360gradospress se va a la arena un día laborable para ver quiénes se pueden permitir el lujo de estar al sol
F.C., Valencia. En la terraza de un hotel de cuatro estrellas acaban de cerrar un acuerdo verbal para la incorporación de nuevo personal al staff. Es la línea que separa el mundo laboral del ocio, el trabajo en horas de oficina del relax de la toalla en la arena. 360gradospress ha conocido en la Malvarrosa de Valencia historias de lo que la gente hace en la playa a las mismas horas en las que el resto de personas trabaja, por lo menos cuatro de cada cinco trabajadores en edad laboral.
“Se ve más gente joven en la playa, debe de ser porque es época de exámenes o porque hay más parados; yo tengo a dos hijos en paro por culpa de Zapatero”. Juan está jubilado y es vecino del Cabanyal, uno de los barrios con más tradición de la ciudad ubicado junto a la playa de la Malvarrosa, la que más afluencia de bañistas recibe. Todas las mañanas pasa unas horas al borde del agua con otros vecinos de la zona. Sabe que a las horas que va a la playa la gente con trabajo espera la llegada de vacaciones para hacer lo que él acostumbra. Una de sus conocidas es Silvia, quien hasta hace muy pocas fechas no podía permitirse el lujo de tomar el sol por las mañanas porque trabajaba en una empresa de limpieza: “Me despidieron hace unos días, coincidiendo con el momento en el que les solicité la baja por una operación que he sufrido en el túnel carpiano. Vengo a la playa porque está muy difícil encontrar trabajo ahora, así paso el rato”.
Las temperaturas del mes de mayo contribuyen a que haya una presencia más numerosa de personas en la playa, a pesar de ser día laborable. Además de los turistas que toman el sol en la arena después de darse un paseo por las instalaciones del Valencia Street Circuit, también hay otro perfil de playeros de oficina: los estudiantes, tanto universitarios como de enseñanza secundaria. Juan Carlos tiene 20 años, trabaja en un horno cercano a la playa por las mañanas y asiste a clase en la Universidad Politécnica de Valencia, por lo que “me viene muy bien venir a las horas de oficina cuando tengo clase y no por ello creo que esté haciendo nada malo ni de que dé envidia a nadie”.
Joana estudia bachillerato y está en la playa porque se ha “pelado las clases de educación física, ciencias e informática”. Su compañera de pupitre, Carmen, asegura que no acostumbran a escaparse a la playa en días de clase, “es la primera vez y lo estamos disfrutando, esperemos que los que están trabajando o en clase no se cansen mucho”.
Vacaciones y horarios flexibles
Hay otros que se pueden permitir estar un día cualquiera de entre semana del mes de mayo en la playa porque adelantan sus vacaciones a las de la mayoría de españoles, que las hacen compatibles con el calendario escolar. Es el caso de Ramiro, vecino de Ayora, quien aprovecha sus días de descanso “para quedar con los amigos, pasar un día en la playa y comer por ahí”.
Otros, como Enrique, originario de Jalance, puede permitirse el lujo de darse un chapuzón matutino en la playa en horario laboral porque trabaja por turnos, “llevo horarios raros, trabajo también algunos fines de semana o de noche, cuando la gente no trabaja. Aunque tampoco vengo mucho porque no me gusta el sol”. Respecto al hecho de si siente o no la envidia que puede despertar en aquellos que a las horas en las que él pasea por la orilla están dentro de una oficina Enrique responde que “nunca he trabajado en una oficina, trabajo en un piso con chavales y cuando queramos también podemos venir a la playa, no sé si daré envidia o no”.
Marga Ferrer