La profesión de modelista, un juego de escalas al que accede 360gradospress entre flexos, pintura de camuflaje, radares, artillería y mástiles.
Observando los estantes de su taller, lo primero que le viene a uno a la cabeza son tres palabras: destreza, paciencia y pasión. Decenas de barcos de varios países de la II Guerra Mundial colocados cuidadosamente con sus nombres, alineados. Al otro lado, hileras de tanques y algunos aviones grandes. Puedes quedarte largos minutos contemplando los detalles de cada una de las pequeñas piezas. Vemos el óxido, las grietas en el casco, percibimos pinceladas imposibles en uno de los barcos japoneses que cuida como su “hijo”. También las aeronaves llevadas a la mínima expresión, posadas sobre el portaaviones. Ismael Mortes, modelista, define muy bien su trabajo con una frase que delata cómo se involucra en la creación de sus maquetas: “Digamos que me reduzco 700 veces y construyo el barco”. En su mesa, bajo el flexo, se evade y a escala 1:700 pinta el camuflaje, coloca los radares, la artillería, los mástiles… Hemos contactado con Ismael para que nos explique a grandes rasgos en qué consiste el modelismo, cómo se puede empezar en ello y cuáles son los materiales necesarios.
En su caso, cuenta que “ya desde pequeño me gustaba”, pues asegura “es algo con lo que naces”. Recuerda como acudía a mercados tan emblemáticos como el de la Plaza Redonda de Valencia, donde quedó cautivado por las maquetas. “Empecé a interesarme por los detalles, veía que era algo muy real en miniatura”. En lo de modelar de manera más seria se puso a los 19 años y desde entonces no ha parado. Es decir, que lleva entre pinceles más de 20 años. Mientras nos muestra su colección impresiona ver todo lo que además sabe de história. Cada barco o avión tiene obviamente un lugar en la historia, un protagonismo en una contienda. Él sabe qué “personalidad” tiene éste o aquel vehículo. Ya son, sólo contando los barcos, más de 340 piezas. Historia y modelismo. Una cosa sin la otra no tiene sentido. Si bien ahora puede consultar información sobre colores y características de un barco, o el camuflaje exacto de un tanque en internet, en el pasado tiró mucho de bibliografía.
El proceso
Ismael nos cuenta cómo es el proceso en este hobby.”Lo primero es documentarse porque a veces la maqueta tiene muchos años y no corresponde con lo que te han vendido. Por ejemplo si tiene uno u otro tipo de torpedo”. La pieza “desmembrada” se compra en una caja en la que cada elemento está enganchado a modo de tableta. Tras separarlas “hay que pulirlas. Luego se procede al montaje de las piezas básicas y a la pintura base, con la que que se van sacando tonos. Luego se colocan las calcas (adhesivos) y se ubican las piezas más pequeñas, algunas de las cuales se han pintado previamente porque es imposible hacerlo en el buque”. Finalmente se barniza todo.
La maquetas incluyen un manual de pintura y montaje, “pero la mayoría de las mías son tan antiguas que vienen en japonés y no te enteras de nada. Dependes de la documentación”. De hecho, “incluso tengo barcos que no existían, que los he hecho yo y más tarde han salido al mercado”. Los ha creado partiendo de cero, “reduciendo los planos a escala, modelando el plástico y luego incluyendo elementos de la caja de despiece”. Esta caja de la que habla es “norma básica del modelista” compuesta con el paso del tiempo con piezas sobrantes. Respecto a las horas de trabajo que se pueden emplear asegura que es algo muy relativo, dependiendo del tipo de creación, pero que como mínimo no baja de las 15 ó 20 horas.
El instrumental básico
Curiosamente, la mesa en la que trabaja sus miniaturas no se caracteriza por estar llena de instrumental abundante. Y es que Ismael confiesa que “en el tema de herramientas yo soy muy cutre. Hay quienes tienen talleres impresionantes, con maquinitas de taladro con todos los calibres. Luego ves su producción y te preguntas qué hace con todo ello, si sólo hace cuatro cosas”.
“Yo trabajo con un destornillador de relojero y cutter baratos, una tijerillas curvas…cualquier cosa vale. Lo que sí que es importante es la calidad es en los pinceles”. “Lo ideal es tener de los más pequeños uno de cada número como mínimo y de los planos pequeño, mediano y grande”. Como curiosidad nos muestra uno que se ha “tuneado” él mismo recortando los pelillos del pincel. Tiene apenas tres pelos, que no se ven si no es a contraste con una bombilla. Es para aquellos detalles que desafían al pulso. Respecto a las pinturas Ismael señala que “las que aconseje el fabricante”, y lupas las hay de todas las clases. Eso sí, él jamás las ha utilizado porque comenta “gracias a Dios me veo de cerca”. Conclusión: no hace falta tener un estante lleno de magníficos instrumentos de manualidades para llevar a cabo este hobby. Sobre el coste de ser modelista explica que “lamentablemente ningún hobby es barato aunque pienso que comparándolo es más barato que otros que no te producen tanta satisfacción como este si te gusta”.
Antonio J. Merchán