Los Reyes Magos y Papá Noel residen en Antigua and Barbuda

Ya ha pasado la Navidad y la Epifanía. Los Reyes Magos han emprendido su camino de retorno hacia sus respectivos territorios, mientras Santa Claus hace ya días que regresó a Laponia. No sé si a la finlandesa o a la sueca, porque con esto del lugar de residencia del señor gordito con barba blanca siempre ha habido polémica. Yo creo que con tanto dispendio como hace este venerable anciano, al igual que Melchor, Gaspar y Baltasar, debe de tener fijada su residencia en algún paraíso fiscal y dedicarse a cosas que poco tienen que ver con el concepto judeocristiano del trabajo como castigo de Yahvé. Para nada me imagino a los cuatro generosos currando en un país gélido. Ni siquiera en Andorra, que me resulta un territorio demasiado prosaico por la proximidad. Aunque sí que me los podría imaginar en la Calle de las Tiendas, en Andorra la Vella, pagando mordida a los Pujol con la excusa de proteger al Tió. Caga tió, atmelles i torró. Y es que no hay nada como la moraleja polisémica de los cuentos populares.

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Dando una vuelta a esto de los cuentos y los paraísos fiscales he consultado a la santa Wikipedia, que ya viene a ser un poco como Hal-9000 de 2001, una odisea del espacio, pero de todas las galaxias del saber prosaico. En Wikipedia me he encontrado con un paraíso fiscal que les viene a los cuatro como anillo al dedo: Antigua and Barbuda.

 

El nombre no es un chiste ni una alucinación ocasionada por el antihistamínico que me estoy tomando para curarme el trancazo que tengo desde hace días. No estoy haciendo ficción. Ni siquiera rindo con él un homenaje intencionado a  De Optimo Republicae Statu deque Nova Insula Utopia, de Thomas More, que bien podría. La realidad siempre supera a la ficción y a los anhelos.

 

Antigua and Barbuda existe y tiene hasta página web. Se trata de un conjunto de pequeñas islas antillanas limítrofes a Guadalupe, excolonia del Imperio Británico, cuya capital es Saint John’s. Estas islas las descubrió Colón en su segundo viaje y fue el genovés quién le dio el nombre de Santa María Antigua a la más grande. Lo de Barbuda es por la segunda isla en tamaño, cuyas palmeras lucían grandes masas de líquenes que parecían barbas. Se ve que esto les hizo gracia a los marineros españoles que acompañaban a Colón, y como con lo de las figuras retóricas no hay quién nos gane, le encasquetaron el nombre de Barbuda a la isla.

 

Años más tarde, estos territorios pasaron a los franceses, y después a los ingleses, que se dedicaron al cultivo de la caña de azúcar con mano de obra esclava. Por cierto, aunque la esclavitud se abolió en 1839 en las colonias británicas, en Antigua and Barbuda no desapareció oficialmente hasta 1939, año en que los sindicatos dijeron basta. God save The Queen! El país es independiente desde 1960, y desde 1980 tiene firmada una alianza con los Estados Unidos por el uso de su territorio con fines militares mediante el pago de un sustancioso arriendo anual, que junto a lo que se dejan los turistas atraídos por el paraíso fiscal,  hace que el país esté divinamente.

 

Volviendo a la retórica, y sin ánimo de enturbiar la honorabilidad de nadie, y menos de  Santa Claus, Melchor, Gaspar y Baltasar, pero viendo las pintas que se calzan y lo perversa que es la realidad que hace que seamos malpensados, esto de residir en Antigua and Barbuda les iría como anillo al dedo, tanto por lo del continente como por lo del contenido. Me explico.

 

Una de mis mayores preocupaciones de niño inocente fue averiguar la ubicación del país de origen de estos legendarios personajes, sobre todo viendo las grandes cantidades de dinero que se gastaban para traer tantos regalos. Aunque consultaba con frecuencia el Atlas de Aguilar, que por cierto me trajeron un año sin pedirlo en la carta, nunca daba con países tan ricos y fabulosos. Un día aprendí un poco de economía y perdí gran parte de la inocencia. Deduje que los cuatro liberales tenían montado el chiringuito en base a un impuesto mundial que gustosamente pagaban todas las familias del planeta para mantener su leyenda. Este impuesto mundial sigue aún vigente en el reino de los sueños, y parece que en la actualidad los cuatro dadivosos especulan lo suyo para conseguir más beneficios, porque vistas las marcas de la mayoría de los regalos que traen, deben de tener firmado algún acuerdo beneficiosísimo con las principales multinacionales.

 

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Así, que no es nada peregrino pensar que Santa Claus, Melchor, Gaspar y Baltasar viven en Antigua and Barbuda y tienen por ingresos lo que recaudan con el impuesto secular de las familias más lo que les untan las multinacionales por prescribir sus marcas y los pingües beneficios que sacan por la compra de deuda soberana a algún que otro país en horas bajas siguiendo los chivatazos de algún bróker de Wall Street con delegación en el paraíso antillano. Vistas bien vistas las marcas que han traído este año, en general de grandes multinacionales y productos asiáticos baratos de fabricantes que ignoran lo que es la Ética empresarial, a los cuatro generosos no les deben gustar nada los productos kilómetro 0, el desarrollo regional y la economía del bien común.

 

Creo que les deberíamos exigir que apuesten por proveedores autóctonos y por el pequeño comercio local. Ya que les pagamos gustosamente el impuesto secular para que continúen con su prestigio en el mundo de los sueños, les deberíamos exigir que fuesen consumidores responsables.

 

Y hasta aquí el cuento. Servidor hace como Max Aub con El Correo de Euclides, la felicitación que el autor de La calle Valverde enviaba a sus amigos para desearles un buen año. Si el Max Aub lo hacía como el último cuento del año, servidor lo hace como el primero. Manolo Gil le envía su primer cuento de 2015, deseándole un Feliz Año Nuevo. La moraleja la ponéis vosotros, los lectores.


@manologild

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