Al speaker de La Caleta (Cádiz) le quitan el micrófono por gracioso. Ahora recibe ofertas publicitarias y de la prensa
CARLOS JUAN, Cádiz. Pues no. Con la que está cayendo ahí fuera no están ahora mismo las cosas como para irse a Cancún por capricho. Más bien lo que toca como ritual de cada comienzo de septiembre es viajar hasta el centro de trabajo y visitar a diario el puesto propio, el de los compañeros y, a veces, el despacho del jefe. Así que la súplica de Juan el Ardentía, el speaker de la playa de La Caleta (Cádiz), no tiene razón de ser salvo que se entienda la vida con buen humor. Un rasgo que han borrado de la mismísima puerta de la casa en la que vive el Carnaval de Cádiz (porque ¿cuántas veces habrán cantado las comparsas al mar de La Caleta? ¿mil?, ¿diez mil?, ¿veinte mil?) la empresa para la que aún trabaja y Protección Civil.
Digamos que Juan tenía algo así como un secreto compartido con los usuarios de la playa, los caleteros. El prototipo de caletero gaditano no es una persona muy dada a irse a Cancún, no es alguien que frecuente Trafalgar Square en Londres aunque quizá puede que haya ido a Trafalgar, junto a Los Caños. Tampoco al Trocadero en París, sí al otro Trocadero, y para nada viaja a Colorado si no es con un artículo delante (el) y la intención de disfrutar de la parcela o de un día de camping entre pinares. Por eso decimos que era un secreto, eso sí, un secreto a voces porque por algo a Juan, que es socorrista, le habían encomendado el uso de la megafonía.
Estos son algunos fragmentos de ese gran secreto:
“Son las seis de la tarde, la hora del cafelito”
“Quedan prohibidos los juegos de pelotas, cómprense un parchís”
“Estimados usuarios, tengan cuidado en el baño porque viene una plaga de medusas con mu malas ideas”.
Éste último alertó a Protección Civil de Cádiz. Las confidencias de Juan con los caleteros dejaron de ser secretas ¿cómo es que hay un notas (la forma gaditana de referirse a alguien desconocido) que informa de esa guisa del peligro de picaduras en La Caleta? ¿Y si alguien se asusta, ahora que la hipocondría vive los mejores tiempos con la gripe A? Coincidiendo con el cambio de mes triunfó la asepsia y la eficacia comunicativa de modo que el arte y la gracia fueron desterrados de las brisas de La Caleta. Se dijo que un servicio público debe informar, sin coletillas ni añadidos. Sin confusiones. Y por ello Juan, que con este trabajo se paga los estudios de la especialidad de Educación Física de Magisterio perdió el micrófono aunque conservó el puesto de trabajo.
El joven, cuyo pasado carnavalero se puede seguir en la red, ve como se le abre un futuro diferente al que había soñado antes de que comenzase el verano. La producción que está al servicio de El loco de la colina le ha encontrado, cursando la correspondiente invitación. Si acepta, Juan habrá dado el cambiazo del tosco micrófono de la megafonía de La Caleta a un casi invisible lavalier de televisión ajustado para recoger los silencios que tanta fama han dado a Jesús Quintero.
Y dicen que también ha recibido la oferta de una empresa del automóvil para su publicidad. Nosotros, los de 360gradospress, vamos a homenajear a Juan el Ardentía con lo que el conoce mejor, el carnaval. Porque por algo esto ha ocurrido en La Caleta y no en Colorado (ahora sin el artículo). Elegimos la letra del tanguillo señero y centenario titulado Los duros antiguos. Cambien “duros antiguos” por “chascarrillos” y el resto tendrá sentido. Por cierto, lo de los duros fue verídico. Tan verídico como los chascarrillos de Juan que en Cádiz han dado tanto que hablar.
Aquellos duros antiguos
que tanto en Cádiz dieron que hablar
que se tiraba la gente,
a la orillita del mar
y es la cosa más graciosa
que en mi vida he visto yo”.
F.C.