Calma infantil

El mindfulness es una filosofía de vida que incluye la práctica de la meditación y de técnicas de relajación entendidas como actividades intelectuales en las que se busca lograr un estado de atención centralizado en un pensamiento, objeto o elemento de la percepción y que cada día se está integrando más en la vida de los niños españoles.

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En la vida ajetreada y el estrés en el que nos vemos sumidos día tras día, movidos por los problemas y los pensamientos negativos del pasado y de los que están por llegar y nos ‘atemorizan’, viene bien pararse un momento y pensar en cómo vivimos nuestro presente y por qué la mayoría no gestionamos bien nuestras emociones.

 

Y ¿por qué solo un momento? ¿Por qué no le dedicamos unos minutos cada día a aprender a vivir? De ello y de mucho más se encarga el mindfulness, que cada vez tiene más presencia en nuestra sociedad gracias a los profesionales de la psicología que la trabajan.

 

Se trata de una filosofía de vida que incluye la práctica de la meditación y de técnicas de relajación entendidas como actividades intelectuales en las que se busca lograr un estado de atención centralizado en un pensamiento o sentimiento (felicidad, tranquilidad, armonía, etc.), un objeto (por ejemplo, una piedra), la concentración como tal o algún elemento de la percepción (los latidos del corazón, la respiración, el calor corporal, etc.). Siempre desde el presente, dejando atrás pensamientos de ayer y de mañana, sobre todo, aquellos nocivos.

 

Es una forma de estar presente en la vida, haciéndonos conscientes de lo que vivimos en cada momento y de las emociones y pensamientos que experimentamos con ello; dejar de estar con el piloto automático y pensar en el hoy con el cuerpo y con la mente, experimentemos una situación agradable, negativa o neutra“, explica Mariló Gascón, psicóloga y especialista en mindfulness. “Reconocer las emociones, pero sabiendo que no somos nosotros mismos, sino que son cosas que sentimos: por ejemplo, yo no soy una persona triste, sino que ahora mismo estoy triste, así que tomo consciencia de ello y lo corrijo“, añade.

 

Como considera Gascón, los pensamientos son objetos mentales que creamos con respecto al juicio y a la valoración que hacemos de la situación que se produce en ese momento. Viviendo el presente los dejamos a un lado para retomarlos más adelante y que no se conviertan en murmullo cognitivo al que nos quedamos enganchados sin posibilidad de avanzar. “Gracias al ‘mindfulness’, no los rechazamos, sino que los aceptamos para gestionarlos y hacer algo con ellos en el futuro“, valora la psicóloga.

 

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Pero, mejor todavía, ¿por qué no ir más allá? ¿Por qué no enseñar a los más pequeños, a las semillas de nuestra sociedad que comienzan a emerger, a practicar el mindfulness para que puedan convertirse en adultos conscientes de su realidad y de su felicidad?

 

El germen de esta filosofía comienza a crecer en algunos centros educativos españoles, después del éxito de su experimentación desde hace cerca de dos décadas en países como Estados Unidos, Holanda y Reino Unido. La razón por la que se hace esencial en los niños es que sus cerebros y sus funciones ejecutivas se están formando (de hecho, lo hacen hasta los 20-30 años) y si los adultos les acompañamos a través del juego y de otras técnicas en su desarrollo y en la atención al momento presente, sus habilidades evolucionarán más favorablemente que si no se trabajara con mindfulness.

 

Los niños, por ejemplo, crecen con las nuevas tecnologías y ello les obliga a aprender tan rápido como funcionan sus tabletas, lo cual hace que no lo asimilen bien y que les pueda generar estrés. Esta filosofía les ayuda a que encuentren la calma en esa situación, que reconozcan lo que sienten, que adquieran autocontrol, que puedan parar sus impulsos frente a los entornos cuotidianos, tanto física como psicológicamente; siempre a su ritmo. Y no es cuestión de que se relajen solamente, ya que pueden tener calma, aunque estén en movimiento“, agrega Gascón.

 

Y los encargados de enseñarles a que puedan alcanzar poco a poco esa capacidad (antes deben aplicársela ellos mismos) son tanto los profesores y profesoras como los padres y las madres a través de juegos y de ejercicios de atención (anclaje de la respiración, por ejemplo) con los que trabajen las emociones y los pensamientos, el estrés y la autocompasión (conocerse a sí mismos y aceptarse) para que lleguen a ser menores amables con ellos mismos y con los demás, empáticos, que acepten mejor la frustración y la espera de la felicidad, que controlen sus vidas, que sepan planificarse y ampliar su memoria, etc.

 

Puesta en práctica en la capital española

Algunas escuelas infantiles como El Girasol, en Madrid, han integrado la práctica y enseñanza del mindfulness en sus aulas desde su apertura en 2009, aunque una profesora de yoga en familia fue la responsable de inspirar al resto de educadores para profundizar más en ello.

 

A los pequeños muchas veces les resulta innato, ya que, por su edad, son ‘egotistas’ (ellos son el centro de su universo) y viven el momento intensamente. Lo utilizamos normalmente para poner un contrapunto a un periodo de actividad, de exploración o de experimentación, y se relajan. Vuelven a la respiración y a empezar de nuevo. También cuando entran en un ‘bucle’ negativo, como una rabieta o agreden a los compañeros. De esa forma encuentran otra vez su centro y se controlan. Les ayuda a autorregularse y les hace profundizar en sus sentimientos, sensaciones, etc.“, analiza Susana Ambrosy, pedagoga y directora del centro.


@casas_castro

David Casas

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