La crítica del tercer concierto de la gira española de 'Las consecuencias', el último trabajo del cantante maño
La gira Las consecuencias de Enrique Bunbury desembarcó en Valencia por partida triple esta semana con la distancia entre el espectador y el cantante más difuminada que nunca. El artista maño avanza por la senda del 20 aniversario de la publicación del álbum Senderos de Traición, que le catapultó a la fama con Héroes del Silencio en 1990, hoy rodeado por la madurez de quien sabe que los pasos emprendidos en solitario han comulgado con los más fieles de antaño y con los continuadores de hoy.
Un gustazo, en un juego musical en el que todos salieron ganando. De un lado, Bunbury, que al apostar por un recinto de salón como el Palacio de Congresos de la capital del Turia lo hizo también por la cercanía de los que no le han abandonado. De otro lado, sus incondicionales que, con menos canas que ayer, asistieron a una puesta en escena cuidada, cariñosa e íntima, salpicada por la complicidad de viejos temas de siempre y nuevas propuestas de hoy. Porque Bunbury supo presentar un repertorio de 23 temas sin la rigidez de tener que ofrecer las mismas piezas en cada una de sus tres versiones en directo de Las consecuencias.
La última actuación cayó en lunes, un día antipático por definición para la mayoría de mortales, que el cantante zaragozano solventó con grandes dosis de su mejor rock and roll. “Algunos días nos levantamos con ganas de tocar canciones más acústicas y otros con ganas de rockear más duro. Hoy es lunes y los lunes son para el rock”, compartió Bunbury con sus incondicionales en la segunda parte de un concierto introducido en el prólogo por el tema que da título a su último trabajo.
Elegante de inicio, bajo una indumentaria de salón caracterizada por un traje de chaqueta negro alegrado con rimbombantes engarces de tela roja, Bunbury apareció en la escena con la seguridad de los dos llenazos previos y la comunión de quienes educadamente (cosas de la edad y de las características del auditorio) comenzaban a presenciar los primeros compases de Las consecuencias sentados en cómodas butacas de terciopelo. Muchos de ellos, a buen seguro se codearon por un hueco hace tres años en el circuito de Cheste con 80.000 almas en la gira de despedida de Héroes para gritar en alto el nombre de la extinguida formación. Pero el grito de guerra en este salón improvisado ya no era ese, sino “Enrique”.
Tuvo que llegar la séptima propuesta, El Extranjero un tema emblemático de su segundo álbum en solitario, Pequeño, para que los fans olvidaran el asiento y se levantaran al ritmo de compases enigmáticamente familiares, tanto o más que Senda, canción con la que Bunbury rindió su particular homenaje a los 20 años de Senderos de Traición. Fue el único tema que apeló a su anterior condición de líder de Héroes del Silencio y un gesto que fue recibido con la euforia de quienes crecen pero no olvidan.
Lady Blue, Los rastros del naufragio, Dímelo, Sácame de aquí, Los habitantes o, y especialmente, su Apuesta por el rock and roll no dejaron indiferente a un auditorio con callo, acostumbrado a presencias grandes propuestas musicales por parte de un artista que ha cogido el poso de la experiencia bien traducida. Son las consecuencias, qué mejor frase hecha que apelar aquí, de una trayectoria que apunta a un todavía queda más. Off.
Javier Montes