Un videoclip de récord

La Universidad Politécnica de Valencia bate la mejor marca estatal de ‘lipdub’ con una grabación en la que participan 422 personas

V.P., Valencia. “La idea surgió cuando vi el Lipdub de Quebec y me dije que tenía que hacer algo así en la Escuela”, explica Carlos Cocoví, coordinador de ordenación académica de la Delegación de Alumnos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Y tal fue el empeño y la respuesta de los compañeros de la facultad que han conseguido batir el récord estatal de este formato de videoclip amateur –‘lipdub’- que ostentaba la Universidad de Navarra. El resultado lo mostrarán al público en el centro este viernes a las 12.30 y posteriomente se podrá ver en Youtube.

La gran mayoría de gente pone cara de no tener ni idea cuando le hablan del concepto ‘lipdub’, aunque muchos han visto alguno, puesto que internet se ha convertido en su medio de difusión a los hogares de todo el mundo y la televisión se ha interesado por ellos. Se trata de grabaciones a modo de video musical grabado en un sólo plano secuencia, es decir, sin la yuxtaposición de planos, en los que participan decenas o incluso cientos de personas a la vez al son de una canción. Se han puesto de moda en instituciones como las universidades para darse a conocer a los internautas de una manera diferente, buscando conectar con el lenguaje de los jóvenes.

En el caso de la UPV se trata de un equipo de estudiantes y profesores que suma 422 personas, a las que se une el equipo técnico. Así, según Cocoví la cifra de participantes en esta experiencia ha sido “de casi 500 personas”. La idea que le rondaba la cabeza finalmente tomó cuerpo gracias a que la universidad le dio el visto bueno para que se incluyera en la Semana Cultural del centro. “El objetivo era pasarlo bien de una manera diferente, todos disfrazados; además hacer algo complicado que suele ser bastante reconocido por Internet”.

Redes sociales. La cámara
Eligió un remix de éxitos del año pasado y tiró de redes sociales para convocar a la gente. “Hice un evento en Tuenti y otro en Facebook. También se enviaron correos a los alumnos”. Tras pensar el guión y la coordinación para poder llevarlo a cabo faltaba lo más importante: ¡la cámara!. “Nos pusimos como locos buscando y pidiendo una cámara hasta que preguntamos en la televisión de la UPV y nos dijeron que nos podía ayudar un operario y nos dejaban una steady-cam”.A partir de ahí también el vídeo pasó a ser institucional y la universidad respaldó el proyecto.

La construcción de un único plano
El lugar elegido fue el centro en el que estudia y el recorrido incluía patio, aulas y despachos. El cámara, guiado por Carlos, iba recorriendo los pasillos más de cuatro minutos sin cortar y a su lado iba otra persona con un reproductor de música para que la gente oyese la melodía. A través del objetivo se iba encontrando con diferentes grupos de protagonistas y extras que cantaban su parte de la canción. Cuando dejaba a un grupo y se introducía en un aula el grupo que había terminado segundos antes corría a colaborar de extra en otro lugar del edificio…y todo tenía que salir en un único plano.”Al ser un remix en varios momentos cambiaba de canción por lo que cada persona protagonista tenía asignada una frase y un artista. La persona número 15 era Lady Gaga, la 16 Beyoncé y la 17 Black Eye Peas…cada uno disfrazado del personaje”.

Aún así, comenta Carlos que no tuvieron que hacer más que dos tomas y no hubo ensayos. “No se quedó días antes para ensayar porque quedar con más de 400 personas dos veces es muy difícil. De estas dos nos quedamos con una porque en Internet hay mucho lipdub que no lo son realmente puesto que hay cortes, como en el de Navarra. Estuvimos tentados de hacerlos porque teníamos en la primera cosas muy buenas y fallos muy grandes, y lo mismo para la segunda. Al final, preferimos ser honestos”, explica.

Paciencia
“Hay que agradecer a todos su paciencia porque iba grupo por grupo explicándolo y hasta que acababa con todos había que esperar”.”Me veía un poco saturado, tras 13 grupos explicando ya me desmayaba”, bromea Carlos, quien recuerda que “como todo el mundo llegó con un espíritu de pasarlo bien se contagiaba y había un buen rollo impresionante”. Además esta actividad supuso el encuentro y participación en equipo de mucha gente que no se conocía. “Como había que trabajar por grupo, pues acabaron conociéndose y se subieron las fotos a Internet y se acababan agregando en las redes sociales…”, apunta.

Así, de este plano-secuencia multitudinario “lo más costoso fue llevar a los 500. Yo lo organizaba pero luego cada uno iba proponiendo cosas y acababa saturado que suponía hacer cambios, así como epxlicarlo antes de grabarlo”, sentencia.

Marga Ferrer

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