Sierra Nevada alberga la mayor montaña de Europa Occidental después del Mont Blanc. Coronamos las mayores cumbres de este macizo: el Mulhacén y el Veleta
ÓSCAR BORNAY, Granada. Vista desde la Vega de Granada, Sierra Nevada aparece como una inmensa muralla de piedra que se eleva hasta el cielo. Este impresionante macizo fue declarado Reserva de la Biosfera en 1986 y Parque Nacional en 1999. En sus laderas de la vertiente sur se halla la mágica Alpujarra, que en los años 70 y 80 albergó a una nutrida comunidad hippie que ha dejado su huella tanto en el paisaje como en los comercios y el carácter de sus gentes.
Es una tierra de contrastes. Subir desde Granada hacia el albergue de Pradollano, a unos 2.500 metros de altitud, supone pasar dependiendo de la estación del año-, de un clima benigno, incluso caluroso, a un entorno de alta montaña, de temperatura fresca incluso en verano, donde el viento es un frecuente acompañante. Cerca de este albergue universitario muy bien acondicionado, y que será el inicio de la ascensión al pico Veleta (3.393 m.), se sitúa la estación de esquí de Sierra Nevada, que tiene el honor de ser la más sureña de Europa.
Desde Pradollano, el gigante Veleta vigila cada paso uno de nuestros pasos. La ruta, bien señalizada, es en verano una especie de peregrinación montañera. Aficionados y estudiantes encaran la ascensión con el ánimo de coronar el tercer pico más alto de España y obtener unas vistas inolvidables.
La ladera del Veleta es un paisaje lunar, marciano, de una belleza hostil. Las rocas reflejan el sol como espejos que hacen entrecerrar los ojos. Conforme se asciende, se empieza a notar un continuo descenso de la temperatura. Es la altitud, en poco más de una hora nos encontramos superando la barrera psicológica de los 3.000 metros. Finalmente, tras los últimos remontes de la estación de esquí, el Veleta nos deja descubrir sus secretos. Una imponente sucesión de tresmiles a izquierda y derecha, varias lagunas casi heladas y a unos kilómetros sobresale, majestuoso, nuestro siguiente objetivo: el Mulhacén, y más a su derecha, el imponente Alcazaba, tercera cumbre del macizo..
Una cita con la historia
Sierra Nevada es un recordatorio del poder de la naturaleza. Se trata de montañas muy “jóvenes”, de sólo 7 millones de años de antigüedad, que han sido cinceladas por la acción del hielo. Si desde abajo sus barrancos resultan sobrecogedores, vistos desde las cumbres dejan casi sin respiración No cuesta imaginar las lenguas de hielo bajando por los valles, como el profundo barranco de Poqueira, donde se encuentran algunos de los más pintorescos pueblos alpujarreños, como Pampaneira, Bubión y Capileira.
La agreste Alpujarra fue testigo de la violenta, valiente y desesperada resistencia de los moriscos en el S.XVI. Cuando Granada se rindió a los Reyes Católicos en 1492, muchos de sus habitantes se refugiaron en esta región y siguieron durante casi 80 años con sus costumbres, su religión, y su lengua. No fue hasta el reinado de Felipe II, en 1568, cuando los moriscos se alzaron en armas. Fue necesario enviar a los Tercios de Flandes para someter la insurrección a sangre y fuego. Tras la expulsión de sus moradores, se trajeron pobladores castellanos y gallegos, que aportaron sus costumbres. Hay quien dice que el nombre de estos pueblos deriva, precisamente, del gallego, aunque es tan sólo una teoría.
Una montaña de leyenda
Capileira, a 1.436 metros de altitud, será el punto de partida para la ascensión al Mulhacén, que con sus 3.482 metros es la montaña más alta de España. Una mole pétrea ya conocida en la antigüedad como Monte Solarius, o Mont Oriens, «monte en el que luce el sol antes de salir». Para los árabes, el macizo era conocido como Yabal Sulayr “Montañas del Sol”, tal vez no sólo por su situación geográfica, sino también por el reflejo de la nieve en invierno, y el fulgor de las rocas brillantes en verano.
El Centro de Interpretación de Altas Cumbres en Capileira facilita, previa reserva, un microbús para subir hasta el Alto del Chorrillo, a unos 2.700 metros de altitud, verdadero punto de inicio para esta ascensión. Por el camino, veremos el cambio de altitud reflejado en la vegetación. Los pinos dejan paso al omnipresente piornal, el rey de este páramo de alta montaña, un vestigio de la última glaciación.
Desde aquí, la ascensión -en ausencia de nieve o hielo-, es fácil aunque pesada, puesto que el desnivel es continuo. Esta ruta es pura alta montaña, y como tal, el tiempo es impredecible Tan pronto luce el sol como de repente aparecen amenazantes nubes que descargan lluvia o granizo, para dar paso al sol de nuevo. El primer pico que se alcanza es el Mulhacén II, con 3.362 metros. Una vez llegado este punto, lo peor ya ha pasado, y en un suave llaneo en el que es posible ver rebaños de cabras monteses la población del parque, con 15.000 ejemplares, es la mayor del mundo-, se alcanza sin problemas el salvaje punto geodésico del Mulhacén, batido por todos los vientos posibles.
Cuenta la leyenda que Muley Hacén, el padre del último rey de Granada, Boabdil, quiso ser enterrado junto a un tesoro cerca del cielo, y que el lugar elegido fue precisamente este pico, del cual toma el nombre. En los días claros es posible ver África y los picos del Rif. Desde el Mulhacén, mirando en dirección al Veleta, es posible ver la Laguna de la Caldera, la cuarta más alta del macizo, a 3.030 metros, encajada en el fondo de un circo glaciar. Este lago permanece helado al menos 9 meses al año, y entre sus particularidades destaca estar encarado al sur, y tener una fauna endémica. Sin necesidad de recurrir a mitos, conseguir llegar hasta esta cima ya es un premio que permanecerá imborrable en la memoria.
Óscar Delgado