Poción de censura

El verano no está hecho para sufrir o, lo que es lo mismo para el jefe de Peláez, para trabajar. El verano es para estar tumbado en la playa tocándose la barriga y disfrutando de la buena vida. ¿Trabajar? Eso que lo hagan los becarios a quienes el director del periódico de provincias pisotea sin rubor (y no es una metáfora). Y es que ha sido un curso largo para estos personajes. Duro, pero con final feliz como lo atestigua el hecho de que tengan beneficios, en concreto, una caja de Campurrianas encontrada en el cajón de un archivador. Y así, lánguidamente, pasan los días hasta la llegada de las vacaciones con la duda del director acerca de qué es una “poción” de censura, algo que él, siempre con apetito, identifica con el salmorejo.

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Jueves,11 de julio

 

– ¡Peláez! ¡A mi despacho!
– Ya estoy aquí, jefe.
– Ha tardado cuatrosegundos y siete décimas.
– Estaba lejos.
– Entrene más, Peláez,no puedo malgastar mi tiempo.
– Está bien, ¿para quéme quería?
– ¿Yo?
– Sí, me ha llamado.
– Ummm… no lo recuerdo.
– Entonces, me voy.
– ¡Ah, sí! Queríadarle las gracias por la nueva alfombra, muy cómoda.
– No es unaalfombra, jefe, es un becario.
– ¿Un becario?
– Sí, le estápisando la barriga.
– Es muy mullidito.
– Ya, jefe, pero havenido a trabajar, no a ser pisoteado.
– ¿Está seguro?
– Bueno, ha venidoa ser pisoteado, pero en el sentido metafórico, no en el literal.
– No sé pisar conmetáforas.
– Sí que sabe, lohace continuamente.
– ¿Entonces mebajo?
– Sí, jefe, apenaspuede respirar.
– De acuerdo, perocómpreme una alfombra entonces.
– Lo haré.
– Y llévese albecario, ya no lo necesito.
– Le daré parahacer algo periodístico, jefe.
– ¿Beber de lapetaca?
– No.
– ¿Irse de putas?
– Tampoco.
– Ummm… no se meocurre nada…
– Escribir unanoticia, jefe.
– Puaj, qué rollo.
– Lo que usteddiga. Adiós.
– Adiós, chavales.

 

Viernes,12 de julio

 

– ¡Peláez! ¿Qué coño hace?
– Bárcenas, enésimocapítulo, jefe.
– Qué pesado el tipoese, ¿qué había hecho, por cierto?
– Defraudar al fisco.
– Pues que le escribael Fisco ese, ¿no? ¿A usted qué le importa?
– Me importa y anuestros lectores también.
– Está bien, pues sigaescribiendo, pero antes écheme cremita en la espalda.
– ¿Va a tomar el sol?
– Sí, en veinteminutos estoy en la playa.
– Siempre se lodigo, jefe, la playa está a cuatrocientos kilómetros.
– ¿Tanto terrenohemos ganado al mar? ¿Qué somos, unos jodidos holandeses?
– No, jefe, el marsiempre ha estado ahí.
– Está bien… Metiraré en el jardín ese.
– Le verá todo elmundo.
– Cerraré los ojos.
– Seguiránviéndole, jefe.
– ¿Usted cree?
– Claro, esa es latáctica del avestruz.
– ¿Lo dice por mispierninas?
– No, jefe, peropodría. Tiene que hacer deporte.
– Salí a correr unavez, en el 87. No vuelvo a hacerlo, menuda resaca.
– Se llamanagujetas, jefe.
– No, amigo,resaca. Corrí cincuenta metros y después me bebí siete cervezas y ocho vermúsde grifo para reponer líquidos. Menuda caraja.
– Cualquier excusale sirve para beber.
– No crea, Peláez,no crea. ¡Glup!
– ¿Lo ve? Estábebiendo…
– Un poco dewhisky, hombre, me duele la muela.
– Se la quitaronayer.
– Miembro fantasma.
– Ya…

 

Lunes,15 de julio

 

– No puedo más, Peláez, necesito irme ya de vacaciones.
– Lleva todo el añotocándose la barriga, jefe.
– Sí, pero necesitotocármela en otro lugar.
– ¿Y adónde piensa ir?
– Aún no lo sé, dudoentre Tailandia y Matalascañas.
– Caramba, jefe.
– Sí, no lo tengo clarotodavía.
– Ánimo, ya no quedanada para agosto.
– Aún quedademasiado, Peláez, ya no puedo más… Aquí no hay más que información,información e información.
– Esto es unperiódico, jefe.
– Ya, eso me hadicho la señora de la limpieza.
– Nuestro deber esinformar.
– Ya, pero… es tanaburrido… ahora lo de los mensajitos…
– Pueden acabar conel gobierno, jefe…
– Eso dicen… ¿Seimagina que alguien publicara nuestras conversaciones?
– Sería terrible,jefe.
– Ni que lo diga.
– Aunque… así elmundo sabría qué clase de hombre es usted.
– Cierto, un granhombre que el mundo se está perdiendo.
– Bueno…
– Pero ahora metiene todito para usted, Peláez.
– No me importacompartirle, jefe.
– ¿Me estáofreciendo un trío?
– ¿Un ménage àtrois, jefe?
– Con hielo y unarodaja de limón, por favor.
– No le entiendo…
– Me pasaconstantemente entre los seres comunes, Peláez, trate de elevarse a mi nivel.
– Brrrrrr…
– Venga, marchandoese combinando, farfullón.

 

Martes,16 de julio

 

– ¿Jefe? ¿Está usted ahí?
– Sí, Peláez, aquí.
– No le veo.
– Retire esearchivador.
– Ya está.
– Aparte ese montón defolios.
– Apartado.
– Quite de ahí esapantalla y ese teclado.
– Los quitos.
– ¿Ve? Aquí estoy.
– ¿Qué hacíahundido entre todo ese material?
– Trataba decuadrar las cuentas…
– ¿Lo haconseguido?
– Tenemosbeneficios, Peláez.
– ¡No me diga!
– Sí, mire.
– ¿Unascampurrianas?
– Sí, las heencontrado en el último cajón del archivador.
– Con eso no sesalva un periódico, jefe.
– Pruebe, pruebe…
– ¿Está repartiendodividendos, jefe?
– Exacto.
– ¡Ñam! Estánricas.
– Esto salvacualquier cosa, Peláez…
– ¿Sabe qué?
– ¿Qué?
– Quizás tengarazón, jefe…
– La tengo, Peláez,la tengo, ¡ñam!
– ¿Traigo un pocode leche, para mojar?
– Haga el favor.
– Qué gran día,jefe.
– Fantástico,Peláez, realmente fantástico.

 

Miércoles,17 de julio

 

– Buenos días, jefe.

– ¿Buenos? No me haga reír, Peláez.

– ¿Qué pasa?

– Volvemos al pasado, a tiempososcuros, a las cavernas.

– ¿Ah sí?

– Sí, olvídese de la libertad con laque escribe ahora.

– No escribo con libertad, jefe.

– ¿Ah no?

– No, no me deja publicar noticiasnegativas de los anunciantes, de sus amigos, de los políticos que le caen bien,de ningún miembro del consejo de administración ni del Real Madrid.

– Ya, pues a partir de ahora va a seraún peor…

– ¿Por qué?

– Van a hacer una poción de censura.

– ¿Qué?

– Sí, lo ha dicho Rubalcaba. Poción decensura. Se la harán beber y ya escribirá de lo que ellos quieran.

– Es moción, jefe, no poción.

– ¿Y la moción cómo es? ¿Más espesa?¿Cómo el salmorejo?

– No, es la solicitud de responsabilidadespolíticas al presidente por parte del Congreso.

– ¿Entonces no es un brebaje?

– Qué va.

– Uf, me quita un peso de encima,Peláez.

– Me alegro, jefe.

– Por cierto, me apetece un salmorejo…

– ¿No prefiere desayunar antes?

– El orden de los factores no alteraal producto, Peláez.

– Está bien, voy a por tomates.

– Aquí les espero, con el baberopuesto.

– Estupendo, jefe.

– ¡Ñam!


Los cables de lasconversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en laredacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario enla página oficial en Facebookde 360gradospress.

La foto es de Marga Ferrer.

Estefanía G. Asensi

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El fin

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Confusión

La semana comenzó el pasado jueves –así son estos dos tipejos– con

Irrepetible

El jefe de Peláez es un hombre inculto pero culto, lelo pero
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