El karate persigue su momento

Reconocido como deporte por el Comité Olímpico Internacional (COI) en 1999, el karate inició entonces su camino hacia un nuevo objetivo: entrar en el programa de los Juegos Olímpicos (JJOO). Se ha quedado a las puertas en dos ocasiones, pero el recorrido continúa. Además, ahora avanza con el respaldo de un movimiento internacional. Esta semana en 360 Grados Press hemos querido profundizar en este anhelo.

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Marceliano Gómez lleva 40 años practicándolo y reconoce que no ha dejado de sorprenderle. “La diferencia con otros deportes es que siempre cambia y nunca dejas de aprender”, afirma. Él es el presidente de la Federación Valenciana de Karate, una de las tantas que el pasado 7 de octubre secundaron el K-Day, una convocatoria mundial para reivindicar que éste sea olímpico. “Defendemos que tiene que ser olímpico por su implantación y porque hay muchas personas que tienen la ilusión puesta en las nuevas generaciones y en el olimpismo. Además, los olímpicos son deportes de primera categoría. El karate ya lo es para nosotros, pero queremos que también lo sea para el resto de la gente”, argumenta Marceliano.

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Bajo este mensaje, más de medio millar de personas tomaron las calles de la capital del Turia. Y movilizaciones similares tuvieron lugar en más de 300 ciudades de todo el mundo hace poco más de un mes. La acogida no fue de extrañar: según últimas estadísticas, actualmente los karatekas se cuentan en más de 100 millones. Sin embargo, el pase al programa olímpico no depende de estas cifras. “Que el karate no sea olímpico es una cuestión política. El judo tuvo su momento cuando las olimpiadas fueron en Japón. El taekwondo, cuando fueron en Corea. Pero el karate viene reivindicando ser olímpico en un momento en el que el programa olímpico está totalmente cerrado. Para que entre un deporte tiene que salir otro. Y eso es muy complicado”, apunta el presidente de la Federación valenciana.

Pero las oportunidades sí que se han dado. Al menos, un par. En primer lugar, la asamblea del COI celebrada en Singapur en 2005 alentó las esperanzas cuando decidió sacar al béisbol y al softbol del programa para Londres 2012. No obstante, ningún otro deporte ocupó las plazas vacantes. Más recientemente, en 2009, otro encuentro de este comité en Copenhague barajó nuevas opciones para los Juegos de Río 2016. En esta ocasión, el golf y el rugby a siete fueron los afortunados.

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Las puertas de entrada se abrirán otra vez en febrero de 2013, cuando tendrá lugar una nueva votación con vistas a la convocatoria de 2020. Ahora, el COI deberá seleccionar 25 deportes de entre los 28 que participan en los próximos JJOO a modo de núcleo duro. Otros dos, los últimos en convertirse en olímpicos, también tienen garantizado el pase. Así, quedaría sitio para uno más. Y los aspirantes ya hacen cola: softbol, béisbol, patinaje sobre ruedas, squash, esquí náutico sobre tabla o wakeboard, wuzu y escalada comparten ilusión con el karate. No obstante, parece que éste último va a la cabeza. En palabras de Marceliano: “Hace poco más de una semana hablé con el presidente de la Federación española y  me dijo que estaba casi seguro de que el karate en este momento tiene todas las de ganar”.

Y mientras muchos cuentan los días, otros temen que llegue eso mismo, “el momento” del karate. Porque un debate de fondo acompaña la aspiración olímpica desde el principio: ¿podría la especialización competitiva suponer la pérdida de algunas técnicas tradicionales? Este miedo viene alimentado por la trayectoria que han presentado otras artes marciales, como el judo. Sin embargo, la mayoría de profesionales abogan por la tranquilidad. “Creo que se podría vehicular un sistema en el que el karate deportivo se especializara, pero el tradicional se salvaguardara. Que el karate sea olímpico no significa que solo practiquemos karate deportivo”, justifica Marceliano.

Concretamente, la propuesta de la Federación Mundial de Karate para el programa olímpico consiste en una competición de combate o kumite individual, dejando la fase técnica o de katas para un futuro segundo asalto. En cualquier caso, las modalidades se corresponderían con un karate de carácter atlético, el cual sería en impartido en centros de alto rendimiento y no en los propios clubs. Y ahí es donde radica la diferencia que debería disipar los recelos. “El karate deportivo busca las técnicas que funcionan en la competición, las potencia y las desarrolla. Es un sistema atlético que busca la excelencia. Por su parte, el karate tradicional es un sistema más integral. Digamos que el karate deportivo es una parte del karate en general. No todo el mundo puede hacer karate deportivo y sí todo el mundo puede hacer karate tradicional”, concluye el presidente de la Federación valenciana.

Sea como fuere, la actividad en los dojos – gimnasios de karate – continúa. Restan meses para conocer el final de este do – camino – y Marceliano reconoce que si por algo se caracteriza este deporte es por la paciencia. Así, no queda más que echar mano de ella hasta el próximo febrero. 

@LaBellver

Laura Bellver

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