La provincia de Castellón esconde al que ha sido considerado por muchos como uno de los pueblos más bonitos de España, Vilafamés, cuya urbanización bebe de las presencias musulmana y cristiana sobre un cerro casi inexpugnable que invita a ser recorrido y admirado.
Una historia cubierta por el manto de la arqueología, la fuerte presencia musulmana y la resistencia frente a las invasiones carlistas, almidonada por la belleza del omnipresente mineral de rodeno y por las construcciones arquitectónicas. La provincia de Castellón guarda en la estribación septentrional de la Sierra de les Conteses una localidad con estas características, que la hacen ser visitada por aquellos turistas ávidos de recorrer sus rincones y de conocer de cerca uno de los pueblos considerados más bonitos de España y declarado Bien de Interés Cultural.
Vilafamés bebe de sus raíces árabes, pero en la actualidad su fisonomía es fruto de su evolución histórica desde la época andalusí, que cubre la parte superior, caracterizada por calles estrechas y serpenteantes hasta hoy, con los trazados lineales realizados en época cristiana.
Aunque los hallazgos arqueológicos encontrados en el pueblo denotan la antigüedad de la zona como terreno habitado: en la Cova de Dalt del Tossal de la Font se descubrió al denominado homo erectus vilafamensis, que tiene más de 80.000 años, mientras que en la Cova Matutano, yacimiento del Paleolítico Superior, se hallaron las primeras manifestaciones artísticas rupestres, unas pinturas esquemáticas de la Edad de Bronce.
Estas se suman a las del Abric del Castell, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998 y que se pueden visitar en la cima del cerro que corona el municipio. Se trata de pinturas en blanco y rojo del periodo Eneolítico, compuestas de un antropomorfo y motivos oculados, símbolo de carácter religioso y frecuente en contextos funerarios.
Pero su verdadera historia la siguieron escribiendo los musulmanes, que le dieron nombre a la localidad, la cimentación del castillo y algunos vestigios de muralla y restos de torres. Y fue con la conquista cristiana del rey Jaime I de Aragón, en el siglo XI, que Vilafamés adquirió la identidad cultural más fuerte que hoy encontramos.
Siglo tras siglo se fue configurando su urbanística, con el sello político y jurídico de Pedro IV el Ceremonioso, Juan I de Aragón, Martín I el Humano y Carlos I de España, hasta que en el siglo XIX salió a la palestra de la historia reciente de nuevo de una manera feroz como enclave inexpugnable. Tras la muerte de Fernando VII las tropas carlistas intentaron asaltar Vilafamés, hostigando a la población desde las montañas que dominan la villa. Pero sus vecinos se enfrentaron a ellas hasta que decidieron retirarse.
El legado cultural de Vilafamés
A nivel patrimonial, Vilafamés destaca por sus tres edificaciones de época cristiana. La primera de ellas es la Iglesia de la Sangre, situada a los pies del castillo, que fue construida con características propias del estilo de reconquista: estructura a partir de arcos ojivales con cubierta a doble vertiente, utilizando parte de la muralla en su construcción. Pero durante el siglo XVII sufrió una profunda transformación al adaptarse al gusto estético del momento, el Barroco. En su interior se conservan muestras de arte mueble como los retablos de San Cristóbal, Santa Bárbara y el Cristo de la Sangre, así como las pinturas del fresco, que adornan toda la bóveda y los zócalos cerámicos.
La segunda construcción es la nueva iglesia parroquial, inaugurada a principios del siglo XVII. De trazos renacentistas, donde destaca la imponente fachada, perviven en ella elementos de tradición gótica como las nervaduras de la bóveda. Fue construida según las trazas del Maestro de la Catedral de Tortosa, Martín de Mendoza, y ejecutada por Juan de Palacios. En su interior no escapan al ojo del visitante la cruz procesional de 1640 y el retablo mayor con lienzos de José Conca.
Y la tercera edificación es el Palacio del Batlle, un edificio palacial del gótico civil, construido en los siglos XIV-XV. Fue residencia primero del administrador real y después del representante de la Orden de Montesa y cuenta con semisótano, entresuelo, piso principal y desván, además de un patio interior con una torre de planta rectangular. Su interior está reservado en la actualidad a las pinturas y esculturas de arte contemporáneo del Museo Vicente Aguilera Cerni, que cuenta con 29 salas con más de 300 obras que abarcan desde los años 20 hasta nuestros días de artistas como Angelina Alós, Juan Genovés, Antonio Saura y Antoni Tàpies.
Pero la reina de todos los elementos de interés turístico y que suele cerrar las visitas que se hacen a Vilafamés es la roca grossa, una mole de piedra sobre una empinada pendiente, que se compone del material que cubre la práctica totalidad del pueblo, las areniscas triásicas del Bundsantein o rodeno, del que están construidas muchas de las casas del lugar. El enorme elemento cuenta, además, con una leyenda que hace más emotivo el final del recorrido: al tocarla se deben pronunciar tres deseos para que al menos uno se cumpla. Esperamos que alguno de los nuestros lo haga por Navidad.
David Casas