Hay rincones del planeta que parecen mágicos. Sus paisajes son tan diferentes a los que conocemos que resulta difícil imaginar cómo son antes de visitarlos. 360 Grados Press se adentró en Tierra del Fuego, en Ushuaia, a sólo mil kilómetros de la Antártida, en la orilla del canal de Beagle. Viajamos al fin del mundo.
‘Ushuaia. Bienvenidos al fin del mundo’. Así reza el cartel que recibe al visitante que llega al moderno y diminuto aeropuerto de Ushuaia, a unos cinco kilómetros de la ciudad más austral del planeta y quizá por ello, un nombre que le resultará familiar al lector a pesar de que la población apenas alcanza los 60.000 habitantes y esté situada a más de tres mil kilómetros de la capital, Buenos Aires. Ushuaia también es famosa porque de allí parten las expediciones en barco al Polo Sur -a apenas mil kilómetros de distancia- una experiencia que puede vivir cualquiera que esté dispuesto a desembolsar 6.000 euros.
Al llamado fin del mundo se puede llegar por tierra, mar y aire. Escondida entre los Montes Martial, a orillas del Canal de Beagle, en el extremo sur de la isla Grande de Tierra del Fuego, esta ciudad con poco más de cien años de historia (se fundó el 12 de octubre de 1884) comenzó a adquirir popularidad cuando a principios del siglo XX construyeron una cárcel para los presos más peligrosos de Argentina, hoy reconvertida en museo. Allí estuvieron encerrados el Petiso Orejudo o Mateo Banks, el primer asesino en serie del país.
Una fiscalidad especial y el turismo -es raro no ver un crucero amarrado en el puerto- provocó un rápido y desordenado crecimiento de Ushuaia que bajo la etiqueta de la ‘ciudad más austral del mundo’ se convirtió en un pequeño gran negocio ante la inacción de los chilenos, quienes con la boca pequeña defienden que Puerto Williams, situada en la orilla sur del canal de Beagle, en la isla Navarino, es realmente la ciudad más austral del planeta, aunque su condición de ciudad es puesta en entredicho por los argentinos ya que con apenas dos mil habitantes no puede alcanzar ese status.
La inmensa mayoría de los días del año el cielo luce gris, llueve o nieva intermitentemente y sopla el viento sin descanso. Las montañas que rodean Ushuaia están ‘vestidas’ de blanco casi siempre convirtiendo el valle en una pequeña nevera natural. La ciudad da la sensación de haber crecido demasiado rápido y sin demasiado rigor. Tres calles paralelas a la costanera son el núcleo principal de Ushuaia. Allí conviven, especialmente en la avenida de San Martín, tiendas de todo tipo, la mayoría especializadas en ropa y accesorios de montaña y esquí, casinos, librerías -estamos en Argentina- hoteles y varios locales de hostelería donde es raro no ver un expositor con centollos del tamaño de un balón de baloncesto. Los edificios -de descuidada arquitectura- apenas superan las seis plantas de altura y se intercalan entre casitas de planta baja pintadas de colores chillones.
¿Qué hacer en Ushuaia?
A pesar de sus reducidas dimensiones en Ushuaia se pueden hacer un montón de cosas. El transporte público llega a una espectacular estación de esquí. Quienes prefieran el senderismo pueden realizar la llamada ruta Esmeralda, un hermoso y sencillo recorrido a través de bosques y ríos plagados de castores que culmina en el lago Esmeralda.
Otra opción es contratar una de las muchísimas excursiones en barco que se ofrecen en diferentes kioskos prefabricados del puerto para recorrer el canal de Beagle y divisar de cerca ballenas; siempre y cuando el hielo lo permita. Los que se acerquen hasta allí pueden aprovechar para entrar a la oficina de turismo y reclamar que sellen su pasaporte con el ‘visado’ de Ushuaia, un recuerdo imborrable para viajeros empedernidos que presumen de sus sellos como si se trataran de medallas o títulos académicos. También dejarse fotografiar en el monumento que avisa al viajero de que está en el fin del mundo, o en el acceso al puerto, donde una pintada deja patente que tienen prohibida la entrada buques piratas ingleses, odiados tras los tristes episodios de las Malvinas.
También se puede acceder a la antigua y escalofriante cárcel, hoy museo, para conocer un poco más sobre la historia de Ushuaia aunque sin, duda, lo mejor de este rincón tan alejado es el soberbio paisaje que lo rodea. Es la ciudad más austral del planeta, es el fin del mundo.