“Una gitana ministra de Economía”

Conocemos los retos de la cultura gitana con motivo de la celebración de su Día Internacional

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Romper los clichés que han marcado históricamente la cultura gitana y convivir sin complejos como una representación más de la sociedad. Ese es el reto que, paso a paso, el pueblo gitano está consiguiendo convertir en realidad. Huyen de la imagen discriminatoria que programas como ‘Callejeros’ han proyectado de ellos. No se ven como una parte marginal de la sociedad, todo lo contrario, quieren acceder en condiciones de igualdad al mercado laboral y a oficios cualificados. Una misión difícil agilizada por la contribución desinteresada de organizaciones como la Fundación Secretariado Gitano, las Asociaciones Gitanas y la propia voluntad de las nuevas generaciones de gitanos por compartir las modas del siglo XXI sin renunciar a su cultura y señas de identidad. Sin embargo, no es tan sencillo huir de la fama que les encasilla como ladrones, trapicheros, traficantes o marginados. Por eso, desde 1971, cada 8 de abril se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano como hito para reivindicar la normalidad, la convivencia y la no discriminación de una etnia marcada históricamente por el rechazo. Coincidiendo con esa fecha, 360gradospress se ha introducido en la cultura gitana para conocer de primera mano sus costumbres, sus retos y algunos ejemplos sobre cómo celebraron su día.

Casi un centenar de gitanos espera en la sede valenciana de la Fundación Secretariado Gitano a que comience la representación teatral incluida en los actos conmemorativos del Día Internacional del Pueblo Gitano. José María, actor gitano, coge su zapato para llamar a Zapatero, con el que tiene “hilo directo”: “Zapatero, vamos a ayudarte a arreglar la crisis. Ya sé que estás cambiando el Gobierno y por eso te quiero hacer una propuesta: que nombres a una gitana ministra de Economía. Las gitanas son calculadoras humanas, te mando varios currículos para que puedas elegir”. Una forma original de reivindicar la normalidad de la vida laboral de los gitanos, quienes hoy en día no sólo venden sartenes y arreglan utensilios como hicieron tradicionalmente en sus orígenes. “Hemos ampliado nuestros horizontes, un gitano nos puede recetar un medicamento, poner una multa o corregir un examen. Hay gitanos policías, abogados, psicólogos… la mujer trabaja fuera de casa y además estudiamos”, explican los actores después de su actuación y antes de asistir a la presentación de un libro titulado ‘Historia de vida de 50 estudiantes gitanos y gitanas’, como ejemplo de lo que afirman.

“Por trabajar y estudiar no se deja de ser gitano”
Ángela Gabarri es gitana, tiene 31 años y trabaja como mediadora social. Es uno de los ejemplos que la Fundación quiere extender para la normalización de la presencia gitana en la sociedad. Desde su posición, Ángela quiere contribuir “a que los gitanos se animen a estudiar y a trabajar, aunque no es tan fácil porque existe una especie de miedo a perder la cultura”. Según explica, las señas de identidad gitanas se llevan en el corazón de cada gitano y “es en su familia donde el gitano se siente libre”. Ángela es una mujer gitana, está casada con un gitano, trabaja como mediadora desde hace tres años y está estudiando. “Y no por eso dejo de ser gitana, ni dejo de tener mi cultura, ni de respetarla. Lo que pasa es que siempre está la excepción, ya que normalmente el que va creciendo en el mercado laboral sí que puede irse apartando gradualmente de su cultura. Pero no porque trabajes y estudies vas a dejar se ser gitano”, matiza Ángela. “Mi hijo tiene 5 años, va al colegio e intento que la cultura gitana la vaya llevando y, a la vez, le digo que tiene que estudiar para encontrar un buen trabajo”.

Promoción integral
Desde esta entidad sin ánimo de lucro se trabaja por la “promoción integral” de la comunidad gitana, tanto en el ámbito del empleo y de la formación como en las áreas de salud, educación, mujer, juventud e igualdad de trato, “ya que la población gitana, según el CIS, sigue siendo la más discriminada y la que más rechazo presenta en la sociedad mayoritaria”. Lola Fernández, directora territorial de la Fundación Secretariado Gitano en la Comunidad Valenciana, explica además que no sólo hay que actuar con la comunidad gitana. Dado que el rechazo procede de la sociedad mayoritaria, las campañas que desarrollan también están encaminadas hacia la sensibilización “para romper con los estereotipos que se tienen respecto a la población gitana, muchos de ellos alimentados por los medios de comunicación a través de programas como ‘Callejeros’”.

“Si saben que eres gitana prefieren coger a otra que venga de fuera”
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A pesar de los ejemplos mostrados, la realidad es más tozuda y demuestra algunos casos que reflejan que queda camino por recorrer para normalizar la situación. Carmen tiene 28 años, vive en una vivienda de la zona de la Plata (Valencia), está casada y tiene 2 hijos. Ella, como su amiga y vecina Rocío, de 34 años, madre de tres hijos, no cejan en su empeño por encontrar trabajo. Mientras lo buscan, se ganan la vida con la venta ambulante: “No tengo trabajo porque cuando voy a buscarlo y ven que soy gitana prefieren coger a otra que venga de fuera”, explica Carmen, quien, sin embargo, aclara que sí que percibe un trato igualitario en el colegio de sus hijos, “para lo que no he encontrado ningún problema, ahí el trato es igual”. Pepe es otro vecino del barrio, tiene 22 años y trabaja en Mercavalencia como reponedor, pero antes de aclararlo bromea con uno de los tópicos que mueven la fama de los gitanos: “Uy, si te dijera en lo que trabajo me meterían preso”. Todos los días entra a trabajar a las 3 de la mañana y el resto del tiempo lo aprovecha para estudiar y descansar.

“Hoy estamos mucho mejor que antes”
En el mismo barrio vive Miguel, un payo que los gitanos conocen como el patriarca Jonás por su arraigo en la zona y por ser un ejemplo de convivencia entre la sociedad mayoritaria y el pueblo gitano. Cuando 360gradospress le conoció jugaba una partida de dominó en la calle con tres de sus vecinos. Alrededor de la mesa, rodeada de una gran expectación, atendían el desarrollo del juego dos hermanos de etnia gitana, Miguel y Óscar. El segundo es oficial de primera en albañilería. Aprendió el oficio asistiendo a unos cursillos después de pasar años trabajando con ganado, con chatarra y recogiendo cartones: “Tienes que tratar de guardar tus costumbres pero sin renunciar al trabajo. Ahora tenemos coche, vivienda, lavadora… en algunas cosas con las mismas oportunidades que el resto de la gente pero en otras no”. Miguel, su hermano, ya está jubilado después de años trabajando como jardinero. Él ve la realidad del pueblo gitano “mucho mejor que antes. En el barrio nos llevamos muy bien con todo el mundo, mis hijos van al colegio todos los días sin fallar y se llevan muy bien con los compañeros de clase”. Uno de los jugadores de la mesa, Juan, interrumpe a Miguel para añadir que “la Iglesia Evangélica también está haciendo mucho por nosotros”.

Asociaciones Gitanas
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En los barrios donde se asienta el mayor peso poblacional de gitanos, como en la zona de la Avenida de la Plata de Valencia, se han implantado colectivos de ayuda. Aquí se ubica la Asociación Gitana de Valencia, creada en 1979 para la promoción social y cultural del pueblo gitano. Entre junio y julio celebrarán su particular día de los gitanos porque, según aclara su presidente, Juan Roige, “es muy difícil en estas fechas ponerse de acuerdo todas las asociaciones gitanas para celebrar nuestro día”.

Roige prefiere no utilizar el término ‘integración’, “es una palabra que me molesta bastante. Como pueblo que es, el gitano no tiene por qué integrarse en ningún sitio, ¿por qué no se integran los otros con nosotros? (pregunta en valenciano). Las culturas deben ser respetadas, no integradas. Esas palabras, muy utilizadas en los medios de comunicación, son fatales”. Pone como ejemplo la celebración a finales de febrero del Día de Andalucía, “del que se informó como el día de los andaluces, no como el día de la integración de los andaluces”. Con todo, Roige señala que han cambiado mucho las cosas de cómo estaban hace 40 años: “Yo ya tengo 74 y claro que las cosas, gracias a Dios, han cambiado. La juventud que hay ahora no es igual que la juventud de cuando yo era joven. En mi época estábamos menos preparados tanto los gitanos como los payos. Aunque nosotros no es que seamos buenos, el problema es que todavía tenemos que demostrar que somos buenos”.

La Asociación Gitana de Valencia ayuda a hacer gestiones ordinarias a los gitanos, les enseña oficios como el de peluquero y cocinero, acoge a los niños cuyos padres han de ir a trabajar al mercadillo, ofrece clases de repaso a los escolares cuando salen del colegio, organiza cursos de alfabetización y carné de conducir y plantea programas de cooperación.

Óscar Delgado

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