Cuando Ana Seco y Ludovic Cottier se propusieron recorrer mundo incluyeron en sus planes repartir solidaridad y alegría a través de juguetes que donan niños a otros pequeños que viven en orfanatos y hospitales o que no tienen recursos. Su idea se ha hecho realidad al fundar la ONG “The Other You” que, además, pone en contacto a los niños que dan y a los que reciben, poniendo en valor el gesto de compartir.
En estos momentos una furgoneta blanca con un pingüino regordete dibujado en un lateral recorre una de las millones de carreteras que conectan el mundo cargada de unas doce cajas de juguetes. Los han recogido Ana Seco y Ludovic Cottier, una española de 22 años y un francés de 26 que se propusieron el pasado noviembre recorrer el mapa con el pretexto de crear una conexión entre niños de diferentes países a través de los juguetes.
“Durante los primeros cinco años de la vida de una persona, el cerebro se desarrolla más rápidamente que en cualquier otro momento y el juego es la mejor manera y la más natural para los niños de aprender y de interactuar”, explica Ana. Así que se pusieron manos a la obra para dar forma a una iniciativa que nació “con objetivos más modestos”, pero acabó creciendo hasta el punto de crear una organización sin ánimo de lucro: The Other You (El otro tú), cuyas siglas en inglés forman la palabra ‘juguete’ (Toy).
Compartir es la palabra
Los peluches, los coches que avanzan con el motor de una mano que empuja y los dinosaurios de plástico no son la base de esta iniciativa, sino la generosidad que se cuela sigilosa en el acto de compartir. Ana y Ludo recogen los juguetes en colegios cuyos alumnos donan a la causa y ellos los cargan en la furgoneta habilitada incluso para dormir- y los entregan junto con material escolar en instituciones donde viven niños desfavorecidos, normalmente orfanatos. Los niños de los colegios pueden ver a dónde han ido a parar sus juguetes y aquellos que los han recibido también conocen el origen de los muñecos, pues TOY les pone en contacto a través de fotografías. La clave aquí se resume en una palabra: compartir.
“En muchos colegios se realizan recogidas de juguetes para caridad, lo que obviamente está muy bien, pero los niños no saben muy bien a dónde van los juguetes y en la mayoría de los casos no hay un seguimiento, así que se olvidan rápidamente. Lo que queremos nosotros es que la experiencia sea memorable”, relata Ana Seco.
Los creadores de esta iniciativa están convencidos de la importancia de que los niños sean conscientes de que “lo esencial es ser generosos y compartir con los demás”. Además de poner en contacto a pequeños que viven en distintos puntos del mundo, refuerzan la acción explicándola. “Tanto en los colegios como en las instituciones a los niños les hace mucha ilusión saber que los juguetes vienen o están dirigidos a niños en diferentes países. Muchas veces, en las instituciones no han visto nunca a extranjeros, así que les encanta cuando les contamos de dónde vienen los juguetes y los países que hemos recorrido para venir a verles”, relata Ana Seco.
Compromiso con la ecología
Al tratarse de juguetes que han sido previamente usados por otros pequeños dueños algunos necesitan ser reparados. Para ello, TOY los arregla y lo hace comprando material en los comercios locales de las localidades que visitan y contratando artesanos del lugar. De hecho, esta ONG está muy comprometida con el comercio local y con la ecología. En palabras de Ana, “el cambio climático es una de las principales razones que explican el aumento del número de niños sin cuidado parental, debido a los desplazamientos y muertes producidos por desastres naturales”.
El proyecto TOY pretende poner su granito de arena a través de tres vías: reparando y reutilizando los juguetes usados, comprando de forma local y ecológica y donando al programa de reforestación Rainforest Trust un importe “que compense las emisiones de carbono estimadas en nuestro viaje”.
Las cifras
Cubrir 50.000 kilómetros de 42 países, visitando 40 escuelas y el doble de instituciones como hospitales u orfanatos- para entregar 1.500 juguetes y otras tantas unidades de material escolar es necesaria financiación. Estos jóvenes optaron por realizar una campaña de crowdfunding que, por cierto, sigue abierta a donaciones-, además de organizar sorteos, eventos y de tomar la mano que han tendido algunas entidades. “En total hemos recaudado unos 17.000 euros, que cubren la compra de la furgoneta, del material escolar y el transporte, principalmente. Desde el inicio tanto Ludo como yo tuvimos claro que todos los fondos recogidos deberían destinarse al proyecto y deberíamos asumir por nuestra cuenta los gastos personales”, recalca Seco.
La furgoneta blanca rueda por Europa, Asia y Sudamérica. El viejo continente “siempre fue el punto de partida”, pero también han puesto el foco en países del este, Asia y América del Sur “por entender que son zonas en las que existe un mayor números de niños en orfanatos”.
Tal y como describe Ana, “la ruta ha sido diseñada con base en cuestiones logísticas y por economía de medios, evitando zonas en conflicto y procurando llegar al mayor número de países posible en el plazo de un año que nos hemos marcado como duración del proyecto, al menos en una primera fase”.
Si bien el objetivo pasa por llevar felicidad a los más pequeños, Ana y Ludo aseguran que la experiencia “es muy enriquecedora desde un punto de vista personal”, pues “ofrece la posibilidad de ver las sonrisas de niños a través de diferentes países”.
S.C.