Esta semana 360 Grados Press charla con el actor Manuel Baqueiro, el querido y entrañable Marcelino de “Amar es para siempre”, que actualmente compagina la televisión con las tablas en la obra “Al final de la carretera”, comedia con pinceladas de profunda reflexión, junto a Melani Olivares, Marina San José y Raúl Peña.
Con su bigotito rubio, trapo al hombro y secando copas tras la barra. Así vemos durante todas las sobremesas a Marcelino o, lo que es lo mismo, al actor madrileño Manuel Baqueiro (@ManuBaqueiro) en la serie de Antena 3 Amar es para siempre, sucesora de Amar en tiempos revueltos, desde hace nueve años. Pero actualmente también se le puede encontrar sobre las tablas en la obra Al final de la carretera donde interpreta a Rafa, un treintañero de vida, casa y mujer perfectas, que se da cuenta de que no ha cumplido ninguno de los sueños que anhelaba en su juventud. A pesar de este ajetreo y de cambio de registro constante frente a los focos, Baqueiro lo afronta todo “feliz y con buen humor”, ya que, como él mismo expresa, “sarna con gusto no pica”.
Actualmente estás a caballo entre la televisión y el teatro por toda España, ¿cómo se lleva toda esa carga de trabajo?
Feliz. Es una verdadera fortuna estar pluriempleado en los tiempos que corren. Además, sarna con gusto no pica.
¿Se llega a hacer pesado interpretar a un personaje como el de Marcelino durante nueve años entre Amar en tiempos revueltos y Amar es para siempre?
Es cierto que hay momentos en los que el personaje ya no te plantea demasiados desafíos, pero los productores me dan dado mucho tiempo para hacer teatro y eso permite oxigenar el personaje y que me siga divirtiendo. Además, cada año van cambiando los actores y siempre trabajas con gente diferente que te hace la estancia muy cómoda.
¿Eres consciente de que muchas madres y abuelas te querrían como yerno a raíz de este entrañable personaje?
Yo creo que a veces me darían una colleja, pero la verdad es que la bondad y la nobleza de Marcelino calan muy hondo y yo estoy encantado. Aunque en las próximas semanas va a meterse en algunos jaleos por su familia y puede que ya no lo miren con los mismos ojos.
¿Compartes algo con Marcelino?
Que somos buenos tipos, pero, por lo demás, somos totalmente diferentes.
Imaginamos que en nueve años habréis formado, lo que se suele decir, una “gran familia televisiva”, ¿no?
Por supuesto, a pesar de que vayan y vengan, existe un gran vínculo a diario entre todos nosotros, sobre todo con Itziar Miranda (Manolita) y José Antonio Sagayés, mi pequeña familia en la ficción.
¿Se acaba queriendo más a padres y a abuelos cuando se interpreta un papel enmarcado en la dura etapa del franquismo, como en tu caso?
Claro. Te empapas de la gente mayor: te cuentan, aprendes a quererlos mucho más, a respetarlos. Incluso adquieres códigos y te ves hablando igual que ellos, con su tempo y su vocabulario. Sobre todo, es una suerte contar con Sagayés en el reparto, porque es una enciclopedia de dichos andante.
Y cambiando de tercio, ¿cómo está funcionando Al final de la carretera?
Muy bien. En Madrid hemos llenado casi todos los días y en Donosti y Huelva ha gustado mucho también. La gente sale satisfecha con la obra porque es una comedia, pero que tiene una gran carga profunda y reflexiva que cala en el espectador.
La obra habla de la crisis por la que prácticamente todos pasamos cuando nos damos cuenta de que la vida que llevamos se aleja totalmente de la que habíamos soñado, ¿has pasado por ese trance en algún momento?
Por supuesto, pero no como Rafa, que es el personaje que interpreto, ya que él se ve de repente en la típica casa, con la familia perfecta y envuelto en apariencias y siente que no ha cumplido nada de lo que anhelaba de joven. Es el momento en el que decide romper con todo. Lo mío ha sido en otro contexto.
¿Puede que te sucediera cuando te licenciaste en Derecho y quisiste dedicarte a la actuación de manera plena?
Cierto, me pasó en ese momento sobre todo. No me veía como abogado y tuve una crisis de identidad. Hoy por hoy no me arrepiento del cambio. Dentro de diez años ya no lo sé.
¿Y qué hay “al final de la carretera” en tu caso? ¿Algún papel soñado?
No, no tengo ningún papel ideal. Creo que hay muchos aún por escribir y que me puedan atraer. Pero, sobre todo, con lo que sueño es con seguir ganándome la vida con esta profesión, que me encanta, sin grandes ambiciones.
¿Algún proyecto nuevo a la vista?
Hasta junio ya voy a tope con la televisión y el teatro, pero nunca se le puede decir que no a un buen guion. El cine siempre te pica, aunque está muy complicado trabajar en ese mundo, porque los papeles gordos los hacen cuatro. Aun así, lo importante es que la gente consuma cine, televisión o teatro y que los actores tengamos trabajo para darles lo que necesitan.
José Manuel García-Otero