El repicar de las campanas no resulta extraño a nadie, pues es habitual que acompañe festividades y eventos. Quizá, por eso mismo nadie se pare a pensar en ellas, ni mucho menos agudice el oído. Mediante códigos locales, éstas sirvieron en su día cual medio de comunicación. Ahora, hay quienes trabajan para que no se pierda esta parte de la historia. Esta semana en 360 Grados Press no solo hemos conocido de primera mano su labor, sino también cómo las hacen sonar diferente.
Día festivo en la ciudad de Valencia, de manera que el cascoantiguo está prácticamente desierto a primera hora de la mañana. Tanto es así,que los toques de la Caterina, la Úrsula, la Bàrbera, la Violant, el Pau, el Jaume, lArcís, el Vicent, lAndreu, el Manuel y la Maria se escuchan más nítidos que decostumbre. No, lejos de lo que muchos puedan pensar, estos nombres no secorresponden con el de un grupo de amigos que deambula por las calles dealrededor, sino con el conjunto de campanas de la Catedral, uno de los másnumerosos de estilo gótico de toda España. Pero más allá de la tranquilidad quereina en el ambiente, hoy su sonido es singular con diferencia por otra razón,pues son manos, no un motor, lo que las ha puesto en movimiento.
Concretamente, éstas corresponden a varios miembros de los Campaneros de la Catedral de Valencia, unaasociación que trabaja desde hace años por conservar una tradición que llevacerca de ocho siglos celebrándose: el toque manual. “Todo comenzó porque nos juntamos varias personas con una misma afición.Tocamos en la fiesta del Corpus de 1988. Aquello no tenía nada que ver con loque hay ahora. Había mucho trabajo de restauración y recuperación por delante.Y nuestra labor significó un boom en el resto de España, porque en otros sitiostomaron ejemplo y empezaron a rescatar campanas y toques“, explica Javier Martín, quien formó parte delcolectivo desde un principio.
Y eso mismo, un rescate, fue lo que iniciaron en estaasociación. Porque durante los años 60 se procedió a la electrificación de loscampanarios del país, es decir, los yugos de madera fueron sustituidos porotros metálicos y las campanas fueron automatizadas. Pero lo que en ese momentose concibió como modernización supuso la pérdida de una característicasonoridad y el deterioro de estos instrumentos, los cuales se fragmentaban conmayor facilidad al no contar con su soporte originario. En definitiva, unaparte del pasado fue condenada al olvido.
Así, que hoy por hoy los repiques y volteos se sucedan en lafestividad de San Vicente, patrón de la ciudad, con una determinada cadencia esfruto de una ardua labor emprendida por los campaneros. Éstos lograron invertirla tendencia al proponer un nuevo modelo de restauración, el cual permitiera laconvivencia de la tradición y el avance de la motorización. Y no sólo eso, sinoque también recabaron la historia de cada una de las campanas e inventariaronlas partituras. Se trata, por tanto, de una auténtica custodia del patrimonioque actualmente está en proceso de ser reconocida como Bien de Interés Cultural Inmaterial (BIC).
Del toque manual a la conservación
Pero el quehacer de los Campaneros de la Catedral deValencia no acaba ahí: aparte de mantener el toque manual, este colectivo es elpresente encargado de la conservación del campanario de la Catedral. Todos susmiembros se consagran a esta vocación de forma altruista, por lo que lacompaginan con sus respectivos trabajos y estudios. Así, ocuparse de lascampanas todos los días se plantea un imposible y alguna está automatizada. Esosí, su tocar siempre corre a cargo de ellos en las celebraciones másimportantes.
Es entonces cuando, también, el público puede asistir almantenimiento de esta usanza y saber de aspectos que seguramente desconocíanhasta entonces. “Los campanarios son comoinstrumentos musicales. Funcionan tal cual. Podría decirse que las campanas sonsus cuerdas. Los muros de bajo recogen los sonidos graves y la cúpula, losagudos. En el caso de la Catedral de Valencia, las ventanas de madera ayudan aque el sonido tenga la misma intensidad en todas las direcciones“, ilustra Eliseo Martínez, otro miembro de laasociación. De hecho, la experiencia de encontrarse allí dentro en pleno concierto es tan cautivadora que ya sonvarias las personas que se han sumado a la tradición tras presenciarla en unade esas visitas. De este modo, las generaciones se suceden y la supervivenciase garantiza.
Con todo, es día festivo en la ciudad de Valencia, de maneraque el casco antiguo está prácticamente desierto a primera hora de la mañana aexcepción de Pablo Galán, Marcos Buigues, Joan Alepuz, Vicente AgustínMonleón, Pau Sarrió, Javier yEliseo. Ellos son los responsables de que los toques del campanario de laCatedral suenen hoy más especiales que de costumbre. Sus manos, no un motor,tiran de las cuerdas enganchadas a los yugos de las campanas y de aquellasotras anudadas a sus badajos. Imprimen, así, carácter a ese elementonaturalizado en pueblos y ciudades que representa mucho más de lo quecomúnmente se cree.
Óscar Delgado