Por Javier Montes, periodista
Hace unos días el jugador malí con pasaporte francés del Sevilla Fútbol Club, Frédérick Oumar Kanouté, celebró un gol levantándose la camiseta para mostrar otra que llevaba debajo y en la que se podía leer ‘Palestina’ en diferentes idiomas. Esta acción le ha costado al futbolista una multa de 3.000 euros. La FIFA (organismo que dicta las leyes en el mundo del fútbol) sanciona a todos aquellos deportistas que muestran eslóganes políticos. Por más que reviso la fotografía de la celebración del gol de Kanouté no acabo de ver ningún eslogan político. El fútbol debe ser apolítico, remarcan los dirigentes de la Federación Española de Fútbol para justificar la multa.
¿Apolítico? A la mente se me vienen los partidos de las selecciones nacionales. Antes de cada encuentro atronan por megafonía los himnos de los países que se enfrentan en el terreno de juego. ¿Eso no es política y mostrar una camiseta donde se lee Palestina sí? Buen criterio. Ni que decir tiene que en este país hace menos de un año se abrió un absurdo debate sobre la conveniencia de ponerle letra al himno de España porque a algunos les avergonzaba que nuestros futbolistas no pudieran tararear más que un triste lolololo. ¿Eso no es política?
Más cercanas nos quedan las navidades. Es una época en la que las selecciones autonómicas suelen aprovechar para disputar partidos amistosos. ¡Qué polémica se montó este año con la lista de jugadores que se negó a jugar con Euskadi y querían defender a Euskal Herria!, ¿y eso nos es política? Por cierto, los 3.000 euros de multa a Kanouté son exactamente el mismo importe que tuvo que abonar el Espanyol de Barcelona por las bengalas arrojadas por un grupo de seguidores radicales del Barça sobre los espectadores que seguían el partido en las gradas de Montjuic.
Óscar Delgado