El actor Antonio Pagudo se considera un hombre de comedia y, sobre todo, de teatro, medio al que nunca ha abandonado en los 14 años que lleva dedicándose a la interpretación, a pesar de que haga siete que se convirtió en una cara conocida, querida y respetada por su papel en la exitosa serie de Telecinco La que se avecina.
Arreglado, pero informal. Vestido de negro, color que sienta muy bien y que da empaque al género masculino. Sentado, relajado, tomando un café y fumando un cigarrillo cuyo humo se camufla entre sus fuertes rizos de color tizón que no disculpan alguna que otra cana. Esta característica, su cabello, le delata en mitad de la entrevista, a pesar de estar ubicados en la terraza de una cafetería, en una estrecha y tranquila callejuela junto al teatro en el que en esa ocasión iba a interpretar a Fedrias en la obra El Eunuco. Le descubre un fan entusiasmado de La que se avecina y de su trabajo en la serie como el “león/huevón” Javier Maroto, que rompe el momento de charla para pedirle una selfie a la que el actor solo puede responder con un encantador “¡claro que sí, hombre!“. Porque justo eso es Antonio Pagudo (@pagudo): un encanto.
¿Quién es Fedrias en El Eunuco?
Fedrias es el enamorado de la obra. Lo está de Thais, que es una cortesana de 50 años. Puede que fuera su primera experiencia amorosa o sexual y eso le hizo que se quedara enganchado de una mujer con tanto talento para su profesión. La ama con un amor clásico, es muy intenso. Representa el amor cortés, puro y sincero dentro de la fiesta que envuelve la adaptación de esta obra de Terencio, que tiene más de mil años.
¿Cómo habéis trabajado para actualizar el personaje?
Como la adaptación en sí de la obra ha sido muy buena y sencilla, la del personaje también lo ha sido, aunque mantiene párrafos del original. Participa de un espectáculo basado en la agilidad y en la variedad de personajes. Un ritmo de comedia que ya vengo trabajando desde La que se avecina. Fedrias tiene similitudes, incluso, con Javier Maroto, ya que es un tío que ama de verdad, quiere a los suyos y al que le pasan cosas a su alrededor son una locura.
La comedia, justamente un género muy complicado de trabajar por la dificultad que entraña hacer reír al público, ¿no?
Sí, y no nos vamos a echar piropos los cómicos porque ya estamos acostumbrados. Además, nos da igual, porque lo que hacemos, sea difícil o fácil, es lo que nos gusta y por lo que estamos en esta profesión. Es drama cuando está bien hecho toca el corazón y la gente queda impresionada, pero la risa uno la recibe de muchos sitios y algunos de sus grandes actores quedan en el recuerdo como Chaplin, que me han motivado a que me dedique a esto. Tenemos directamente el aplauso y la risa de la gente, sabemos inmediatamente si nuestro trabajo está bien hecho, mientras que en el drama nunca sabes realmente hasta el final qué es lo que piensa el espectador.
Y la ventaja de saber si una escena, un movimiento o un chascarrillo funciona.
Claro, nos permite saber la temperatura del público, del espacio y de cómo nos encontramos nosotros en escena en ese momento. Cuando arrancas tienes la oportunidad en el escenario de darle la vuelta a la situación con las herramientas necesarias o cuando el público es excesivamente agradecido tienes que controlar la emoción para que no se te vaya de madre y termine todo en una farsa. Puedes trabajar con los volúmenes de la acción y eso es una gozada. La comedia es para la gente que ama esta profesión y que disfruta del proceso de trabajo desde que empieza la obra hasta que acaba. Es una maravilla.
Deduzco que el teatro es el medio que te lo ha dado todo en tu carrera profesional.
Sí. Estudié Arte Dramático y enseguida me metí en el teatro, donde tú eres dueño y señor de las cosas que suceden en escena desde que se encienden los focos. En la tele no, formas parte de un equipo inmenso y cada uno aporta su granito de arena para que el producto sea magnífico.
¿Y es imposible que te desvincules del teatro?
Imposible. Desde 2001 que acabé la carrera nunca he estado sin teatro. No más de un mes por vacaciones cada tres años, más o menos. Y eso se debe a que los actores de teatro no tenemos la sensación de que tengamos un trabajo al uso que destroce o desgaste, sino que nos da más vida de la que nos quita. Entonces cada vez que nos subimos al escenario y viajamos tenemos la oportunidad de visitar también maravillosas ciudades, disfrutar de su gente y de su gastronomía. Casi como tener unas vacaciones asociadas a tu trabajo. Prefiero verlo así a recordar que estoy alejado de mi familia y que eso me destroce. Porque en tantos años de teatro te pasan cosas muy personales como a cualquier persona y, aun así, tienes que convivir con ellas, estar en el escenario y seguir haciendo disfrutar a la gente sin que se enteren de cómo vas y de cómo vienes. Hacemos fuerza entre los compañeros y tiramos para adelante.
Y del trabajo en televisión ¿qué destacas?
La televisión me apasiona. Soy un inquieto y me gusta saber cómo funciona todo y no quedarme solo en la parte actoral. Me gusta pasarme por cada departamento y ver cómo se lo montan, soy el típico que en cada escena que se graba trata de solucionar los problemas físicos que suceden, etc. Me divierte mucho ver cómo sacan oro de la nada.
¿Cuándo decidiste dedicarte a la interpretación?
Empecé a hacer teatro amateur con 14 años para pasarlo bien y me dio mucha base artística, pero todavía no tenía claro que quería ser actor. Me fui a Granada desde mi pueblo, Baza, para estudiar Electrónica porque quería ser cámara y nunca pensé que fuera a estar al otro lado de ella. Enseguida me reenganché al teatro y fue cuando decidí hacer las pruebas para Arte Dramático, momento que marcaría si tenía futuro en esa profesión o no. Me cogieron en Madrid, disfrutaba y todo fue genial desde entonces.
¿Es más importante la vocación que la formación?
Un poco de todo. Por ejemplo, cuando yo tenía 17 años se celebraron unos carnavales en Baza y vino Ángel Garó con su espectáculo. En un descanso de la actuación me pidieron que le imitara. Lo hice y de repente me vi delante de 1.200 personas partiéndose de risa y ahí hubo algo que me enganchó. Fue como un punto de arranque realmente parecido a la vocación.
Algo similar a lo que le pasó a Charles Chaplin cuando era pequeño y reemplazó a su madre momentáneamente en una actuación.
¡Vaya! Pues mi trabajo siempre ha estado muy relacionado con Chaplin, porque es uno de los referentes del humor sin palabras. Tuve la suerte de trabajar con la compañía Yllana en una obra en un festival de Suiza y que Eugene Chaplin, su hijo, se acercara a felicitarnos tras la actuación. Uno de los piropos más bonitos que me han dicho fue suyo, que había visto reflejado el trabajo de su padre en el mío. Para mí fue alucinante.
¿Te cuesta disimular el acento andaluz?
Yo llegué en una época a estudiar interpretación y te pedían que limpiaras el acento. Así que yo fui haciendo lo propio con mi granaíno cerrado un poco por supervivencia. Hoy la cosa ha cambiado y se le saca mucho partido a tener acento.
¿Te gustaría tocar más cine?
Lo poco que he tocado de cine me ha apasionado también. Ya llegará, no tengo ninguna prisa. Y espero afrontar ese momento como todas las experiencias laborales que tenido. Los personajes en cine te permiten entrar en otros puntos para contar y transmitir otros estados emocionales. Dicen que hay más tiempo para preparar las cosas, más libertad a la hora de crear los movimientos y no depender tanto de la cámara. Ojalá llegue y disfrute. De momento lo sigo haciendo en la tele y el teatro para productoras a las que he sido y soy muy fiel durante años.
¿Alguna novedad que puedas destacar de La que se avecina?
Llegan muchas incorporaciones. Lo bueno de llevar tantos años en antena es que hay muchos compañeros a los que les apetece pasarse a la serie para trabajar con nosotros. Cada día es una sorpresa encontrarse con grandes actores y actrices con los que nunca pensaste que ibas a poder trabajar. Destaco haber compartido escena, por ejemplo, con Rossy de Palma y con Antonia San Juan. Y justo ahora estoy trabajando con gente a la que yo iba a ver al teatro y a la que le pedía autógrafos como Luis Merlo. Esta carrera es un sueño, una gozada por este tipo de cosas.
¿Más proyectos a la vista?
Aparte de La que se avecina y El Eunuco hay una miniserie par Telecinco que está apuntito de salir y en la que tengo un personaje muy chulo por el que tengo mucha ilusión. Pero de momento con la tele y el teatro ya estoy hasta marzo ocupado y deseando que la gente disfrute mucho viéndonos.
Lorena Padilla