El reciente fallecimiento de Antonio Mingote, una de las figuras fundamentales del humorismo español de los siglos XX y XXI, ha sido una excepcional excusa para visitar la exposición que el Museo de la Ciudad de Madrid dedica a La Codorniz, la revista satírica que abrió paso a dibujantes como Mingote, Máximo, Forges, Gila o Chumy Chumez, y que en 2011 celebró el 70 aniversario de su creación por parte de Miguel Mihura. En 360gradospress viajamos de la mano de La Codorniz a la cuna que meció los inicios de algunos de los humoristas gráficos españoles más influyentes de las últimas décadas.
Corría el año1.937, en plena Guerra Civil española, cuando el dibujante y escritor MiguelMihura, que consiguió escapar con su madre del Madrid republicano, recibió elencargo de asumir la dirección de una revista de entretenimiento para lossoldados sublevados que luchaban en el frente. Nació así La Ametralladora, cuyohumor surrealista fue un banco de pruebas para el surgimiento, ya en Madrid yfinalizada la contienda, de La Codorniz. La revista, que llegó a los quioscos un8 de junio de 1.941, contaba en sus filas con algunos de los dibujantesespañoles más importantes del momento y con la colaboración de humoristas derevistas como la italiana Bertoldo y la americana New Yorker.
En 1.944, agotadopor el esfuerzo y viendo la posibilidad de sacar tajada de la venta de larevista, Mihura cede la dirección a un jovencísimo Álvaro de la Iglesia, figuracapital en el desarrollo de La Codorniz, ya que fue su director durante 33 años,una etapa en la que la revista, que nació muy vinculada a las tropas franquistas, se convierte en unelemento más crítico con la política franquista y empieza a tener sus primerosproblemas con la censura del momento. La Codorniz alcanza entonces la gloria dela mano de Álvaro de la Iglesia y del Conde de Godó, superando los 250.000ejemplares en algunos números extraordinarios y abriendo paso en sus páginas adibujantes y escritores que contarán con sus viñetas la actualidad del paísdurante las siguientes décadas.
En la exposicióncon la que el Museo de la Ciudad de Madrid rinde tributo a esta revista dereferencia del periodismo español, podemos apreciar algunas de las viñetas dedibujantes como Gila, Goñi, Mingote, Munoa, Kalikatres, Azcona, Serafín, JulioCebrián o los hermanos Ozores. Viñetas que, a pesar del paso del tiempo, siguenteniendo plena vigencia, muy especialmente aquellas en que los artistas centransus miras en temas económicos como la inflación o en las abrumadorasdiferencias entre ricos y pobres, entre empresarios y trabajadores, acentuadasaún más si cabe por la caricaturesca visión de los humoristas. Y es que, apesar de la modernización evidente, pocas cosas han cambiado en una España quetiene en el balón de fútbol la esfera que ilumina los atardeceres y en laangustia económica de las familias el pan nuestro de cada día.
La Codorniz iniciósu decadencia en 1.977, cuando el Conde de Godó despidió fulminantemente aÁlvaro de la Iglesia como director. La última portada de la etapa de Álvarocomo director con una corona de flores y el irónico lema “R.I.P. 1.941-1.977.Tus censores no te olvidan” da fe de ello. Manolo Summers y Carlos LuisÁlvarez, que se hicieron cargo de la revista desde el despido de Álvaro y hastael fallecimiento definitivo de la misma en diciembre de 1.978, poco pudieronhacer para insuflar vida a una revista que perdió parte de su razón de ser conla muerte de Franco y el estreno de la libertad de expresión, y a la que nisiquiera la moda del destape consiguió hacer reaccionar. El Roto, Umbral, Raúldel Pozo o Vicent dieron algo de color con sus textos y dibujos a estas últimasetapas de una revista que cerró para siempre sus puertas tras 47 años y 1.898números de existencia.