“Internet me ha cambiado”. Así de claro habla Lola Fernández. A sus 66 años anda metida en Facebook, esa palabra que para muchas personas de su generación es un concepto desconocido. Ella, en cambio, se ha puesto al día.
La encontramos al otro lado de un espejo, de los que dejan ser visto y no permiten ver al observador. Como los de las películas de polis y cacos. Varias cámaras y micrófonos graban todo lo que ocurre dentro. Lola participa en una charla conjunta con otras personas que ya superaron la etapa laboral en una reunión impulsada por el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV), que trabaja en un proyecto europeo, Si-Screen, sobre personas mayores y redes sociales. La iniciativa pretende desarrollar una pantalla táctil que favorezca la interacción 2.0 de ese sector de la población. El grupo de discusión formado por voluntarios en el que participa Lola comparte sus opiniones y problemas que tienen en su contacto con las nuevas tecnologías. Estas ideas son esenciales para los investigadores para desarrollar herramientas adecuadas para los mayores.
Tras la reunión, Lola atiende a 360gradospress. Nos cuenta que tras años de trabajo como docente de niños ahora se dedica a la poesía, a la narrativa y al teatro. Facebook, asegura, le ha ayudado mucho en esta pasión que ahora ocupa su tiempo. “Llegué por medio de mis hijos, que me decían, ven aquí y encontrarás amigos de hace años. Ahora me comunico, por ejemplo, con los que entonces eran mis alumnos y ahora ya son padres”. Reconoce que se ha enganchado también porque cuando hace la presentación de un libro “es genial”. “Tener comunicación con gente joven que ven tu libro y que te dan su opinión te da más aliento para seguir”, destaca.
Respecto al acceso a la redes sociales por parte de la gente de su edad, considera que las tecnologías “no están demasiado adaptadas a ellos pero en parte también la gente es muy negada, los miedos son tremendos”. ¿Miedo a qué?, le preguntamos. “Piensan que les van a engañar por todas partes”. Ella, en cambio, ya no concibe igual su vida sin la realidad 2.0. “Yo no pongo la tele en mi casa, yo prefiero estar en Internet y escuchar a la vez la radio. ¿Qué me aporta Belén Esteban?”, sentencia. “A mi Internet me aporta conocimientos e interactuar con la gente”.
“Lo que tienes que hacer es leer lo que pone en la pantalla”
María Amparo Aguilar, o Maro, como ella se presenta, tiene 62 años y es otra de las personas participantes en este proyecto. Ella también sabe muy bien en qué consiste “el Face”. Explica que acabó por abrirse una cuenta porque primero intentó hacerse una web porque pinta y hace esculturas. “Vi que me salía carísimo y hablando con gente me dijeron métete en Facebook. Probé y me pareció encantador. Lo utilizo para todo”, apunta.
“A través de Facebook he encontrado muchos contactos con los que hacía mucho que no hablaba, incluso con familiares del año catapum”. “Ahora si hago una obra nueva le hago una foto y comento lo que estoy haciendo. Hay una interacción muy simpática con la gente”. Sobre el acceso de las personas mayores a las redes sociales, comenta que “es un aparatejo al que le tomas mucha manía al principio porque no hace más que fastidiarte todo. El ordenador en sí ya es complicado. Cuando te metes en esto sitios pues no paras de decir yo no sé lo que he hecho, le he dado aquí
Parecía que salía la foto y no sale. De repente llega un enano de la casa y te dice: se tiene que hacer así
”, bromea. “Llega un momento que casi ni lo tocas hasta que de repente un día ves que te lo tienes que tomar con calma, que lo que tienes que hacer es leer lo que pone en la pantalla”. “Todo es muy complicado, debería aparecer un tutorial muy simpático y fácil que lo pueda usar dese un pequeño hasta la persona mayor”.
El primer contacto con el ratón
En nuestra búsqueda de experiencias de personas mayores con los ordenadores nos topamos con una iniciativa de la Federación Provincial de Valencia de la Unión Democrática de Pensionistas (FV-UDP) en colaboración con la Asociación de Jubilados y Pensionistas Jesús Finca Roja, que desde hace meses realizan cursos para quienes quieren aprender desde enchufar una CPU hasta navegar en la red. Trabajan con grupos reducidos y con profesores voluntarios, como Vicente, de 71 años.
“Algunos tienen conocimientos, y otros ningunos. En cada clase somos dos o voluntarios y al ser unos diez alumnos es casi una clase particular”. Hay que empezar por enseñarles a familiarizarse con las máquinas pero el objetivo es que acaben navegando por Internet. “Es importante, ya que por ejemplo ahora muchas personas quieren navegar para coger cita con el médico”. Señala este profesor que lo que más les cuesta no es comprender el concepto de qué es Internet. “Aunque parezca mentira, lo más dificultoso para ellos es mover el ratón. Hay anécdotas muy buenas, como que para mover el ratón a la derecha se van a la mesa de al lado y les tienes que decir usted de ahí no se mueva, solo tiene que mover el ratón”. Eso sí, destaca que “hay mucho interés. Alguno viene picado porque se lleva el trabajo a su casa y cuando le aparece algún problema del ejercicio en Word te viene buscando para que se lo expliques”.
Sobre las redes sociales comenta que “eso está muy lejos”, pero asegura que “todo se andará”. Insiste en que “lo más importante es meterlos en el uso del ordenador y la comunicación boca a boca. Un alumno nuestro, Luis, ya ha hecho varios cursos, y dice que este es el mejor, y esto se debe a que tienen una atención personalizada, porque no es un aula llena con 30 personas y un señor en la pizarra que dice ahora hagan click en el icono, desplieguen archivo. La idea de Luis, comenta Vicente, es que “cuando aprenda podrá iniciar a quienes están esperando como agua de mayo en su asociación que alguien les enseñe”.
Y es que ese es uno de los objetivos del curso, que los hoy alumnos sean mañana formadores de sus compañeros de agrupación. El citado Luis, de 68 años, es el secretario de una asociación de jubilados de su pueblo. Asegura que Internet, es “fundamental”. “Nos tenemos que poner en día”, apostilla.
“Yo cuando sepa me llamarán para dar clase a otros. Nuestros profesores tienen un tacto muy personal, saben enseñar, y repasamos nos lo hacen muy fácil”. Esa parece ser la clave, a tenor de los comentarios de alumnos y docente, que el lenguaje y las clases se adapten a la generación que escucha.
Sobre las barreras entre la tecnología y ellos, la llamada “brecha digital”, Luis comenta que “lo que pasa es que con nuestra edad la mente no está tan lúcida como cuando uno es más joven. Es imprescindible que adapten las tecnologías a nosotros, porque los chavales lo saben todo, pero la gente mayor nunca lo ha usado y ahora tienen curiosidad”. “Aunque hay gente que lo hace muy bien en clase”, añade Luis.
José Paños