“Me considero una contadora de historias”

Que Pasión Vega tiene un chorro de voz ya se sabía. Que derrocha simpatía -también con la prensa- es otra de sus características. La cantante se ha liado en el mantón de manila para rendir tributo con su nuevo trabajo a Carlos Cano. Para ello, se ha rodeado de nueve músicos, entre los que destaca por novedad la guitarra portuguesa y el cuarteto de cuerda.

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Nació en Madrid, creció en Málaga y vive actualmente en Cádiz. A Pasión Vega le cuesta quedarse con una de las tres ciudades. “¿Por qué siempre tenemos que elegir?”, pregunta risueña. Tras darle unas vueltas y alabar los tres lugares cierra su propio debate: “Soy andaluza”. Se muestra accesible y suelta carcajadas a diestro y siniestro que hacen todavía más agradable la conversación. La artista está ahora de gira por España presentando su nuevo trabajo musical, “Pasión por Cano”, donde rinde homenaje al cantautor y poeta español, que “nació en Nueva York, provincia de Graná”.

 

Nunca llegaste a conocerlo en persona. De haber podido charlar con él, ¿de qué te habría gustado conversar?
Yo creo que de todo un poco. Sé por gente que lo conocía y por amigos suyos que era un gran conversador, estaba muy preparado. Seguramente yo habría estado escuchándolo. No creo que me hubiera atrevido a preguntarle nada… (risas) En la actualidad hubiera sido crítico con la situación social y política que estamos viviendo. Y sobre música, le habría preguntado cuáles eran sus artistas y canciones favoritas. Sus poetas favoritos.

 

¿Cuáles son los tuyos?
A mí me gusta mucho Benedetti, me gusta mucho Lorca. Me encantan particularmente. Y cantantes, yo soy mucho de Joan Manuel Serrat. Para mí es un ídolo total, total. ¡Lo adoro!

 

¿Qué queda de aquella niña que cantando pegada al micrófono ganó con 16 años un concurso en la Cadena Ser?
¡Espero que quede mucho! (risas) Porque a mí me gusta mucho sentirme un poco infantil, la verdad. Y conservar esa mirada limpia que se tiene cuando se es niño y cuando se empieza. Y, desde luego, las ilusiones por mi trabajo, por la vida y por todo lo que traiga, las tengo intactas. Sigo trabajando con mucha ilusión, con muchas ganas. Con ganas de seguir aprendiendo y seguir creciendo. Eso lo tengo ahí siempre.

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Fue por esa época cuando cambiaste tu nombre real por el artístico. En alguna ocasión has dicho que por aquel entonces veías muy grande lo de “Pasión”. ¿Cómo llevas la evolución?
Ahora ya lo llevo perfectamente. Ya he crecido (risas). En mi casa me llamaban Anita y sigo siendo Anita en mi casa. Claro, ver que la gente me decía Pasión por la calle era un poco complicado para ellos –sus familiares- (risas). Pero ya lo llevamos todos estupendamente. Yo, ciertamente, lo tengo ya asumidísimo. Por la calle me vuelvo antes si alguien me dice Pasión que si me dice Ana. Lo tengo muy pegado ya a mi piel y a mi vida cotidiana. 

 

En esta vida, ¿a qué hay que ponerle pasión?
A aquello que nos gusta y, sobre todo, que sea importante en nuestra vida. Pero en el día a día, en las pequeñas cosas, también. A nuestro trabajo, a nuestro despertar… La vida sin pasión pierde mucho sentido. Hay que vivirla intensamente. Y no nos queda otra.

 

¿Y qué te recorre el cuerpo justo antes de salir a un escenario ante un público multitudinario?
Pues tengo que reconocer que me pongo muy nerviosa y me late el corazón muy fuerte y creo que no me va a salir la voz del cuerpo. Tengo siempre la curiosidad de ver cómo va a reaccionar el público, si va a entender todo lo que le proponemos y el porqué de estas canciones, si voy a estar a la altura ese día, si voy a estar inspirada. Pero te tengo que decir que enseguida se me pasan los nervios. En cuanto pongo el pie encima de un escenario y canto el primer tema, ya me olvido de esa responsabilidad y disfruto mucho. Creo que el secreto de esta profesión es tener presente que si uno mismo no se lo pasa bien, es imposible hacer disfrutar al público.

 

De todo el disco, ¿cuál es la canción que más te emociona al escucharla en tu propia voz?
Cuando me escucho a mí misma no me suelo emocionar, al revés, me suelo criticar. Sufro, sufro… (risas). En directo, que es diferente por completo, porque estás escuchando tu voz desde tu interior, estás más bien escuchando los latidos de tu corazón, más que tu voz. Disfruto todas las canciones. La verdad es que es un repertorio, lo digo sinceramente, que me emociona desde que empiezo hasta que termino. En muchos aspectos me hace sentirme alegre, vital… En otros aspectos me hace transportarme a mi infancia, a mis primeros pasos en la música. Otros me desgarran porque son historias hermosas… ¡de perdedores! Pero que, al estar dentro de una canción y de la manera en la que los describe Carlos Cano, se convierten en héroes. Hay historias muy variopintas y me gusta el espectáculo al completo. Todo tiene un hilo conductor. 

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¿Consideras que los temas adquieren un nuevo espíritu cada vez que los versiona un artista?
Yo creo que sí. Cada vez que una canción la coge otro artista, que viene de otro género, que tiene una voz diferente… siempre esa lectura refresca de esa canción le da una nueva dimensión. Evidentemente, cada artista, cada alma, siente de una manera diferente. Aunque el sentido de hacer este disco es desde el respeto y el cariño, claro que tiene otra dimensión diferente; la que cada uno le quiera dar. Incluso el público lo asume y lo asimila de una manera distinta sólo por ser una voz femenina. Ya cambia mucho de una voz de hombre a la de una mujer. La verdad es que sí.

 

Has sabido reinventar la copla, pero también la representas…
La copla es una de mis pasiones y uno de mis sellos de identidad, por supuesto. Está dentro de mí y siempre la llevo conmigo y nunca me ha molestado. También es verdad que a mí siempre se me ha metido en ese casillero. Aunque más que una cantante de copla me considero una intérprete, una contadora de historias.  Considerarme una cantante de copla tampoco me molesta ¿eh? (risas) Hay que sacar pecho y sentirse orgullosa.

 

En todo caso, tu vestuario suele ser elegante y sobrio, pero con pocos volantes. Sin embargo, es fácil verte con un abanico y mantón de Manila. ¿Por qué eliges estos dos elementos en tus actuaciones?
Son elementos que me gustan mucho porque corporalmente y estéticamente te pueden proponer muchísimas cosas. Un mantón da muchísimo juego. Es un elemento muy español, por supuesto, pero al mismo tiempo es muy elegante. Se pueden proponer muchísimas lecturas, como el arrullo de una madre. Y el abanico, igual. Utilizándolo de muchas maneras y posturas en la mano de una mujer puede decir mucho. Hay muchos elementos en el escenario que ayudan a que el espectador entienda qué personaje hay en cada canción y en cada escena.

 

En este trabajo unes tu talento al de María Dolores Pradera en el tema “Aires de cuna”. Además de su garganta, ¿qué destacas de esta dama de la canción?
Destacaría su arte. Tiene más de 90 años y va a un estudio a grabar. Para mí, yo no le llego a ella ni a la rodilla… (risas) Es como: ¿dónde hay que firmar señora María Dolores Pradera para llegar a esa edad con esa clase que tiene y con esa presencia? Es una mujer de una inteligencia y de un saber estar y de un sentido del humor… Por eso es la dama que es. Y lo transmite cuando está en el escenario. Es a quien más me ha gustado conocer en mi profesión, la verdad. Es una de las que más me ha podido impactar conocer. Yo ya había cantado con ella en su disco, y siempre nos habíamos tenido mucha estima, mucho cariño. Es una mujer muy cariñosa con toda la gente. Admirable. Lo simpática y graciosa que es.

 

¿La canción que cantas con ella adquiere una connotación especial tras haber sido madre de Alma?
Es una canción importante porque se aúnan las tres generaciones cantando una nana, una canción de cuna. Además, cuando la grabamos, estaba mi niña en el estudio. Sería octubre más o menos y mi niña era un bebé muy chiquitito. Entonces fue un momento precioso, precioso. Para mí fue un momento muy emocionante. Y por eso cierra este disco. Además de porque yo fui mamá cuando grabamos, que fue el año pasado, Fernando Velázquez, que es el productor del disco, también fue papá durante esta grabación. Era una grabación que tenía que estar. Marca la vida, ser madre o ser padre, y eso hay que dejarlo plasmado.

 

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@Lorena_Padilla

 

Javier Montes

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