Pequeños arquitectos

La introducción de los niños y de las niñas en el mundo de la arquitectura supone una vía creativa y de desarrollo cognitivo que algunos amantes de la construcción y del diseño están sabiendo aprovechar para enfocar sus carreras profesionales y ofrecer a la sociedad un complemento educativo muy nutritivo para sus futuros adultos.

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Todos y todas hemos tenido de pequeños un profesor u otra figura educativa que, de alguna manera, nos ha conducido, aunque solo fuera por un gesto, una frase o una clase, por el camino profesional que de adultos emprenderíamos. Incluso en la actualidad existen empresas que fomentan alguna disciplina de manera muy lúdica y creativa. Un claro ejemplo es la arquitectura, que agradece de personas apasionadas por ella, que han decido enfocar parte de su trabajo como arquitectos a despertar el amor por la construcción y la metodología para ello en los más pequeños.

 

Sara San Gregorio es una de ellas. Orientada hacia la cooperación y el urbanismo participativo, esta arquitecta entiende la construcción como un sistema lúdico con diversas posibilidades y manejado por cualquier persona y, por lo tanto, ideal para los niños. Y por ello en 2015 desarrolló Microarquitectura, un juego de autoconstrucción para niños y niñas con piezas grandes que crean volúmenes basados en la geometría, que surgió a partir de la idea de hacer un refugio infantil para una convocatoria de Medialab-Prado y que difunde en charlas y congresos.

 

Niños que juegan a crear su juego. Este proyecto ahora forma parte de otro de matemáticas visuales que está llegando a institutos de secundaria y a jornadas de talento en esta ciencia. Las piezas en uso por los pequeños sirvieron para mediar talleres de experimentación y para establecer una zona de juego en Medialab-Prado y requieren de la precisión y del conocimiento que solo un arquitecto puede aportar para que tanto se puedan utilizar para montar y desmontar una vez como para que sea posible seguir haciéndolo en más ocasiones. “Cada día los niños construyen sus propios muebles y cabañas; no son maquetas, sino objetos que inventan y usan al tamaño de su cuerpo“, explica San Gregorio.

 

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A raíz de todo ello también ha surgido el grupo de trabajo A pequeña escala, formado por menores que diseñan y producen los objetos con los que juegan junto a familiares, arquitectos, psicólogos, artistas y profesionales del mundo de la educación, que hacen más rica su experiencia. Desde este punto se ha dado también un salto al espacio público con el proyecto Juego en ruta, con el que se realizan talleres y actividades para diseñar, producir e itinerar espacios lúdicos en la ciudad.

 

Maneras de jugar que no solo puede encaminar su futuro laboral, sino también sus vidas adultas. “Confío en que los niños que juegan con estos objetos lleguen a ser personas creativas que cambien la sociedad, la manera de ver y de hacer el mundo. De momento les acompañamos para que sean ‘grandes’ niños, para que vivan su niñez, empoderándoles a través del diseño. Aprenden a pensar con el cuerpo, a experimentar el arte contemporáneo, a cuestionar las referencias cotidianas y a tener una opinión crítica de su realidad y de su entorno“, valora la arquitecta de Microarquitectura.

 

Iniciativas para el empoderamiento creativo de niños y niñas

Una línea muy similar sigue Chiquitectos, un equipo de arquitectos y educadores que organizan talleres que parten de la igualdad de condiciones y de oportunidades y que se basan en la participación, respetando la diversidad de los niños y de las niñas. Ellos son protagonistas de unas actividades que estimulan su imaginación, ayudan a su desarrollo de la creatividad y aumentan la capacidad de percibir y el deseo de investigar y de explorar nuestro entorno, además de potenciar su desarrollo personal, la cooperación, el aprendizaje mutuo y valores como la tolerancia, la responsabilidad, la colaboración, el esfuerzo, la superación, la paciencia y la perseverancia.

 

Otros proyectos más allá de nuestras fronteras

Y no solo en España existen proyectos para pequeños arquitectos, sino también fuera de nuestras fronteras en países como Finlandia, donde nació Arkki, escuela infantil que organiza talleres gratuitos de participación masiva en las principales ciudades de la ‘tierra de los mil lagos’, así como en otras zonas de Europa, América y Asia.

 

O México, país en el que Gabriella Gómez-Mont, periodista y consejera creativa, ha fundado Laboratorio para la Ciudad, un área experimental y creativa del gobierno de Ciudad de México, que plantea nuevas formas de acercarse a temas relevantes para la urbe. A través de él se ha dado vida a Peatoniños, un proyecto que recoge el ‘derecho a la ciudad’ de las personas (la capacidad de la gente no solo para acceder a lo que ya existe, sino también para cambiarlo) y el ‘derecho al juego’ para los niños.

 

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Según el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes, el 80% de los incidentes viales del país ocurren en zonas urbanas y son la primera causa prevenible de muerte en niños y niñas de entre 5 y 14 años. Ello sucede a causa de una infraestructura centrada en el automóvil, una falta de cultura vial y una dotación desigual de espacios abiertos y áreas verdes, lo que nos llevó a crear esta iniciativa“, explica Brenda Vértiz, coordinadora de Peatoniños.

 

Consiste en la creación de calles de juego, cerradas al tránsito y centradas en zonas de elevada marginación o pocas áreas verdes, para explorar cómo los menores pueden crear vínculos y recuperar de forma temporal las vías de la Ciudad de México para el ámbito lúdico y cómo promover su derecho en la urbe. “Vemos a los niños como agentes de cambio, que pueden tener un impacto en la creación de su espacio habitable desde la pedagogía y el juego. Buscamos avivar su pensamiento respecto al entorno y afirmar su sentido de pertenencia con el espacio en el que viven. Todo ello nos ayuda a plantear las recomendaciones de política pública al gobierno para integrar a los pequeños activamente en la construcción de su ciudad“, concluye Vértiz.


@casas_castro

David Casas

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