La participación española en los pasados Juegos Paralímpicos se saldó con 42 metales: 8 oros, 18 platas y 16 bronces. Y tras los éxitos llega la calma o no. Esta semana en 360 Grados Press hemos tenido la oportunidad de estar con un medallista incombustible: David Casinos.
Moncadaes un tranquilo pueblo próximo a Valencia, de esos en los que prácticamentetodo el mundo se conoce. Pasear actualmente con David Casinos por allí,donde reside, es un propósito intermitente, pues los enhorabuenas se sucedencada pocos pasos. No obstante, la atención no solo proviene de vecinos yconocidos, sino también de los medios de comunicación, los cuales no han paradode concertar entrevistas tras su regreso de Londres. Así, el descanso brillapor su ausencia, pero él hace acopio de positivismo. “Estoy muy contento. Es un momento para compartir con toda la familia,amigos y quienes han estado junto a mí. Además, me siento muy afortunado portener este golpe mediático para poder dar a conocer mi historia y el deporteparalímpico“, afirma.
Elinterés por David está más que justificado: este atleta se alzó en los últimosJuegos Paralímpicos con la medalla de oro en lanzamiento de disco, una categoríaque se le había resistido en sus anteriores incursiones en Sydney, Atenas yPekín. “Siempre ha sido una espinitaclavada. Lo he pasado muy mal, porque tenía tantas ganas que no sé que hubierapasado si no hubiese conseguido la medalla o un resultado que no fuese el esperado“,reconoce. Sin embargo, en esta ocasión la desazón vino por su modalidad reina,pues no pudo ser el metal en lanzamiento de peso que sí consiguió en cada unode sus anteriores Juegos. “Tambiénhabíamos trabajado mucho. Pero, claro, cuando tienes una medalla colgada ypierdes otra, pues no te sientes tan mal. La verdad es que los horarios no meacompañaron nada, porque hice una prueba y al día siguiente tuve que hacer otra“,explica.
Contodo, este deportista puede presumir de palmarés: cuatro oros paralímpicos,cinco veces campeón de Europa y otras cinco del mundo. Obviamente, lasconquistas no vienen por sí solas, sino que un gran esfuerzo está detrás deéstas. Por ejemplo, con vistas a Londres, David se levantaba cada día a lasseis de la mañana para poder estar en Valencia a las ocho, cuando comenzaba suprimer entrenamiento. Tras varias horas, siempre surgía algún compromiso profesionalque atender. Ya por la tarde, una nueva sesión física le esperaba en su club deatletismo. “Cuando llegaba a casa aúltima hora de la noche ya no era persona, sino un ente“, declara entrerisas.
Sinembargo, como todo deportista paralímpico, el auténtico mérito de David Casinosva más allá del mero esfuerzo físico: él perdió la visión a los 26 años a causade una retinopatía diabética, lo cual le supuso comenzar de cero. “Lo que más me costó fue habituarme a estaren la calle. Al fin y al cabo, tu casa es el entorno que conoces, pero en lacalle ya no solo dependes de ti, sino del entorno que te rodea. Para todo esotuve que cambiar mi vida y empezar a hacerla desde la oscuridad“, recuerda.No fueron tiempos fáciles, pero su fortaleza y los profesionales de la ONCE leayudaron a superar las diferentes barreras que se le presentaron entonces. Deesta forma, poco después se decidió a retomar una afición que ya practicósiendo más joven: el deporte.
Peroaparte de su progreso personal y profesional, David guarda dos motivos más paraser admirado. Y éstos son su carácter y su filosofía de vida. Claro reflejo deello es el corto Una luz diferente, el cual se estrenóa finales del pasado 2011 y que tiene como protagonista al atleta de Moncada.Sus primeras palabras vienen a decir que, a pesar de ser invidente, susproblemas no son mayores que los de cualquier otra persona; un planteamientoque no todo el mundo concibe. “Yo quierodar una imagen de normalidad. A mí no me gusta que me digan ciego por la calle,sino que me llamen por mi nombre. Las cosas se pueden hacer de diferente manera,puedes lograrlo con diferentes adaptaciones. Lo que hay que cambiar es laideología: la persona que tiene cierta discapacidad no es menos, aunquenecesite una serie de ayudas para superar los escalones, que son más altos delo normal. Espero que la gente llegue a ver con normalidad que vayas con unperro guía o un bastón. Que no eres más ni menos por ello“, reflexiona.
Quizá,ya esté cambiando algo en la sociedad y el deporte paralímpico lo demuestra. Asílo cree David tras su experiencia en Londres. “Después de estar en los Juegos de Pekín pensaba que ya había visto lomáximo. A estos últimos he ido sin motivación alguna, porque pensaba que iba aser más desangelado. Pero todo lo contrario: los estadios durante los JuegosParalímpicos han estado incluso más llenos que durante los Olímpicos. Es unhito. Me he sentido mucho más arropado“, declara. En este sentido, cuandoes preguntado acerca de lo que queda por hacer para avanzar aún más en el camino,David prefiere remarcar lo que ya se ha conseguido: “Se está haciendo un Plan ADO, de manera que nos sentimos mucho másrespaldados. Hace años no teníamos nada, pero desde Atenas 2004 estamos en unplan que nos permite ser profesionales del deporte. Y ya no solo eso, sino quetambién recibimos formación académica para tener luego una salida profesional.En el ámbito autonómico, las ayudas ya están al mismo nivel que cualquierdeportista olímpico“, apunta.
Cercano,modesto y, sobre todo, optimista. Así es David Casinos. Tanto, que no hayocasión en la que no pronuncie su lema “todoslos días sale el sol“, ése que lleva por bandera y le permite estar al piedel cañón. Ahora, el calendario deportivo marca los Mundiales de Francia en2013 y los nuevos Juegos de Río en 2016. Retirarse no es una opción a barajar,al menos mientras la “locomotora“esté en condiciones, como dice él mismo. De todos modos, aún cuando termine sucarrera en el atletismo, David tiene claro que su actividad continuará: viajarpara poner su experiencia al servicio de los demás se plantea uno de susplanes. “Hay que olvidar el pasado ypensar que lo que se tiene es un futuro. Si uno está mal, da igual que tusseres queridos estén contigo, porque van a estar mal también y eso no se va asostener. No vale la pena gastar el tiempo en compadecerse. Un no es un síen proceso“, argumenta a lo largo de la entrevista. No escucharle cuandolleve su intención a término sería perder una gran fuente de sabiduría e ilusión.