La capital inglesa se alza entre una amplia gama de majestuosos edificios coetáneos, algunos de ellos emergidos de la estructura de otras construcciones de estilo victoriano, y que se concentran en una de las principales áreas empresariales de la ciudad.
Londres es bullicio, comida rápida, multiculturalidad, lluvia y frío, pero también arte. Arte en cada rincón, en cada sala de exposición, en cada pintura enmarcada o que decora las calles. Y un claro exponente que no deja indiferente a ninguno de los turistas que visitan por primera vez la ciudad es su arquitectura. Edificios victorianos, industriales o diseñados por arquitectos contemporáneos y otros que bailan al compás de esos estilos, que aprovechan esqueletos de los más antiguos para hacer surgir de ellos obras magnéticas, que atraen desde la generosidad de volúmenes y la innovación.
En concreto se pueden contemplar en las áreas empresariales más importantes de la ciudad majestuosas construcciones que quitan el hipo y que invitan a alzar la vista y capturarlas desde cada ángulo.
Las más reconocidas de tipo industrial son las que se encuentran en la zona City of London o Square Mile, que en inglés hace referencia al distrito financiero más importante de Europa. Coincide con la ubicación de Londinium, la ciudad amurallada fundada a la vera del río Támesis por los romanos en el año 43 d.C. A pesar de que en su milla cuadrada (aproximadamente 2,6 kilómetros cuadrados) hay menos de 10.000 residentes, durante las horas laborales este número se multiplica por 30. Esta zona se caracteriza por la multiplicidad de iconos arquitectónicos actuales que conviven armónicamente con estilos pasados creando unos contrastes dignos de admirar.
En esta parte de la ciudad se encuentran cinco construcciones de reseñable belleza arquitectónica.
Willis Building. Diseñado por el arquitecto Norman Foster, fue denominado de esta manera por la agencia de seguros Willis, su principal inquilino. Este rascacielos es el cuarto edificio más alto de Londres (125 metros de altura y 26 plantas). Los 44.100 metros cuadrados de superficie del edificio están dedicados íntegramente al uso de oficinas y lo más destacado es su fachada, que tiene facetas a modo de escalones. En su concepción se pretendía parecer a la concha de un crustáceo, recurso formal que da respuesta a una estrategia arquitectónica para crear una protección solar en el horario de la luz más fuerte y aprovecharla al máximo en las horas bajas.
30 St. Mary Axe. Este edificio es conocido como The Gherkin (El Pepinillo) y también fue moldeado sobre el papel por Foster. Se trata de un rascacielos neofuturista de uso comercial ubicado en el corazón financiero de Londres (180 metros de altura y 40 plantas), que consume la mitad de energía que una torre similar con un diseño más ortodoxo. Los huecos de planta que recorren el edificio sirven de sistema de ventilación natural. Además, en verano hacen la función de chimenea para el aire cálido, mientras que en invierno son un gran conducto del calor obtenido por la calefacción solar pasiva de la fachada. Su distribución alrededor de los huecos hace más permeable el edificio a la luz solar, que pasa al interior creando espacios de trabajo más agradables y reduciendo el gasto en iluminación artificial. Y es curioso, pero, en contra de lo que puede suponerse al ver su forma, hay una única pieza de vidrio curvo en toda su fachada.
Lloyd Market Association. Diseñado por el arquitecto Richard Rogers, debe su nombre a la sociedad de mercado de seguros Lloyds y es uno de los iconos más reconocidos de la arquitectura británica (88 metros de altura y 14 plantas). Se organiza alrededor de un espacio interior abierto que recorre 60 metros de altura del edificio conectando todas las plantas. Por otra parte, la estructura sitúa en el exterior del sólido principal todos los servicios de circulación en forma de torre, haciendo aún más diáfanos los espacios. Además, una de las condiciones con las que contaba Rogers era que en todas las plantas fuese posible añadir y quitar divisiones en caso de ser necesaria una ampliación. En la concepción del edificio se decidió conservar el edificio original de Lloyds que actualmente es una de las entradas al complejo. Es enriquecedor que, en el centro neurálgico de Londres, donde reina el gris del acero y el hormigón, un edificio como este nos lleve al siglo XIV de los colores cálidos con luces incandescentes y ribetes dorados como lo hace.
Leadenhall Market. Tiene una estructura de hierro forjado de estilo victoriano diseñada en 1881 por Sir Horace Jones y ahora se ha convertido en una atracción obligada tras ser una de las localizaciones de la primera película de la saga Harry Potter, con la buena fortuna de estar alejado de las rutas turísticas habituales. Allí pueden encontrarse restaurantes, bares, pubs y locales de venta de diferentes productos, tales como alimentos, plantas y flores, vestimenta y obras de arte.
20 Fenchurch Street. Conocido como Walkie-talkie, fue diseñado por el arquitecto Rafael Viñoly y para su construcción se demolió uno de los primeros edificios de altura de la Square mile, levantado por Lans Securities en 1968. Su estructura se eleva a la vez que aumenta sus dimensiones de planta en ancho y largo (160 metros de altura y 36 plantas). Por otro lado, el diseño cóncavo provoca que los vidrios que componen la fachada principal actúen como lupas que concentran la luz y elevan la temperatura del punto al que la dirigen más de 20ºC. Son denominados en clave de humor como los Rayos de la muerte y se hicieron conocidos por derretir parte de un Jaguar.
Fuera de City of London, pero a escasos metros y con interés arquitectónico emblemático, también encontramos dos edificios muy valorados por los amantes de las grandes construcciones contemporáneas.
City Hall. Diseñado de nuevo por Foster, se trata de un edificio de forma bulbosa, pensada para reducir su superficie y mejorar su eficiencia energética, objetivo no logrado debido a la mala elección del vidrio como revestimiento. Está ubicado a orillas del Támesis, en Southwark, a escasos metros de Tower Bridge y cuenta con una escalera de 500 metros de longitud y de forma helicoidal que recorre toda la altura del edificio. En su cima hay un mirador abierto al público con exposiciones itinerantes llamado London’s Living Room.
The Shard. En castellano, La esquirla, fue ideado por el arquitecto Renzo Piano y hoy por hoy es el rascacielos más alto de la Unión Europea (306 metros de altura y 73 pisos), propiedad de Catar, que invirtió el 95% de los 450 millones de libras de su coste. Se trata de un edificio de forma irregular triangular desde la base hasta la parte superior, completamente revestido en vidrio. Se encuentra dentro de la tipología de las construcciones híbridas por los diferentes usos que alberga (residencias, hotel, spa, restaurantes y oficinas). Además, en la última planta cuenta con un terraza-mirador abierta al público, aunque es de pago.
David Casas