Los otros Paquita Salas

El oficio de representante de actores y de actrices se ha profesionalizado mucho desde que se asienta sobre una formación académica, sobre todo en derecho o economía, adecuada a las labores que desempeñan, aunque todavía permanece esa figura de amigo/psicólogo que ejercen muchos de ellos con sus clientes.

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Paquita Salas, el personaje histriónico que ha llevado al reconocimiento público al actor Brays Efe, de la mano de sus creadores, Javier Calvo y Javier Ambrossi, se ha convertido en todo un fenómeno de masas. Una serie que divierte a la vez que hace llorar de emoción a los miles de espectadores que la están siguiendo capítulo tras capítulo y que hace un homenaje a decenas de actores y de actrices que hace ya algunos años que dejaron de ser caras conocidas, de una manera arriesgada (profesionales como Lidia San José o Belinda Washington parodian su propia caída en el olvido) y con mucha verdad.

 

Pero que también ha descubierto al público joven y ha ensalzado una figura imprescindible en el mundo de la interpretación: la de los representantes de actores y de actrices. Una profesión que en la serie de Netflix se muestra de manera magistral desde un personaje, el de Paquita, que es casi como la guardaspaldas/madre del cliente, muy al estilo de cómo sucedía en la década de los 90.

 

Hoy, este oficio ha cambiado o, más bien, ha virado hacia la profesionalización con una base mucho más académica. “Antes era muy común que un amigo o un familiar tomara las riendas de la representación del actor y que fuera aprendiendo a través de la experiencia y de los golpes, pero en la actualidad es mucho más común que el manager haya estudiado Derecho o Economía, carreras que vienen muy bien a la hora de desempeñar tu trabajo y de lidiar con números y contratos“, expresa Eduardo González, socio fundador de EGV Representación y Comunicación.

 

Del campo de la economía pasó al de la representación junto al actor Jorge Sanz, que es amigo suyo desde los 6 años, y desde entonces no ha querido escapar de una vorágine de duro trabajo, llamadas y contratos que le apasiona desde hace 18 años. Hoy ‘lleva’ (como se suele decir en la profesión) a actores y a actrices de la talla de Mariano Peña, Pablo Puyol, Llum Barrera, Marta Hazas o Ana Morgade, con quienes ha compartido importantes momentos de sus carreras y de cuyo éxito, fruto del esfuerzo y de haberse “forjado un nombre desde el talento“, como él mismo valora, se enorgullece.

 

En especial recuerda a la joven Ivana Baquero que, tras ganar el Goya a la ‘Mejor Actriz Revelación’ con tan solo 12 años por la película El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), no para de trabajar en cine y televisión en Estados Unidos.

 

Porque, aunque el representante de hoy esté mucho mejor preparado para el lado económico y comercial de la profesión, en muchas ocasiones, está muy ligado a la parte emocional de los intérpretes y sigue haciendo las veces de amigo, consultor, consejero (sobre todo, en el uso de las redes sociales y en su correcta exposición pública) y psicólogo de ellos, ya que comparten ilusiones, alegrías y derrotas.

 

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El representante debe tener habilidades sociales y contar con capacidad para empatizar con la gente. Y no solo con sus clientes, sino también con los productores. Eso sí: sin llegar al extremo, como sucedía décadas atrás (o en Paquita Salas), de convertir el buen rollo existente con los actores y las actrices en un motivo para ser el acompañante de todos los saraos. “Nosotros vamos con ellos a todo aquel evento en el que podamos suponer un valor añadido como, por ejemplo, en la recogida de premios, donde podemos ayudar en las relaciones con medios, o en las sesiones de fotos o actos en los que tengamos posibilidad de hacer contactos; si no es una pérdida de tiempo“, indica González.

 

Ello no quiere decir que cuando el actor lo demande (y haya margen para ofrecérselo), el representante pueda acompañarle, sobre todo, cuando necesita apoyo motivacional o se expone a la presión que supone ser la atracción social de un evento. Detalles que, junto a la buena sintonía y al cumplimiento de objetivos profesionales, otorgan una fidelidad muy elevada del intérprete a su manager. “Hay actores que crecen contigo y la mayoría están a tu lado siempre, si has funcionado y les has conseguido oportunidades; en caso de no ser así, es normal que puedan buscar otra agencia que les proporcione algo mejor o que seas tú mismo el que prefieras rescindir su contrato“, valora.

 

O, incluso, que el actor acabe dejando la profesión, porque, como el propio González sentencia, “se trata de un trabajo muy ingrato“. Una verdad que los jóvenes estudiantes de interpretación conocen bien antes de enviar su videobook a agencias como EGV. “Hay más actores que horas de trabajo para ellos y es normal que no siempre haya cabida hasta la jubilación para todos ellos de una manera estable“, indica el representante madrileño.

 

Aun así, hay una característica del representante de hoy que sí comparte con aquel de antaño como Paquita Salas y es nunca perder la confianza en el talento y en las capacidades de sus actores y de sus actrices. Porque antes que sus clientes, son sus amigos.

David Casas

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