país de locos
No es un país de locos, sino de miserables que visten de payaso y hacen llorar a las personas. Vivimos en un filo de la navaja.

Sin billete de vuelta

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Nos vamos a estrellar, predicen, y esta vez puede que lo consigan. Porque este país camina siempre por el terraplén más empinado y muchos se quedaron sin frenos. No es un país de locos, sino de miserables que visten de payaso y hacen llorar a las personas. Vivimos en un filo de la navaja tan afilado que hace sangre al mediodía y a la luz que nos separa.

Mañana no es nochebuena pero siempre nacemos en el lado equivocado de la sombra, cuando apenas vemos nada y un silencio de espinas nos hiere. La mentira es el mejor de los aciertos y lanzan cohetes cuando descubren una media verdad bajo las piedras.

Los políticos nos invaden con palabras tan huecas que pueden llenar un globo y explotarnos en la cara. Una promesa en vísperas de elecciones es un cuento de hadas escrito por Jack el Destripador y nadie abre los ojos; las claves principales de un programa electoral las eligió Alicia, que se quedó sin vacaciones en el País de las Maravillas mientras estudia marketing en la Cueva de los 40 ladrones.

Este país se cayó tantas veces del alambre que ya no quedan huesos sanos y percibo demasiadas fronteras desde la ventana de mi casa. Vivimos una realidad tan marchita que es otra realidad la que nos mata y nos derrota; es esa parte de nuestra vida que te señala cual es tu camino desde un puesto de tiro al blanco en la feria de las vanidades. Ya no somos nadie en este absurdo mundo de cartón y primaveras virtuales, solo un número casi borrado que viaja sin destino, sin billete de vuelta.

@Butacondelgarci

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