¿Cómo sería una ciudad donde las firmas del imperio Inditex no ocupasen ningún edificio en pleno centro? ¿Una ciudad donde las grandes marcas de moda no nos bombardeasen con carteles y anuncios de televisión? ¿Cómo sería la moda de sus ciudadanos? Esas preguntas son las que se cuestiona el fotógrafo Javi Saguillo en su serie fotográfica The Havaners.
Porque en La Habana no hay ningún Zara.Ni anuncios de Loewe o Tommy Hilfiger. Ni siquiera una marcapatria que marque tendencia entre la población. Tampoco revistas de moda. Nidesfiles de alta costura. La Habana,ciudad suspendida en el tiempo, tiene su propia moda. Una moda colorista ydifícil de clasificar. Hecha de remiendos y ropa conseguida de aquí y de allá. Unvestuario en el que se mezclan prendas de antaño con otras más modernas traídaspor un pariente que dio el salto a Miami, por un turista ocasional o por lasrendijas de tímida apertura por las que se cuela la luz en el régimen cubano.
Y quizás esa tozudez de los dirigentescubanos, esa cerrazón que ha mantenido al país y a su capital ajenos alconsumismo y las marcas del capitalismo occidental que todo lo colonizan, sonlas que han creado la propia marca Habana. Una marca de moda en las que lamezcolanza y, sobre todo, la individualidad, son las grandes señas deidentidad. Toda la ropa se mezcla en las calles de La Habana. Y de esa mezcla surgen combinaciones imposibles queprovocan que cada ciudadano sea único en su individualidad. Acostumbrados comoestamos a que todos vistan igual (como sucede en occidente),
La Habana seofrece como un rincón excéntrico y único en el mundo en el que cada uno de susciudadanos se expresa a través de su ropa.
Esta es la esencia que capta Javi Saguillo en The Havaners. La de unosciudadanos que crean cada día sus outfitscomo buenamente pueden. Y que no tienen nada que envidiar a las egobloggers. Quizás por ello las fotosnos recuerden tanto al formato habitual de los blogs de moda. Sólo que susprotagonistas son más únicos y mezclan colores sin aparente sentido. Sólo quede fondo se ven las calles, los edificios y los colores de La Habana.
Laura Bellver