360gradospress se mete en el III Salón del Manga de Valencia para conocer cómo nos influye la cultura japonesa
F.C., VALENCIA. Manga, cosplay, matise, gótico, lolita, anime, yaoí son palabras cotidianas que manejan los fanáticos de la cultura japonesa como los que se congregaron el pasado fin de semana del 28 y 29 de marzo en Valencia. No les gusta que les llamen frikis, aunque cualquier persona ajena a los movimientos procedentes de los dibujos animados del país nipón y, por asociación, de los videojuegos, cómics y cartas orientales podría pensar que son auténticos ejemplares de personalidad diferente o propia, gente sin complejos que no tiene reparos en disfrazarse de personajes ataviados con guadañas, espadas, colmillos, lentillas gatunas, minifaldas escolares, maquillajes barrocos o capas de colores eléctricos. Si miramos atrás, queda muy lejos aquella serie llamada Dragon Ball Z, con la que muchos de los que hoy no comprenden la influencia de la cultura nipona perdieron hace dos décadas la cabeza cuando desembarcó en las televisiones autonómicas de toda España.
¡Abuelito dime tú! Los más puristas podrían encasillar a Heidi como el primer eje sobre el que gira la actual avalancha nipona. Unas 6.000 personas se congregaron el pasado fin de semana en Feria Valencia para intercambiar experiencias frikis, jugar a videojuegos de procedencia oriental, intercambiar chapas de estética gótica o concursar, ataviados con las galas de personajes de la pequeña pantalla japonesa, en un baile cosplay o, lo que es lo mismo, escenografías imitadoras de personajes de ficción con el objetivo de divertirse y ganar un concurso.
Los aficionados, como los que se cambian el nombre para entrar en un chat, tienen sus propios alias o nicks. Kudo, de 18 años, es uno de ellos. 360gradospress interrumpió una pelea de espadas que mantenía con su amigo Leinad, de 16, quien aclaró que “somos otakus, no frikis, Un otaku es un fanático de la cultura japonesa y un friki es un fanático de casi todo, como el tipo que se pasa todo el día delante de un ordenador”.
“No pertenecemos a una secta”
Frikis u otakus, lo que dejó claro Leinad es que no pertenecen a ninguna secta: “Hay muchos padres que piensan eso y no dejan a sus hijos apuntarse a estos salones, ni siquiera venir acompañados. Conozco a alguien que ha estado a punto de escaparse de casa por poder estar con sus amigos y eso sí que hubiera sido peligroso. No somos satánicos ni pertenecemos a ninguna secta, somos gente que nos gusta participar en salones como éste para hablar con amigos y hacer bobadas disfrazados”.
Ellos, como todos, pagaron 5 euros por entrar en el Salón, lo que les dio la oportunidad de participar en el festival cosplay, visitar los espacios habilitados para los juegos de mesa, jugar a la videoconsola en pantallas gigantes, conocer los stand de productos especializados de la cultura nipona, intercambiar experiencias con aficionados de otros puntos del país, desternillarse de risa ante los modelos que desfilaron por el escenario o conocer aficionadas a la vertiente Lolita.
Lolitas
De estética rococó, muy maquilladas, peinadas con flequillos de laca y ataviadas como modelos procedentes de la Ilustración, las lolitas acudieron al Salón con presencia muy numerosa. Precisamente, una de las mesas del complejo que más llamó la atención fue la perteneciente a un foro de esta tendencia. “Es una moda japonesa inspirada en el rococó que poco tiene que ver con el manga, en la que se inspiran muchas autoras niponas en las historias que escriben y dibujan, visten a sus personajes de lolita. Es el manga el que busca su inspiración en los trajes que lucimos y no viceversa”, explicaron a 360gradospress Candy y Sakurita.
6.000 personas
La organización colmó sus expectativas más optimistas, dado que durante el fin de semana 6.000 personas se acercaron en algún momento por el III Salón del Manga. Israel Pinto, uno de los organizadores, señaló a este respecto que “en Valencia tuvo tanto éxito la primera edición que decidimos desde entonces celebrarlo cada seis meses”. La clave de la acogida descansa, según Pinto, en que “favorecemos que la gente interactúe, todo el que viene se siente protagonista”. De fondo, el sueño, cumplido por muchos, de viajar algún a Japón y empaparse directamente del sentido de su pasión.
Voro Contreras