Eufemismos de dirección

¿Alguien entiende a los políticos? ¿Alguien sabe lo que significa crecimiento económico negativo o indemnización en diferido? No, nadie lo sabe. Lamentablemente, parece que el jefe de Peláez se ha apuntado a ese tipo de lenguaje y denomina al Cola Cao con churros “polvos finos de cacao en jugo lácteo acompañados de tiritas de harina Premium con H2O sumergidos en AOVE con granos derivados de la caña”.

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Así es este hombre, que un día seapunta a un curso para directores de periódicos titulado “Beber para olvidar.Teoría y práctica” y otro necesita que le froten la espalda una hora en díapara entrar en calor. Peláez, mientras tanto, aguanta. Veremos si sigue así.

 

Jueves, 7 de noviembre

 

– ¡Peláez! ¡Dejelo que esté haciendo y venga acá!
– Estoy aquí, jefe, a su lado, le estoy afeitando.
– ¿Ah sí? Creí que era una sensual barbera.
– No, soy yo, redactor de local, provincial, nacional,sucesos, deportes, cultura y economía decadente.
– ¿Solo eso?
– También cocino, hago la colada, plancho y le retirola baba en la siesta.
– Por eso tuve que echar al resto, acaparador.
– No tenga jeta, jefe.
– Vale, vale… Tome, le convido a unos polvos finosde cacao en jugo lácteo acompañados de tiritas de harina Premium con H2Osumergidos en AOVE con granos derivados de la caña.
– ¿Colacao con churros?
– Llámelo como quiera.
– No, gracias, voy a la rueda de prensa delconcejal de turno.
– ¿Qué dan allí?
– Los presupuestos del próximo año.
– Eso no alimenta, Peláez.
– Pero hay que informar.
– Vaya, vaya… y tráigame unas gambitas delcóctel.
– Ya no hay cóctel, jefe, la época dorada pasó.
– ¿Y qué dan?
– Datitos.
– ¿Comida mexicana?
– No, cifras y letras.
– ¿En sopa?
– En papel.
– Bueno, todo es probar, tráigame un puñado.
– Lo haré, jefe. ¿Algo más?
– Esta tarde vienen los cuervos, tengo que prepararla reunión.
– ¿Quiere un informe?
– No, una coartada, ¡me voy!
– ¿Adónde?
– Al bingo.
– Así no se dirige un periódico.
– Como cante línea veremos, ganapán.

 

Viernes, 8 de noviembre

 

– ¡Peláez! ¡Dejelo que esté haciendo inmediatamente!
– ¡Plum!
– ¡Ayyyy! ¿Pero qué ha hecho desgraciado?
– Le he soltado, jefe, como me ordenó.
– ¿Soltado?
– Le llevaba en brazos a darse un baño…
– Ayyy… mi espalda…En fin, ya me vengaré luego, ahoranecesito que me ayude con esto.
– ¿Qué es?
– Voy a inscribirme en un curso para directores deperiódicos.
– ¿En qué consiste?
– Beber para olvidar. Teoría y práctica.
– Interesante.
– Mucho.
– ¿Qué necesita?
– Ayúdeme a rellenar el formulario.
– Está bien… ¿nombre de pila?
– Duracell
– ¿Lugar de nacimiento?
– Hospital
– ¿Fecha?
– Paso palabra.
– ¿Nacionalidad?
– España y sus territorios de ultramar.
– ¿Sexo?
– Ahora no, hijo, estamos con esto.
– ¿Intereses?
– Al 4 % y subiendo.
– Creo que eso es todo, jefe, firme aquí.
– Ponga una X.
– Ya está.
– Pues me voy.
– Cuidado con la resaca.
– Que tenga ella cuidado conmigo.

 

Lunes, 11 de noviembre

 

– ¡Peláez! ¡A midespacho!
– Espere que acabe de redactar una noticia, jefe.
– Ponga puntos suspensivos.
– No puedo hacer eso…
– ¡Despedido!
– Está bien, voy… ¿Qué quería?
– Vivimos demasiado al día, Peláez.
– No queda otra, jefe. No tenemos un céntimo.
– Me refiero a organización, a planificar elfuturo.
– ¡Ah! Me parece perfecto, jefe. Númerosespeciales, suplemento navideño, promociones de suscripción para el próximoaño, desarrollo de la página web…
– Sí, bueno, no se emocione, coja lápiz y papel.
– Lo tengo.
– Anote.
– Usted dirá.
– Comer pavo relleno el Día de Acción de Gracias.
– Eso es en Estados Unidos.
– Globalización, Peláez, globalización…. ¿Pero enqué mundo vive usted?
– Okey…
– Vacaciones el puente de la Inmaculada.
– ¿Me da vacaciones?
– Lo lamento, usted tiene que quedarse de guardia.
– Me lo imaginaba.
– Seguimos. Surtido de polvorones, mazapanes yturrones para Navidad.
– Anotado…
– Cordero y marisco para nochebuena y nochevieja.
– Apuntado también…
¬– Eso es todo por ahora.
– ¿Y qué hay del periódico?
– ¡Coño! ¡Casi se me olvida! Anote: me traerá elperiódico todas las mañanas a la cama junto al desayuno.
– Jefe…
– Ya, lo sé, se me olvidaba: rellene antes todo elcrucigrama menos una palabra que haré yo.
– Zoquete…
– Ummm… sí algo así, siete letras horizontal, mevale.
– Brrrrr….
– ¿Eso es una moto?
– No, soy yo.
– Pues arranque y váyase.

 

Martes, 12 de noviembre

 

– ¡Peláez! Pongala calefacción, me muero de frío.
– No tenemos calefacción, jefe.
– ¿Cómo que no?
– No, empeñó los radiadores, ¿recuerda?
– ¿Y cómo nos calentamos?
– Le froto la espalda de nueve a diez y así tira todoel día.
– ¿Y usted?
– Vivo congelado como un langostino.
– Como venga un inspector de trabajo la cagamos.
– Lo sé, jefe.
– ¿Y si hacemos una hoguera con todo ese papel?
– Son los periódicos que hemos publicado, jefe.Toda nuestra vida.
– ¿Pero piensa leerlos?
– No, pero me recuerda lo que hemos hecho y lo quedebemos hacer.
– ¿Y qué debemos hacer?
– Seguir escribiendo.
– Ya… Bueno, si usted lo dice…
– Es una obligación moral, jefe.
– Vale, vale… no sea pesado. Dígale a esoscomerciales que vengan aquí, quiero cambiar la estrategia de ventas.
– No son comerciales, jefe, son pingüinos.
– Joder, sí que hace frío, sí. ¿A qué hora mefrotaba la espalda, dice?
– De nueve a diez.
– Son y cuarto…
– Voy… ¡frus, frus, frus!
– Qué gustito, Peláez, qué gustito…

 

Miércoles, 13 de noviembre

 

– Era el mejor delos tiempos, era el peor de los tiempos…
– ¿Dickens, jefe?
– Sí, gracias, en vaso ancho con dos piedras de hielo.
– Me refiero a la frase… es de Charles Dickens.
– ¡Ah! Ni pajolera idea, estaba escrita en la puerta delos baños. La leí mientras…
– No siga, no siga… La escribiría Gámez…
– ¿Quién es ese, Peláez?
– El redactor de cultura. Seguro que lo escribió antesde irse…
– ¿Adónde se ha ido?
– A la cola del paro.
– Ah… ya…
– Espero que le despidiera usted en unas buenascondiciones…
– Claro que sí, Peláez, ¿por quién me toma?
– No lo sé, jefe, no lo sé… ya no confío en nadie…
– Pues sepa que ese tal Gámez estará ahora en lacola esa con una cantimplora y dos kit kats de esta empresa.
– No me diga eso, jefe…
– Tranquilo, Peláez, la cantimplora la tiene quedevolver.
– Oh Dios… “el invierno de la desesperación…”
– ¿Qué dice?
– Dickens, jefe.
– ¡Ya le he dicho que sí, que me lo sirva! ¡Ypóngase otro para usted!
– Usted nunca va a cambiar.
– Never, chato, never.


Los cables de lasconversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en laredacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario enla página oficial en Facebookde 360gradospress.


Adrián Cordellat

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