En la comedia más desternillante o en el drama más sobrecogedor. Alfonso Lara, como se suele decir, vale para un roto y para un descosío y se ha hecho un hueco de honor en el teatro y en las series de televisión más exitosas. Esta semana 360 Grados Press le sigue el rastro para conocer de cerca su pasión por la actuación.
El dibujante Antonio Mingote dijo en una ocasión que la televisión había “acabado con el cine y el teatro“, pero sin embargo existen muchos profesionales del mundo del espectáculo que agradecen gran parte de su trabajo a ella y que les ha supuesto un mayor volumen laboral sobre o tras las tablas. Los actores también. Es el caso de Alfonso Lara (@alfonso1968lara), que ha combinado una estable imagen y popularidad delante de las cámaras con su verdadera pasión: subirse a un escenario, ya sea para dirigir o para interpretar una obra. Estos días lo hace con Páncreas (@pancreas_teatro), de Patxo Telleria.
¿A quién interpretas en Páncreas?
Interpreto a Javilo, un hombre enfermo que necesita un trasplante de páncreas con cierta urgencia para no morir.
¿Cómo te has preparado este papel?
Ha ido un poco en función de lo que nos ha pedido el director. Hay un elemento formal y una estética en esta obra que condiciona mucho la interpretación. Hay una gran parte de clown, un gran trabajo físico, teatro dentro del teatro, etc. También ha habido una parte de bucear dentro de uno mismo y te vas acercando al personaje a través de los parecidos y de las diferencias contigo. Todo para intentar comprender mejor a Javilo.
¿Cómo está yendo la obra?
Lo digo sin vanidad y con todo el orgullo: el 100% de las cítricas han sido excelentes, con más de 50 funciones, y estamos muy contentos por ello.
¿Cuándo sentiste esa curiosidad por el mundo del teatro?
Hace muchos años. Ya en el colegio hacía teatro. No sé si soy un actor vocacional, pero sí había algo en mí que me llevaba por el camino del arte. Al principio era la música. Hasta los 20 años no me apunté a una escuela de interpretación. Además, a mi madre no le hacía ninguna gracia. Yo trabajaba en un banco y cuando ya me decidí a entrar en una escuela seria que requería dedicación completa y dejé mi trabajo, tuve que medio engañarla. Para mi familia era un mundo muy inseguro y no les gustaba la idea.
Eres una de las caras más conocidas de la televisión desde hace muchos años. ¿Es cómodo trabajar en ella? ¿Te gusta este medio?
Como en el teatro, hay proyectos que te hacen sentir muy cómodo. Son sitios muy distintos: el teatro maneja unos códigos mucho más clásicos; eres partícipe de una tradición que en la televisión no existe. Allí va todo más rápido y prima mucho la publicidad. Pero estoy muy orgulloso de trabajos que he hecho en televisión, además, con mucho gusto. Me han servido para crecer como actor. Tanto en series con mayor o menor presupuesto. A la televisión le estoy muy agradecido, ya que te permite hacer cosas en teatro. Me siento cómodo, siempre y cuando el proyecto me estimule y me diga algo.
¿Qué se siente sobre las tablas de un teatro?
El teatro te ofrece un fantástico abrazo. La gente tiene la necesidad de plantearse preguntas, de abrazarse en torno a esta ceremonia que es el teatro cuando acude a él. Y ser partícipe, tanto en el escenario como en el patio de butacas, para mí es una experiencia humana y vital fundamental, sin la cual ya no podría vivir. Mi vida sería mucho más pobre sin el teatro. Soy humilde portador de la tradición de tanta gente que ha hecho del teatro su forma de expresión, de embellecer la vida y de entregarse a la gente.
¿Te gustaría tocar más cine?
Sí, es mi asignatura pendiente. He estado en películas más pequeñas sin mucha distribución, pero sí, se puede decir que está por llegar ese papel grande que tenga una gran repercusión. Cuando era más joven era una inquietud que me hacía sufrir más, pero ahora no. Lo que el tiempo me quiera traer, lo aceptaré. Y toco madera y me siento afortunado, porque tengo mucho trabajo y muy bueno en televisión y en teatro, y seguro que el cine también llegará.
¿Cuesta salir adelante como actor en los tiempos que corren?
Sí. Hoy en día el ser conocido, más que actor, se ha convertido en un objetivo de la gente joven. A mí si me quitaran la fama me harían un favor, porque eso realmente es solo la cáscara de mi profesión, lo que me interesa menos. Fernando Fernán Gómez decía que en esta profesión el 100% es azar, la suerte cuenta mucho. Hay que estar preparado y perseguir tu objetivo con todo el corazón. Los escenarios siempre van a estar ahí para rescatar a la gente joven, para acoger propuestas, porque para hacer teatro simplemente hay que querer hacerlo. Es difícil aun así, porque se valora mucho la juventud y la belleza, pero en el teatro es menos importante. Animo a la gente a que aprenda haciendo y que mire a los maestros y el camino que tomaron.
¿Y cómo es la experiencia de pasarse a la dirección para obras como El divorcio de Fígaro (2013)?
El papel que tengo cuando dirijo es incluso más placentero que cuando interpreto, me completa más. Es una preparación de mucho tiempo y no es fácil porque hace falta dinero, pero me permite expresarme artísticamente y me reconozco en un espectáculo como el de El divorcio de Fígaro. Fue algo que me trajo muchas satisfacciones, ya que fue mi criatura, a la que estuve regando durante cuatro años.
¿Hay otros proyectos a la vista? ¿Una posible vuelta de la serie Anclados (Telecinco), la cual protagonizabas, tal vez?
En el caso de Anclados, Vasile decidió retirarla de la parrilla con todo el éxito que tenía y los actores fuimos los principales sorprendidos porque no se explicaba muy bien. La serie está enterrada y ya se rezó la misa por su alma. Ahora estoy centrado en Páncreas y esperamos seguir muchos meses con ella. También estoy recogiendo voluntades para que me ayuden a llevar a cabo la dirección de un proyecto para el año que viene, algo que me tiene muy emocionado. También hay en el aire algunos trabajos para televisión.
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