La desigualdad social en España alcanza extremos escandalosos. El informe de Oxfam Intermón vuelve a poner cifras a uno de los problemas económicos y sociales más acuciantes del siglo XXI. Los números achicharran el alma: 20 personas alcanzaron un patrimonio de 115.100 millones de euros en 2015 en España, lo que equivale a la riqueza que concentra el 30% más pobre del país, según el estudio Una Economía al servicio del 1% realizado por la ONG.
En este país de hipócritas, meapilas y cobardes, unos cuantos reciben lo que muchos nunca alcanzarán.
En este país de apariencias, una corbata de seda y una sonrisa de porcelana forman el visado perfecto para acceder a los salones donde la vida del hombre se juega a la ruleta y las palabras crujen como la madera enferma.
En este país, los golpes de pecho abren candados y las promesas se queman cada otoño. En esta España, la luna viaja con número de serie y los números van a compás de un estribillo que se quedó sin sílabas.
En este país, las formas son lo primero y luego viene la gente; un apretón de manos es pacto de mancos y un pacto entre políticos se sella en la mesa de póker de un comedor de frailes.
España es un canto a la hipocresía y a la esperanza utópica: los hospitales se oxidan, la educación ennegrece por el humo, la cultura muere entre desgarros de olvido y el trabajo perece en el intento. Este país camina solo y nadie espera la lluvia, será porque ha llovido cerca y aquí suena la música. Será porque unos cuantos celebran año de beneficios y el resto sigue dormido. Será porque este país no fue de nadie y aún lo andan disputando.