A pesar de la histórica intervención de Raúl Castro en la sede de la ONU, los medios de comunicación españoles apenas se hicieron eco de la cita. En Twitter ocurrió otro tanto de lo mismo. Parece que de Cuba sólo nos interesa Varadero, los mojitos, la salsa y los habanos. Quizá alguien del régimen debería adoptar y adaptar el lema ‘Teruel existe’ por el de ‘Cuba también existe’…
Llevaba tiempo esperando la participación de Raúl Castro en la Asamblea General de la sede de Naciones Unidas y la respuesta de Barack Obama. Quizá el haber estado en La Habana me hace más sensible a lo que ocurra en la isla. Es curioso cómo allí, a los españoles, nos adoran y hablan de nuestro país como “la madre patria” y aquí los tenemos en un segundo, tercer o cuarto plano. Quizá seamos cada vez más egocentristas pero el refrán “más se perdió en Cuba” sigue vigente. Cosas que pasan…
Demasiados años lleva el pueblo cubano resistiendo el embargo de Estados Unidos. Setenta años. Ahora parece que la situación poco a poco se irá reconduciendo para volver a la ansiada normalidad que tanto anhelan en La Habana. La apertura de sus respectivas embajadas fue un signo de buenas intenciones pero el vínculo será real cuando desaparezca el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que además demanda la devolución del territorio donde se asienta la base naval de Guantánamo, a escasos kilómetros de Santiago de Cuba, la segunda ciudad más poblada de la isla y una de las promesas incumplidas de Obama, que llegó a la Casa Blanca prometiendo su cierre.
El discurso de Raúl Castro no duró las cuatro horas que empleó su hermano Fidel en 1960 en el mismo atril. Le bastaron 17 minutos para hacer un repaso global. “Raúl el breve”, le bautizó Francesc Peirón, corresponsal de La Vanguardia en Nueva York. Han pasado 55 años. Como resaltó Gina Montaner en El Mundo: “Raúl no posee el narcisismo arrollador que su hermano exhibió durante décadas pero en esta ocasión tampoco faltó una atmósfera complaciente entre jefes de Estado que lo arroparon como si se trata de un estadista elegido en las urnas y no el heredero de una dinastía familiar”.
Cada uno tiene su opinión y es respetable. Faltaría más. Lo extraño es que los medios de comunicación de este país apenas dedicaran unas líneas al acontecimiento y que en Twitter fueran residuales los comentarios sobre un día que tanto en Estados Unidos como en Cuba se calificó de “histórico”. Se ve que aquí lo que ocupa y preocupa es Cataluña. ¡Y el fútbol!
Quizá el propio Barack Obama haya sido el artífice de ese clima al que hace referencia mi colega Gina Montaner. O incluso el Papa, que organizó el viaje más largo de su papado para visitar Cuba y Estados Unidos días antes de la intervención de Raúl. Bendito Francisco. El presidente norteamericano prometió que “el cambio llegará a Cuba pero no ocurrirá de la noche a la mañana”. Al menos, ya no se pronuncia igual que lo hizo con Guantánamo. Está claro que Raúl no puso nada de su parte para suavizar el momento. “La dureza del tono de Castro sorprende porque poco antes, desde el mismo podio desde donde habló, Obama había hecho el inusual gesto de presionar a su propio Congreso para que ponga fin al embargo cubano, un desenlace que el mandatario estadounidense calificó incluso de inevitable”, subraya Silvia Ayuso, del diario El País.
Al terminar el discurso Raúl Castro no pudo contener las lágrimas. Era la primera vez que el menor de los Castro acudía al foro internacional desde que asumió la presidencia de su hermano Fidel, hace casi una década. ¿Alguien las ha visto en televisión? ¿Alguien había reparado en ese día histórico? Lo dicho, Cuba, como Teruel, también existe.
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