepueda ser tachada de intocable. El resultado, un público claramente dividido enseguidores y detractores, así como una etiqueta por excelencia para lacompañía: “polémica”. No obstante, sus miembros no sienten arrepentimiento alguno.En palabras de Ramon: “Es un tipo deteatro que hemos practicado siempre. La sátira, la ironía y el humor son buenosingredientes para tratar los asuntos, desacralizarlos o desmitificarlos. Losutilizamos junto con otros, como la poesía, los momentos líricos o los momentoscanallas. Que una polémica se lleve al extremo es algo que puede suceder. Unotiene que estar preparado para cuando esto ocurra. Lo único que queda en esecaso es asumir las consecuencias y seguir haciendo el teatro que nos divierte ynos gusta“.


Ahora, Els Joglars afrontan una nueva etapa, porque Albert Boadella, quienfue su cabeza visible durante estos 50 años de historia, dejó la direcciónhace un par de semanas. Y la confió, justamente, en Ramon, quien suma más detres décadas trabajando en la compañía. “Loscambios van a ser mi personalidad y mi visión. Evidentemente, seguiremos laslíneas maestras de Els Joglars, pero será diferente pues yo no tengo lapersonalidad de Albert“, apunta el recién nombrado director.


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Más allá de avivar el debate entrela sociedad, entre esas ‘líneas maestras’también destaca la investigación. “Es unpoco lo que hace un detective, es decir, no atacamos al personaje de una manerafrontal, sino que vemos diferentes ángulos sobre un mismo personaje para queluego tenga más variedad, recursos o cartas que mostrar. Eso requiere tiempo“,explica Ramon. En resumidas cuentas, se trata de una construcción teatral engrupo; una dinámica de trabajo admirada por muchos y algo mitificada por elespacio, pues la ensayan en La Cúpula, literal, ubicada a los pies del Pirineocatalán.


Con todo, Els Joglars pueden presumir de trayectoria y, parece que también,de futuro. “Hemos logrado un cambiogeneracional, porque ya vienen chavales jóvenes a vernos y a felicitarnos. Loimportante en el teatro es mantener que el público se entretenga y se produzcauna catarsis con lo que hacemos con él“, concluye Ramon. Seguro que muchosmás se dejarán embelesar por nuevos proyectos, como el siguiente: unaadaptación de El coloquio de los perrosde Miguel de Cervantes. Mientras, ElNacional seguirá provocando a la cultura con cultura. Y, siempre, en estacompañía seguirán siendo algo políticamente incorrectos.


@LaBellver

David Barreiro

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