La invisibilidad de las mujeres programadoras

Las profesiones enfocadas en la informática, cada vez más demandadas y mejor pagadas, han estado prominentemente dominadas por hombres, pero cada vez más mujeres jóvenes, alentadas desde la educación y la cultura a edades tempranas, se animan a estudiar carreras universitarias con las que ‘programar’ su futuro de forma óptima.

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La informática domina cada recodo de nuestra vida profesional y de nuestro tiempo de ocio. Muchos no podríamos (casi) vivir sin informarnos a través de los soportes digitales, sin comprar, socializarnos y divertirnos a través de las páginas de Internet y las aplicaciones de móvil, o sin comunicarnos con nuestros seres queridos de manera virtual sin necesidad de salvar las distancias físicas.

Esta disciplina técnica, a su vez, da de comer a muchísimas personas en todo el mundo, sobre todo a quienes manejan parte de sus hilos, trabajan en su mejora y controlan su buen funcionamiento, los programadores. De hecho, se espera que solo en Estados Unidos genere para 2020 un millón de muy buen pagados empleos, según la Oficina de Estadísticas Laborales del país americano.

Un mundo profesional muy próspero y de futuro, pero que en la actualidad dominan los hombres, a pesar de que grandes mujeres, hoy caídas en el olvido, imprimieron su sello en la historia de la informática como Ada Lovelace (la primera programadora y quien creó a mediados del siglo XIX el primer, aunque primitivo, programa de ordenador), Hedy Lamarr (durante la Segunda Guerra Mundial desarrolló un sistema de comunicaciones secreto que sirvió para construir misiles teledirigidos indetectables por el enemigo) o Radia Perlman (elaboró un algoritmo fundamental para la creación de las conexiones que hacen posible la Red y se la conoce como ‘la madre de Internet’).

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Pero ¿por qué han trascendido tan poco sus nombres en los libros y en el recuerdo de las generaciones que disfrutan hoy de sus avances y por qué existe tan poca presencia femenina en las empresas que requieren de programadores? Tal vez porque, y parafraseando a James Brown, “este es un mundo de hombres”. O por lo menos el de la ciencia y de la tecnología sí.

Lo cierto es que el sexismo, el diferenciar en todas las áreas que nos envuelven a hombres y a mujeres desde la educación y la cultura, es una de las grandes lacras de nuestro actual mundo y el principal causante de que las programadoras solo representen el 18% del total de sus colegas en Estados Unidos y que solo el 1% de las adolescentes muestran interés en estudiar la carrera de Informática. “Los estereotipos son un problema, pero las mujeres también tenemos parte de responsabilidad, ya que pensamos que no estamos preparadas, que es un ámbito aburrido y que no es para nosotras“, valora Silvia Leal (@slealm), responsable de competencias digitales, liderazgo digital y emprendimiento en la Comisión Europea, además de portavoz de la Comisión de Educación.

A pesar de ello, Leal cree que esta situación, marcada, además, por una importante brecha salarial, como sucede con otros campos laborales, está cambiando poco a poco, potenciada por la llegada de nuevas tecnologías como la realidad aumentada, la impresión 3D o el Internet de las cosas (IoT), o la gamificación. “Es una profesión donde encajamos muy bien y en la que podemos sentirnos muy realizadas, por ello siempre recomiendo a todas que pongan su pasión y que piensen en que lo que les diferencia les hace rentables“.

Iniciativas educativas en España

Muchas proyectos están surgiendo en la mayoría de países desarrollados para paliar esta realidad. En España también se están dando pasos hacia el cambio a través de grupos como Agile Girls, que realizaron talleres y reuniones para que chicas con distintos niveles de conocimiento aprendieran unas de otras sobre distintas tecnologías, o universidades como la de Granada que, junto a Google, organizaron el pasado año un campus tecnológico de verano en femenino que dio como resultado el nacimiento de siete proyectos, desde videojuegos hasta apps, creados por alumnas, y una conclusión muy clara: la diversidad en la programación hace que las cosas sirvan y funcionen para un mayor número de personas.

Dos programadoras jóvenes con mucho futuro

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La Universidad Rey Juan Carlos de Madrid está desarrollando actualmente la aplicación web Dr. Scratch, que evalúa proyectos del programa informático Scratch, destinados a niños y a niñas, en relación a varios aspectos del pensamiento computacional. En esta iniciativa trabajan dos jóvenes estudiantes de Ingeniería de Telecomunicaciones que siempre tuvieron muy claro que querían que la tecnología guiara sus vidas profesionales.

Una de ellas es Mari Luz Aguado (@Mariazul17), que considera que tuvo la suerte de estar muy conectada a los ordenadores desde pequeña, gracias al Spectrum de su padre y a las clases de Informática impartidas por un profesor que siempre le motivaba a crecer, aunque muchas niñas no han corrido la misma suerte. “Seas chico o chica es difícil que algo te llame la atención si desde siempre te han dejado fuera de ello y más durante la infancia, pero esto está cambiando“, opina Aguado, y añade: “hay que tratar de difundir, ya que la mayoría de los trabajos exigen aptitudes relacionadas con la informática y si todas las mujeres no tratan de interesarse por este tema va a ampliarse la brecha social que nos diferencia de los hombres“.

Su compañera de proyecto es Eva Hu, que siempre se sintió atraída por la tecnología, ya que le suponía un reto. Admite que el que las jóvenes no tengan ningún referente en el ámbito de la programación produce que la mayoría no se interese por este camino profesional, aunque el uso de móviles, tabletas y ordenadores están ayudando bastante a generar un vínculo fuerte con el mundo de la informática. “La recompensa de superar algo difícil es muy gratificante y más cuando se trata de un campo en el que nunca dejas de aprender, de enseñar, de sorprenderte, de mejorar y de crecer“, reconoce Hu.

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