“Las manos comunican de manera universal”

Como dice el novelista Paulo Coelho, “el mundo está en las manos de la gente capaz de ver las transformaciones del presente, (…) con coraje para vivir sus sueños”. Personas como Lorenzo Quinn, que lucha desde hace 30 años por construirse el lugar que actualmente tiene en el mundo de la escultura y, al mismo tiempo, trasladar mensajes de denuncia social en altavoz que calen.

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Hace ya décadas que Lorenzo Quinn dejó de ser ‘el hijo de’ (el gran actor Anthony Quinn) para pasar a alzar su nombre propio con letras mayúsculas. Y curiosamente fue desde que abandonó su lado más televisivo (con toques cinematográficos) y dio rienda suelta a su creatividad como escultor, profesión con la que se reconoce firmemente desde hace 30 años.

 

Hoy reparte sus obras por todo el mundo y se centra en una de las partes del cuerpo que los artistas clásicos consideraban más difíciles de trabajar para conseguir veracidad en ellas: las manos. Las más recientes, Support, las ha colocado hace poco más de un mes en Venecia, concretamente emergiendo del agua y ‘sosteniendo’ la fachada del hotel Ca S’agredo, en un claro mensaje de protesta contra el cambio climático, que está provocando una subida progresiva del nivel del mar que puede acabar con la ciudad italiana.

 

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¿Qué gusto le encuentras a esculpir manos?

La finalidad de mis esculturas es comunicar emociones y sentimientos de manera que todo el mundo se pueda ver reflejado en ella. Las manos comunican de manera universal y todo el mundo las puede entender. En ellas no puedes ver ni la raza ni la religión. Eso es muy importante para mí.

 

¿Qué dificultades encuentras?

Empecé a hacer manos hace 30 años y hoy por hoy ya no le encuentro dificultades. De hecho, son todo facilidades. Sobre todo, a la hora de conectar con los clientes. Por ejemplo, en los países árabes está mal visto mostrar esculturas de cuerpo entero por la religión. En cambio, yo soy uno de los artistas que más obras publica en estas zonas por el uso de las manos. Aun así, también esculpo otras partes del cuerpo si busco expresar algo más íntimo.

 

¿Cómo surgió Support y cuál es su objetivo?

La inspiración llegó hace justo un año en la celebración de mi 50 aniversario en el hotel Ca S’agredo, cuya fachada principal se encuentra ‘sustentada’ por la obra. La directora del hotel me dio la idea con ocasión de la Bienal de Venecia 2017 y siempre había tenido ganas de crear unas grandes manos saliendo del Gran Canal apoyadas en el edificio. Pero en ese momento lo conecté con la elevación del nivel del mar a causa del cambio climático. Expuse la idea y a ella le pareció estupenda, pero difícil de llevar a cabo por toda la burocracia que iba a suponer hasta que me dieran todos los permisos. De hecho, es la primera vez que se permite que se construya una obra en el agua en Venecia. Y costó. Finalmente, no se hizo para la Bienal, porque no les interesó, pero pude presentar la obra en mayo, gracias al alcalde y a la Halcyon Gallery de Londres. Todo muy justo de tiempo, ya que los últimos permisos nos los dieron con la obra a medio traer en barco para su colocación. Antes de estar montada la gente ya comenzó a interesarse por ella y el día de la inauguración Venecia explotó de emoción.

 

¿Cuántas manos has alzado en toda tu vida?

Yo diría que miles. Hay muchas que hago y luego no salen.

 

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¿Qué te atrae del mundo del arte y de la escultura en concreto?

Es un mundo maravilloso y te sientes privilegiado por poder dejar un legado tuyo para el mundo. Realizar tus sueños es algo muy bonito. Hay momentos de mucha emoción y creatividad, pero también hay otros de sequía, sobre todo, después de una etapa de gran actividad, y te secas. Primero una marea alta y luego baja. Y ese instante es preocupante, por no saber cuándo llegará la inspiración. También depende de los proyectos, qué ocurre en tu vida personal, etc. Todo influye.

 

¿Qué escultores te han inspirado más?

Sobre todo, los clásicos: Fidias, Miguel Ángel, Rodin o Bernini.

 

¿Quiénes suelen ser tus musas?

Mi mujer a lo largo de estos 30 años ha sido mi fuente de inspiración primaria. También mis hijos. De hecho, las manos de Venecia son las de mi hijo pequeño, Anthony, que también ha sido mi modelo para otras muchas obras recientes mías.

 

¿Fue la escultura una pasión compartida también con tu padre?

Sí. Él también pintaba y esculpía y yo lo mamé de pequeño. Tenía un taller en nuestra casa de Roma y otro en Nueva York. A mí me fascinaba verle y siempre fui creativo desde niño. Dibujaba mucho y siempre pensé que me dedicaría a un trabajo artístico en el futuro.

 

¿Cuál es la obra por la que te sientes más orgulloso?

En este momento Support, ya que ha marcado un antes y un después en mi carrera a nivel internacional. He podido comunicar con esta obra un mensaje muy importante, adoptado y aceptado en todo el mundo.


@casas_castro

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