El cielo sube

‘Yo, con el jamón, no me la juego’. Así reza un anuncio publicitario de una popular firma de jamón serrano. Pues bien: yo, con el cine, sí me la juego y, últimamente, me estoy quedando sin blanca. Osado de mí, esta semana elegí un corto de Marc Recha, un director catalán del que ya hablé aquí sobre su película Petit Indi. Entonces su propuesta cinematográfica no me convenció y como soy un hombre, volví a tropezar con la misma piedra.

El cielo sube, rodada en 1991,está ambientada en el verano de 1957, cuando Juan de Dios pasa unaconvalecencia en un hotel en el campo. Siguiendo las prescripciones del médicodebe estar en reposo absoluto “ni un movimiento, ni un pensamiento”, insistemachaconamente la voz en off que ambienta los 70 minutos de cinta. No haydiálogos, no hay color. Estirado en una hamaca, Juan de Dios debe conformarsecon hundirse en el aburrimiento, igual que un náufrago en el mar o elespectador en su sofá. Juan de Dios pronto se da cuenta de que la inmovilidades imposible y se ve invadido por sensaciones físicas, sonoras, visuales yolfativas, esas que el director va separando en unos cortos capítulos que segúnse suceden se van haciendo eternos. ¡Menudo tedio!

Harto de todo vuelve a Barcelona para entregarse a las sensaciones de laciudad y cuando uno espera ver algo aparecen las letras de crédito. The end.¡Pero ahora! Suele quejarse el espectador salvo que sea un crítico como JoséLuis Guarner, de La Vanguardia,quien escribió del joven director catalán que en El cielo sube demuestra un talento prometedor y un sentido del cinefuera de lo común. De lo último estoy de acuerdo porque no tengo ni idea perode lo primero estoy convencido de que hay alguna contraprestación por detrás.Les prometo que a mi ni el mayor de los sobornos me haría escribir algo buenode este intento de cine (bueno, tal vez no). Por si acaso les dejo mi correoelectrónico por si lee esto Recha o algún familiar javiermontescas@yahoo.es

Feliz semana a todos.

@JavierMontesCas

Adrián Cordellat