Se trata de uno de los casos por resolver más mediáticos en Estados Unidos desde la década de los ochenta y este año ha llegado a la pequeña pantalla en forma de documental disfrazado de miniserie, sacudiendo a la audiencia no solo por su calidad en la realización y su increíble historia, sino también por el dilema ético que ha planteado a la industria.
Es el hijo mayor de una familia de millonarios de Nueva York que, presuntamente, asesinó a su primera mujer en 1982, a una amiga en el 2000 y a un vecino en el 2003. La opinión pública en general siempre había considerado que era culpable de las tres muertes, pero Robert Durst seguía en libertad
hasta justo un día antes de la emisión del sexto y último episodio de The Jinx, la producción televisiva dirigida por Andrew Jarecki y coescrita por Marc Smerling, quienes llevan años trabajando en esta misma historia. De hecho, en 2010 lanzaron la película All good things que se inspira en el matrimonio Durst, la cual fue el punto de partida de esta serie documental. Porque el propio protagonista contactó poco después de su estreno con Jarecki y Smerling para concederles una entrevista con la que dar a conocer su versión.
Ello ha dado lugar a una obra que bien podría confundirse con ficción a pesar de ser pura y dura realidad. Imágenes y audios de archivo, conversaciones con todos los implicados en la evolución de los acontecimientos familiares, policías, abogados y cuidadas recreaciones componen un discurso visual que atrapa al espectador en un terreno que se encuentra entre el drama y la investigación periodística. Y he aquí el dilema: ¿debe primar el producto televisivo frente a la acción judicial?, como reflexiona Dani García en este artículo. Sin embargo, falta un detalle para terminar de entender la polémica ¡alerta spoiler! : el rodaje en sí implicó la recopilación de varias pruebas susceptibles de ser entregadas a las autoridades. Entre ellas, la que podría ser una confesión en forma de grabación accidental: dos años después del segundo encuentro con el multimillonario, Jarecki y Smerling descubrieron durante la edición del material que un micrófono abierto captó cómo Robert Durst murmuraba en un baño “¿Qué demonios hice? Los maté a todos, por supuesto“.
Así, todavía no se sabe si es ciertamente “el hombre con la peor suerte del mundo” como reza el subtítulo de la serie o un asesino a sangre fría. De lo que no cabe duda es de que The Jinx que puede traducirse por el gafe merece ser vista. Además, el final una posible sentencia de pena de muerte se va a escribir en tiempo real, algo sin precedentes.
Javier Montes