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En los últimos días está arreciando el debate sobre si realmente vivimos en una crisis climática y cuál sería la mejor manera de atajarla: ¿Veganismo? ¿Volver al campo? ¿Tumbar el transporte aéreo? Parte de la responsabilidad de impulsar ese debate corresponde a la ambientalista sueca Greta Thunberg, adoptada por instituciones y medios para abanderar de manera oficiosa el movimiento ecologista; pero, en una paradoja propia de nuestro tiempo, el hecho de que esta joven de 16 años asuma la voz del planeta frente a las agresiones del capitalismo salvaje también es objeto de controversia, con lo que la misma Greta desvía el debate que ella misma ha conseguido propiciar. Grosso modo, ese sería el sustrato de los últimos titulares en relación a la cuestión medioambiental: cómo enfriamos el mundo y por qué escuchamos a Greta.
Sin embargo, bajo la llamarada informativa de la Última Hora fluye un diálogo menos efectista y mucho más fecundo de cara a producir ideas que finalmente sean asimiladas, adaptadas e implantadas en las diferentes capas del sistema. Ese diálogo está contenido en el llamado nature writing. Y concretamente, ¿qué significa este anglicismo? Según explica Antonio Sandoval en la Revista Leer, sería “una prosa ajena a la ficción y nutrida tanto por información científica y descripciones del mundo natural como por reflexiones personales e incluso autobiográficas, que aspira a vincular emocionalmente al lector con los paisajes y ecosistemas que trata, incidiendo además en la necesidad de su conservación”.
Históricamente, la literatura inspirada en la naturaleza apenas ha tenido repercusión en España, pero en los últimos tiempos, coincidiendo con la eclosión del activismo ecologista o precisamente a raíz de ello, algunas editoriales importantes han apostado por el género. La más dedicada es Errata Naturae, en línea con la devoción personal de Rubén Hernández, su editor: “Yo siempre he sido un lector voraz de este tipo de libros. Tenía que leerlos en otros idiomas, fundamentalmente en inglés, aunque también algo en francés, etc… pues en castellano no había casi nada publicado. Un buen día decidí que merecía la pena arriesgarse y comprobar si realmente existía en nuestro país un público para este tipo de lecturas (o sí, por el contrario, no se publicaban estos libros porque a nadie le interesaban…). La intuición fue buena: desde que comenzamos hace 4 años hemos publicado más de 25 libros en la colección Libros Salvajes y la acogida ha sido fantástica desde el primer momento”, explica el editor para 360 Grados Press.
En paralelo a la incursión de Errata Naturae en el nature writing se sitúa la también potente editorial Capitán Swing, que enfocando y ampliando el género desde lo político. Su editora, Blanca Cambronero, ratifica que los textos ligados al conservacionismo y el medio ambiente empiezan a ganarse la etiqueta de tendencia: “De unos años a esta parte cada vez se publica más este tema y este tipo de libros, que en España están funcionando. El éxito se debe, por un lado, a que las editoriales nos hemos interesado y hemos introducido el género en nuestros catálogos, y, por el otro, a que hay un creciente interés por cómo nos relacionamos con la naturaleza y por su conservación. En general el cambio climático hace que la gente tenga más presente esta temática”, apunta.
Aunque Capitán Swing trabaja el género desde lo ensayístico, Cambronero explica que también hay obras de ficción con un fuerte componente medioambiental. Quizás no sea la norma –de hecho la definición extraída de la Revista Leer no lo contempla–, pero lo cierto es que algunos autores y autoras de novela de ficción también están buscando la inspiración fuera de los límites de la ciudad. Como ejemplo cabe destacar a la catalana Irene Solà, cuya novela ‘Canto yo y la montaña baila’, publicada en Anagrama, es una de las joyas literarias de 2019.
En su novela, Irene va entretejiendo las voces de personas, animales y elementos del paisaje hasta construir un fresco de la vida en los Pirineos, con toda la magia y toda la brutalidad que puede soportar la existencia en lo abrupto de las montañas. Leyéndola intuimos que su deslumbrante escritura brota de la experiencia vital, que tal vez haya que nacer en una cueva para practicar el nature writing de manera orgánica, pero nada más lejos: “Yo no soy del Pirineo y, aunque voy a menudo, no lo conocía en mucha profundidad. Me di cuenta de que me interesaba investigarlo, descubrirlo y conocer más cosas sobre esta cordillera, así que empecé a visitarla para escribir la novela. No obstante, este libro fue escrito mayoritariamente en Londres”, cuenta la autora.
He aquí una regla básica del nature writing: para escribir sobre naturaleza no hace falta desaparecer en ella. Luego, el denominador común en este género creciente tal vez sea el repertorio de temas que acostumbra a tocar. Con la ayuda de los editores consultados, si tuviéramos que hacer un listado de las filias del género encontraríamos en él los siguientes enfoques: “Nos interesan libros vinculados a la conciencia ecológica y al activismo medioambiental, a la búsqueda de otros modelos de relación con la naturaleza ajenos a la visión explotadora y extractiva, relatos, muchas veces en primera persona, de experiencias vitales que demuestran que hay otras formas de habitar este planeta sin dominarlo ni saquearlo, conviviendo de manera equilibrada con el resto de seres que lo pueblan”, resume Rubén Hernández. “Hay una parte importante de analizar la importancia de la naturaleza y el querer comprenderla desde muchas partes distintas, claro, pero también hay una parte de apreciación del texto y su valor literario”, completa Blanca Cambronero.
La condensación de textos ambientalistas y conservacionistas a veces arroja la siguiente pregunta: ¿no se estará idealizando la naturaleza? Irene Solà habla de su propia experiencia y cuenta que ‘Canto yo y la montaña baila’ hace todo lo contrario. “Yo soy de campo, mi padre es payés y yo nací y crecí en un pueblo muy pequeño, así que he tenido mucha relación con la naturaleza, con lo que procuro mucho no idealizarla cuando escribo sobre ella”, afirma la escritora catalana. Rubén Hernández coincide con ella: “La idealización de la naturaleza proviene del desconocimiento de la misma, de la falta de contacto real con ella. Muchos de nuestros Libros Salvajes son precisamente un machetazo tanto contra la idealización de la naturaleza como contra los falsos mitos de la civilización”, expone.
Autores icónicos
No se puede conocer un género literario si no se conocen sus autores de referencia: son ellos quienes trazan las líneas maestras y quienes nutren las estanterías. Algunos de los autores contemporáneos más icónicos del nature writing son Annie Dillard, Sue Hubbell, Sy Montgomery, Pete Fromm o Rick Bass. Pero hay que retroceder en el tiempo varios siglos para encontrar a los verdaderos precursores de este tipo de literatura, sobre todo a sus dos figuras esenciales: John Muir y Henry Thoreau, autor de la monumental ‘Walden’.
“También me gustaría destacar ‘Salvaje’ de George Monbiot, un libro interesante porque plantea que estamos en un punto de degradación de nuestro entorno natural muy avanzado, pero que hay formas de recuperarlo. Es un canto optimista”, dice Blanca Cambronero, “con alguna idea radical: para Monbiot, lo que tenemos que hacer es olvidarnos de la naturaleza y dejarla en paz para que todo vuelta a su estado salvaje. Esto es muy difícil, claro, porque nuestro intervencionismo en la naturaleza tiene puntos irreversibles, pero hemos de quedarnos con las propuestas de recuperar entornos naturales como ya se hizo en Madrid con el Manzanares”.
El futuro del nature writing
Para terminar de explorar este nuevo fenómeno editorial –atravesado por el movimiento ecologista– cabe preguntarse hacia dónde avanza el interés del nature writing. ¿Concebirá la naturaleza como un contexto hostil en el que desenvolverse con salvajismo, un edén cándido al que retirarse desde la ciudad turbocapitalista, el marco en el que confluyen las luchas, ideas políticas e identidades derivadas del ecologismo? Rubén Hernández responde desde el catálogo de su editorial: “Nosotros publicamos una novedad mensual vinculada a la nature writing. Esta semana ha llegado a las librerías ‘Confesiones de un ecologista en rehabilitación’, de Paul Kingsnorth, un libro tan apabullantemente lúcido como radical que nos ofrece una perspectiva nueva, y necesaria, del actual movimiento ecologista. No hace falta más que abrir hoy mismo un periódico o ver un telediario para entender que ha llegado el momento de decidir cómo queremos vivir en una época marcada por el ecocidio. Éste libro ofrece muchas preguntas al respecto y también alguna respuesta”, cuenta el editor.
Una última pregunta: ¿ha tocado techo la tendencia? Según Cambronero, en España ha empezado hace poco, así que tiene mucho margen de crecimiento. “Además política y socialmente es un tema del que cada vez se habla más. La gente está empezando a darse cuenta de que hay que hacer algo ya respecto al cambio climático. Se seguirá publicando, luego habrá una fase de meseta en la que todo se estabilizará y tal vez se produzca un verdadero boom que dé paso a una última fase de saturación. Pero no hemos llegado a eso: hay mucho bueno por hablar y por publicar aquí en España, sobre todo en lo que tiene que ver con la España vaciada y sobre nuestra relación con el ámbito rural, cómo gestionarlo y cómo mejorarlo”, cierra la editora.