Despiertas y buscas un nuevo desayuno. Te acuestas y no duermes porque piensas en todo lo que te queda por hacer al día siguiente.
En la siesta, practicas duermeveling sin arnés y, cuando el silencio de la plaza encalada te despierta, pides chocolate negro, por eso de que los expertos dictan que el dulce apetece cuando menos lo deseas.
Porque la mochila de las sensaciones, hermanas de las emociones ni tan fuertes, ni tan frecuentes- se encuentra un buen día a lomos del escáner que todo lo ve. Detecta hasta las zetas de descanso, aprisionadas en bolsas asépticas, transparentes, frías, con cierre isotérmico, desnudas, controladas, manipuladas sin tacto (real).
Óscar Delgado